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Música y Libros

¿Cuál es el encanto de los libros de memorias?

Los libros del Nobel colombiano Gabriel García Márquez han sido traducidos a más de 40 idiomas.

Los libros del Nobel colombiano Gabriel García Márquez han sido traducidos a más de 40 idiomas.

Foto:Efe

'Vivir para contarla', 'El olvido que seremos' y otros clásicos de este género fascinante.

Carlos Restrepo
Casi todos los grandes escritores de la literatura universal en algún momento de sus vidas han sucumbido al género de las “memorias”, que ha dado deliciosos clásicos de las letras tanto en Colombia como en el resto del mundo.
Muchos de ellos en su momento, como ocurrió con ‘Vivir para contarla’, de Gabriel García Márquez, ‘El olvido que seremos’, de Héctor Abad Faciolince, o ‘Memoria por correspondencia’, de Emma Reyes, o ‘Lo que no tiene nombre’, de Piedad Bonnett, fueron verdaderos ‘best sellers’, que acapararon los listados de los más vendidos durante meses en Colombia.
El experimentado librero Felipe Ossa recuerda que esta tradición se remonta a los siglos XVIII y XIX, cuando era muy usual que las personas llevaran diarios personales y escribieran memorias.
En estos escritos quedan plasmadas las vivencias del escritor que recuerda su vida y el entorno donde ha vivido; las personas con las cuales se ha relacionado y los hechos en los cuales ha participado.
“Así conocemos mejor, ‘la vida privada’ de una época, de un tiempo determinado y nos adentramos más profundamente, en las costumbres y hábitos de una sociedad, y del transcurrir de la vida cotidiana de un país”, anota Ossa.
No en vano, al ex primer ministro inglés Winston Churchil (1874-1965), la Academia Sueca le otorgó en 1953 el Premio Nobel de Literatura al conjunto de su obra, precisamente por “su maestría en la descripción histórica y biográfica, tanto como por su brillante oratoria, que defiende exaltadamente los valores humanos”.
Un pensamiento que quedó plasmado en libros como ‘My Early Life’ (1930), ‘The World Crisis’ (seis volúmenes, 1923-1931); ‘The Second World War’ (seis volúmenes, 1948-1953); y, por último, ‘History of the English-Speaking People’ (cuatro volúmenes, 1956-1958).
Por su parte, el crítico literario y profesor Jorge Iván Parra dimensiona la importancia de este género, acudiendo al título de una recordada novela del argentino Mempo Giardinelli: ‘Santo oficio de la memoria’.
“Sin memoria no se puede hacer ni historia ni literatura; pero tampoco se puede vivir sin riesgo de perder el yo. La historia y la literatura (incluyendo modalidades como novela histórica, novela testimonial, novela autobiográfica, crónica y reportaje, etc.) son la memoria de los pueblos y de las épocas”, explica Parra.
Y pone como ejemplo, entre otras, la obra de Balzac para dejar flotando estas preguntas: “¿qué tanto sabríamos de la París del siglo XIX?”. Y agrega: “¿qué tanto sabríamos en Colombia de ese periodo oscuro que vivimos en el mediodía del siglo pasado, si no fuera por la narrativa del género que llamamos 'de la violencia'?”.
Winston Churchill fue el primer ministro de Reino Unido de 1940 a 1945 y de 1950 a 1955. Murió el 24 de enero de 1965 en Londres.

Winston Churchill fue el primer ministro de Reino Unido de 1940 a 1945 y de 1950 a 1955. Murió el 24 de enero de 1965 en Londres.

Foto:EFE

Recuerdos imperdibles

Vale anotar que aun cuando algunas de las memorias son un relato en primera persona de lo que ha vivido un autor, muchos escritores también han aprovechado este género para dejar testimonio de la historia que los rodeó o de hechos de los que fueron testigos, como el caso del inolvidable Relato de un náufrago, de García Márquez.
El profesor Parra menciona una docena de obras colombianas: ‘El país de mi padre’, de Plinio Apuleyo Mendoza; ‘El país que me tocó’, de Enrique Santos Calderón; ‘La selva y la lluvia’, de Arnoldo Palacios; ‘El cadáver insepulto’, de Arturo Alape; ‘Escombros’, de Fernando Vallejo; ‘Diario de Lecumberri’, de Álvaro Mutis; ‘Relato de un náufrago’, de Gabriel García Márquez; ‘La casa de las dos palmas’, de Manuel Mejía Vallejo; ‘La forma de las ruinas’, de Juan Gabriel Vásquez y ‘La semilla de la ira’, de Consuelo Triviño.

