Ocasionalmente, desde hace varios años, de manera sarcástica y divertida, me da por pensar qué habría sido de algunas grandes figuras de la música de no haber muerto en su momento. Mi mejor especulación y la que más me encanta suele ser la de imaginar el destino de la vida y música de John Lennon si este no hubiera sido asesinado en diciembre de 1980.
Lennon habría vivido subyugado por su esposa Yoko Ono por los años de los años y tarde que temprano lo habría condicionado a grabar un disco con su hijo Sean, cuando ya este estuviera en edad de merecerse como músico. En 1988, Lennon se negaría a asistir a la ceremonia de inducción de los Beatles al Salón de la Fama del Rock and Roll si no le permitían subir a la tarima con su esposa.
En 1993, sería noticia cuando criticó a Lenny Kravitz de ser un vil imitador suyo y exclamó a cuatro vientos que él era pionero del grunge. A finales de esa década, grabaría un disco de duetos en el estilo del Supernatural de Santana, y al igual que sus excompañeros, Harrison y McCartney, caería en la fascinación de grabar un disco con la producción de Jeff Lynne, quien de paso inflaría su ego como el único en su rol en haber trabajado con tres de los cuatro de Liverpool.
Con seguridad, a mediados de los 2000, habría grabado un disco de la mano del productor Rick Rubin, que los críticos considerarían como ‘el más beatle’ de sus álbumes desde Walls And Bridges de 1974, aunque en su desfachatez diría en una entrevista para Playboy que la experiencia había sido desastrosa. El disco, sin embargo, le daría un premio Grammy a mejor álbum rock, galardón que recibió subiendo al escenario con su mujer de la mano.
En 35 años habría negado 400 veces ante la prensa la posibilidad de una reunión de los Beatles, siendo polémica su aseveración en 2001 cuando, ante la muerte de George Harrison, le dijera a Oprah Winfrey que a la tristeza y conmoción por el fallecimiento del ex Beatle se sumaba la paz que le producía saber que nunca más le preguntarían por la tal reunión. Sin embargo, y muy a pesar del escepticismo, muy seguramente se habría unido a McCartney en un festival tipo Live 8 del 2005 para cantar Get Back.
Finalmente, en la última década, habría hecho un par de discos mediocres, se habría negado por mucho tiempo a que su música se distribuyera en las plataformas de streaming y habría dicho retirarse de los escenarios, mientras seguía dedicado en su apartamento de Dakota, en Nueva York, a hacer pinturas de no muy buena calidad pero con muy buena salida en las grandes galerías del mundo.
Daniel Casas
Periodista musical@danielcasasc