Conocí a Ron Thaler hace unos días en la casa-estudio de mi amigo el productor Juan Antonio Castillo. Se trata de un estadounidense, nacido israelí, de pelo y barba blancos, de muy finos modales y apodado como Blondie Boy.
Ha hecho parte de más de 450 álbumes y ha sido productor, ingeniero, arreglista, compositor, consultor o baterista para una extensa lista de artistas entre los que se puede nombrar a John Legend, Sarah McLachlan, David Guetta, Moby, Gwen Stefani y Alicia Keys, entre otros. Y está vinculado a tres premios Grammy, varias nominaciones al mismo y once grabaciones número uno en Estados Unidos.
Era la primera vez que oía de él, pero me llamaron la atención dos anécdotas muy especiales que contó de su vida profesional y que hacen parte de esa magia que guarda este mundo de la música.
En 2005 grabó la batería en una sesión para Alicia Keys en la que hicieron el tema No One. Thaler dice que es la batería más simple que haya tocado, una especie de beat continuo sin mayor exigencia.
Se suponía que Keys había archivado la canción. En 2008, Thaler fue a Los Ángeles como invitado a la ceremonia de los Grammy, y un día antes del evento sintonizó la radio en su carro.
No solo descubrió que la canción se había publicado sino que además era una de las grandes nominadas para tales premios en los que, en efecto, se llevó dos galardones.
La segunda data de 1991, cuando un cercano a Miles Davis lo vio tocando la batería con la agrupación a la que pertenecía entonces.
Unas semanas más tarde lo llamaron para decirle que había sido seleccionado como baterista para la nueva grabación que haría el mítico trompetista. Fue una de las emociones más grandes de su vida.
Por razones que no recuerdo, Thaler se desplazó en automóvil hacia Nueva York desde la costa oeste de Estados Unidos en lo que sería un largo viaje. Era 28 de septiembre y Thaler había hecho hasta ahora la mitad del trayecto cuando lo sorprendió la noticia: Miles Davis había muerto.
DANIEL CASAS
Periodista musical
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