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Palabras para reprogramar una mente en el siglo XXI

El vertiginoso ritmo del mundo de hoy reta a las personas<QA0>
y las empresas a familiarizarse con palabras del ámbito de la innovación que tendrán que dominar para enfrentar el futuro.

El vertiginoso ritmo del mundo de hoy reta a las personas y las empresas a familiarizarse con palabras del ámbito de la innovación que tendrán que dominar para enfrentar el futuro.

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El vertiginoso mundo de hoy reta a familiarizarse con palabras del ámbito de la innovación.

La velocidad con la que el mundo moderno se está transformando es una realidad que obliga a las personas y las empresas a reinventarse todo el tiempo para encarar el futuro. En ese entorno, la innovación cobra una relevancia particular en la vida moderna.
En especial si se tiene en cuenta la alerta que el analista Andrés Oppenheimer lanza en el prólogo de ¡Sálvese quien pueda!, su libro más reciente, con un título sugestivo por demás: “Desde que un estudio de la Universidad de Oxford pronosticó que el 47 por ciento de los empleos corren el riesgo de ser reemplazados por robots y computadoras con inteligencia artificial en Estados Unidos durante los próximos 15 o 20 años, no he podido dejar de pensar en el futuro de los trabajos”.
Y esa rapidez con la que están ocurriendo los cambios la ilustra de manera clara el historiador y pensador israelí Yuval Noah Harari, uno de los fenómenos mediáticos del momento, en su nuevo libro, 21 lecciones para el siglo XXI.
“Hace mil años, en 1018, la gente no sabía muchas cosas acerca del futuro, pero estaba convencida de que las características básicas de la sociedad humana no cambiarían”, anota Harari.
Atrás quedaron esas épocas, como se lo dijo a EL TIEMPO Oppenheimer hace pocos días: “Los tiempos se están acortando. En la antigüedad tuvimos cientos, miles de años para reinventarnos y convertirnos en agricultores. Yo, a la larga, soy muy optimista. Creo que la tecnología nos va servir cada vez más y mejor. Pero el proceso de transición va a ser traumático”.
“La humanidad se enfrenta a revoluciones sin precedentes, todos nuestros relatos antiguos se desmoronan, y, hasta el momento, no ha surgido ningún relato nuevo para sustituirlos. ¿Cómo prepararnos y preparar a nuestros hijos para un mundo de transformaciones sin precedentes e incertidumbres radicales?”, deja la pregunta flotando en el aire Harari, a su turno.
Un primer paso, sin duda, le plantea al ser humano una reprogramación mental. Pues en lo que tanto Oppenheimer como Harari y otros analistas de hoy coinciden es en que ni las máquinas ni los robots podrán reemplazar el sentido común y el corazón humano.

Nuevo vocabulario

‘Cambio’, ‘resiliencia’, ‘creatividad’, ‘flexibilidad’, ‘aprendizaje’ son palabras que las personas tendrán que ir haciendo parte de su argot cotidiano. Sin embargo, el mundo empresarial también comienza a usar hoy un nuevo vocabulario en torno a las tendencias de innovación, como se lo contaron a EL TIEMPO expertos en el tema.
Para el ejecutivo Alejandro Mora Salive, director de Innovación Digital en Colombia de la multinacional McCann, una primera palabra clave en el mundo de hoy es ‘antropología’.
“Todos los días vemos innovación por innovación o tecnología por tecnología, pero carente de sentido. En un buen ejercicio de innovación es vital entender el ‘porqué’ se va a innovar antes de ‘qué’ es lo que voy a hacer. Entender la cultura y el comportamiento humano hace que la innovación en la que estamos pensando venga sustentada desde una necesidad y no desde un capricho”, anota Mora.
Por su parte, Kristina Acevedo, gerente de Innovación Corporativa de EL TIEMPO Casa Editorial, considera que otras dos palabras esenciales en el actual entorno cambiante son ‘flexibilidad’ y ‘adaptación’.
“Son unas de las características imprescindibles de todo aquel que quiera trabajar en innovación, ya que se enfrenta día a día a diferentes niveles de incertidumbre sobre los cuales tendrá que navegar y responder de manera flexible cuando los resultados no corresponden a lo que se espera”, anota la ejecutiva.
Unida a esa idea, Mora la complementa sugiriendo otra palabra importante en este entorno cambiante: ‘liviano’.

Todos los días vemos innovación por innovación, pero carente de sentido. En un buen ejercicio de innovación es vital entender el ‘porqué’ se va a innovar antes de ‘qué’ es lo que voy a hacer.