Una mirada al vecindario

Felipe Ossa, por su lado, aprovechó para rescatar del olvido, obras memorables de América Latina y del mundo que también enriquecieron este género.
Es el caso de ‘Confieso que he vivido’, de Pablo Neruda’; ‘La tentación del fracaso’, de Julio Ramón Ribeyro; ‘Antes del fin’, de Ernesto Sabato; ‘Conjeturas sobre la memoria de mi tribu’, de José Donoso; ‘Por los sendas de la memoria’, de Octavio Paz; ‘El viaje’, de Sergio Pitol; ‘Mea Cuba’, de Guillermo Cabrera Infante; ‘Permiso para sentir’ y ‘Permiso para vivir’, de Alfredo Bryce Echenique. “Y no podemos dejar de lado también las memorias de doña Victoria Ocampo, la gran intelectual argentina, y las de su compatriota Silvina Bulrich, esposa de Bioy Casares”, recuerda Ossa.
En la parte internacional, el librero también destaca las memorias de Kissinger, las de Obama, las de Hilary y las de su esposo, el expresidente Bill Clinton.
De hecho, la tradición narrativa estadounidense ha sido muy prolífica en este género. La cabeza de la Librería Nacional recuerda, entre otras: “los diarios, tan profundos, tan veraces, tan lúcidos de la gran Susan Sontag.
Las memorias de Gore Vidal, uno de los escritores más inteligentes que ha producido Norteamérica. La vida de un periodista, de Ben Bradlee, que fue director de The Washington Post, y al que le tocó el Watergate”.
En EE. UU. han sido pioneros en la innovación de este formato literario, con la popularización del denominado ‘escritor fantasma’ (ghost writer), o ‘negro literario’ en España, que escribe por encargo las memorias de una personalidad.
El caso más reciente, sin duda, es el del escritor y periodista John Joseph (J. R.) Moehringer, quien tuvo a su cargo la escritura de En la sombra, el reciente libro de memorias del príncipe Harry. En solo la primera semana de su publicación, el libro superó los tres millones de ejemplares vendidos. Hay que recordar que de la pluma de Moehringer también salió 'Open', la vida del tenista Andre Agassi, un verdadero clásico del género.
En un reciente perfil sobre Moeheringer, Enrique Planas, del diario peruano El Comercio, destacaba el buen recibo del libro del príncipe Harry.
“Si bien la crítica literaria en los diarios anglosajones se ha dividido, todos reconocen que se trata de un libro brillantemente escrito. De otra forma, resultaría insoportable el reporte de un príncipe que confiesa cómo perdió la virginidad, cómo esnifó su primera raya de cocaína, las razones por las que se disfrazó de nazi, la pelea con su hermano mayor en el suelo de la cocina, o sus reflexiones tras matar a 25 combatientes talibanes en su servicio militar en Afganistán”.
Felipe Ossa aprovecha para recordar otros clásicos: “El oficio de vivir, de Cesare Pavese, el escritor italiano que se suicidó: la autobiografía del notable autor inglés Martin Amis; Vida de Henry Brulard, la autobiografía novelada del genial francés Stendhal, y El hombre acabado, las del escritor italiano Giovanni Papini, muy popular por los años cincuenta del siglo pasado”.
Y en la lista, por supuesto, no puede faltar El primer hombre, de Camus; París era una fiesta, de Hemingway, o el impresionante Crack Up, de Fitzgerald.
Tal vez las memorias han sido, a lo largo de la humanidad, ese delicioso relato de los “chismes” de la historia, pioneros, sin duda, de exitosos modelos de negocios periodísticos del siglo XX con revistas como People, Hola!, Vanity Fair, Vogue, Play Boy, The New Yorker, Bocas y tantas otras. Siempre detrás de los “secretos” de los protagonistas de la historia de la humanidad.
CARLOS RESTREPO
REDACCIÓN CULTURA EL TIEMPO

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