Para él, el ritmo de hoy es tan vertiginoso que demanda de las empresas respuestas inmediatas, así haya que irlas afinando sobre la marcha.
“En este nuevo mundo, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Hay que ser capaz de ‘salir al aire’ con el mejor producto posible, pero con la visión puesta en ir mejorando gracias al feedback que dan los usuarios. No hay que tener estructuras enormes para innovar, sino que hay que lograr generar cambios radicales con el menor peso posible”, explica el experto.
En ese punto, como lo anota Kristina Acevedo, entran a jugar otros términos valiosos como ‘medir’, ‘prototipar’ e ‘iterar’, que ayudan al perfeccionamiento de los procesos innovadores.
Por ejemplo, explica la ejecutiva, iterar “es la actividad de repetir varias veces una acción, como redefinir un producto, modelo de negocio o servicio, entre otros, hasta encontrar la versión que más satisfaga las necesidades de los usuarios o clientes”.
Alejandro Mora agrega que en ese nuevo entorno innovador, el diseño (conocido en inglés como user experience o design thinking) es otro componente esencial que va más allá del mero aspecto gráfico o estético.
“Por el contrario, mucho antes de pensar en eso es muy importante diseñar la experiencia completa que el usuario va tener con nuestra innovación. Hay un buen libro, llamado Change by Design, que habla de este tema. Acá es interesante entender el diseño en la innovación a través de la interacción que las personas tendrán conmigo, con mi objeto, con mi app; en general, con la experiencia que estoy cambiando”, anota el también publicista.
Acevedo, a su vez, complemente esa idea al explicar que esta etapa en la innovación “es una metodología de diseño enfocada en la creación de productos que resuelvan necesidades concretas de sus usuarios finales, consiguiendo la mayor satisfacción y mejor experiencia de uso posible en una versión mínima”.
En todo este proceso, Acevedo resalta la importancia de que exista una adecuada gestión de portafolio de innovación que permite realizar una selección particular de ideas dentro de varias existentes.
“Es una de las actividades claves dentro del proceso de innovación que permite gestionar el desarrollo de iniciativas (proyectos de innovación) en paralelo que apuntan en distintas direcciones, asumiendo un riesgo. Esto aumenta la capacidad de seleccionar entre todas las ideas cuál podemos desarrollar”, comenta.

Transformación y frustración

Para Alejandro Mora, otro vocablo sustancial en este nuevo entorno que demanda la vida moderna es la ‘transformación’.
Ejemplos palpables de la relevancia de este término lo reflejan aquellas empresas que en su momento fueron líderes en su sector y hoy se están viendo amenazadas porque no supieron reacomodarse a tiempo a las nuevas realidades. Creyeron que siempre ‘reinarían’ y mantuvieron estructuras, costos operativos y precios que hoy les hacen imposible competir con nacientes negocios con el mismo producto, mucho más flexibles y rentables.
“Innovar es la capacidad de ver las situaciones con otros ojos. Significa ser capaz de entender las tensiones culturales a través de la transformación y así generar cambios en los modelos de pensamiento tradicionales. Hoy vemos miles de ejemplos de compañías (e incluso de personas) que no fueron capaces de transformarse a la misma velocidad que su entorno”, explica Mora.
En medio de este panorama incierto sobre el futuro, el ejecutivo anota, quizás, una de las palabras más importantes para sobrevivir en el mundo actual: ‘frustración’.

Innovar es ver las situaciones con otros ojos. Significa ser capaz de entender las tensiones culturales a través de la transformación y generar cambios en modelos de pensamiento tradicionales

“En una cultura tradicional en la que el éxito es el único camino, aparece la innovación y nos demuestra que de los errores es de donde más se aprende, y en esa medida están ciento por ciento permitidos si de ahí sale un beneficio particular para los trabajos innovadores. Los que trabajamos en el mundo digital o de la innovación sabemos que cada proyecto trae infinitas dificultades, y manejar los niveles de frustración propios y del equipo hace parte vital del éxito”, explica Mora.
Desde hace seis años, EL TIEMPO Casa Editorial redefinió su estrategia hacia la innovación como objetivo corporativo, que redunda a su vez en todo su clima organizacional.
“Inicialmente contábamos solamente con una incubadora de negocios. Desde la planeación estratégica del finales del 2015, se estableció que la innovación tendría un papel mucho más transversal y relevante dentro de toda la compañía”, explica Kristina Acevedo.
Esta experiencia permite entender la manera como todas esas nuevas palabras que se explicaron antes, de manera teórica, se convierten en herramientas diarias en la vida de las personas y las empresas de hoy.
En esa línea, Acevedo destaca, por ejemplo, el trabajo que se realizó junto con el equipo de personal, de cara a crear un nuevo clima organizacional orientado a la innovación.
“Trabajamos muy de la mano de Recursos Humanos porque tenemos claro que parte del éxito de las estrategias de innovación de la compañía es el impacto en sus colaboradores y cómo estos impulsan los cambios. Así que los apoyamos a gestionar el cambio a través de capacitaciones, talleres y eventos de innovación”, explica la ejecutiva.
Gracias a todas las implementaciones que se han hecho, Acevedo anota que EL TIEMPO recibió el reconocimiento de Colciencias como unidad I+D+i de empresa. “Eso quiere decir que nos reconocen como una empresa que cuenta con su propio equipo de investigación. Somos el único diario con este reconocimiento y nos unimos a empresas en la misma línea como Familia, Levapán y Bancolombia”.
“Un recién nacido ahora tendrá 30 y tantos años en el 2050. Si todo va bien, ese bebé todavía estará vivo hacia el 2100, e, incluso, podría ser un ciudadano activo en el siglo XXII. ¿Qué hemos de enseñarle a ese niño o esa niña que le ayude a sobrevivir y a prosperar en el mundo del 2050 o del siglo XXII? ¿Qué tipo de habilidades necesitará para conseguir trabajo y comprender lo que ocurre a su alrededor?”, se pregunta Yuval Noah Harari en su nuevo libro.
Hasta ahora, nadie ha podido predecir el futuro. Sin embargo, esas preguntas que deja en el aire el intelectual israelí son un llamado para que las sociedades actuales tomen conciencia de lo importante que resultará en adelante saberse innovar.
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