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Música y Libros

Café Tacvba y el intento por ‘traducir’ la mexicanidad en la música

En esta foto de un concierto en Berlin (2018), de izquierda a derecha aparecen Kike, Rubén, Joselo y Meme. Los cuatro integran la banda desde el principio.

En esta foto de un concierto en Berlin (2018), de izquierda a derecha aparecen Kike, Rubén, Joselo y Meme. Los cuatro integran la banda desde el principio.

Foto:Getty Images

Meme del Real, uno de los vocalistas banda mexicana, le hizo una reversión a una canción de Zoé.

La inseguridad de las grandes ciudades, las multitudes, la diversidad poblacional, la hostilidad del sistema, las represiones de los gobiernos: todo eso tienen en común las experiencias de las vidas de muchos latinoamericanos y, según sugiere Emmanuel ‘Meme’ del Real (el tecladista, segundo vocalista, compositor y cofundador de Café Tacvba), todo eso, de alguna manera, deriva en manifestaciones artísticas.
Meme nació en Naucalpan de Juárez en marzo de 1969, unos meses después de que en septiembre de 1968 el ejército se tomara la Unam, Universidad Autónoma de México (institución en la que estudiaban sus padres), en un acto que marcó para siempre la memoria colectiva de los habitantes de la Ciudad de México. Una marca igual de imborrable dejó la matanza de Tlatelolco, que pasó en octubre del mismo año.
En México no hubo una dictadura con nombre propio, pero la represión y el abuso del gobierno se sintió con furia en ese fatal año 68. Pasada la tormenta, cuando Meme tenía 20 años formó una banda musical con sus amigos Rubén Albarrán y los hermanos Joselo y Quique Rangel, en el que pretendían “traducir” esa extraña, dolorosa y bella experiencia de ser mexicanos.
Para ellos, esa búsqueda creativa también correspondía a una pregunta por su propia identidad, pues no crecieron en el centro de la Ciudad de México, sino en Ciudad Satélite, sector que en su mismo nombre resume su condición de marginalidad. Los sonidos del folclor, los referentes anglosajones y la creatividad desmedida los ayudaron en ese proceso y los consolidaron como una banda de culto.
Como Café Tacvba hubo muchas otras bandas y movimientos culturales. El rock mexicano de la segunda mitad del siglo XX (bien documentado en la serie de Netflix Rompan todo) fue variopinto, nutrido, potente, político y experimental.
Todo eso tuvo que pasar para que bandas como Zoé, menos políticas y con propuestas de estéticas más modernas, pudieran aparecer. El grupo, liderado por León Larregui, tuvo su momento ya en la década de los 2000, y a esta altura ya tienen, también, un largo recorrido.
Es por eso que muchos artistas están colaborando en Reversiones, un disco de homenaje a Zoé en el que se hacen covers de sus temas más famosos. Grandes nombres participan en él: Juanes, Andrés Calamaro, Mon Laferte, Morat, Alejandro Fernández y, por supuesto, Meme del Real, en nombre de Café Tacvba.
A propósito de la versión que le hizo a la canción Azul, EL TIEMPO se puso en contacto con Meme del Real, quien, desde México, habló de su experiencia en ese proyecto. Pero también habló del reto de retratar la identidad latinoamericana, en particular la de la Ciudad de México, desde el arte.
Su senda es la música, pero el cine, la literatura y las artes plásticas se interrelacionan para construir, en colectivo, esa idea completa (y compleja) de la mexicanidad urbana y moderna alejada de los clichés, bellamente retratada en la película Roma (2018), de Alfonso Cuarón, por ejemplo. O en Los detectives salvajes, la obra cumbre del escritor chileno Roberto Bolaño, en donde, de hecho, se narra el episodio de la toma de la Unam, y se retrata una Ciudad de México rebosante de poesía, que crece y se transforma.

La experiencia de ser mexicano y vivir en la ciudad está tanto en su música como en otras artes. Es el caso de Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño…

A mí esa novela me recuerda mucho a la época de mis padres. El principio de la historia coincide con el momento en el que mis papás estudiaron en la Unam . Todo lo que el libro describe lo vivió mi mamá, por ejemplo, que estudió Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras, en donde les suceden varias cosas a algunos personajes. Los detectives tiene una relación muy profunda con mi familia, para ser sincero. Siento que esa época de Latinoamérica, revolucionaria y estudiantil, cuando comenzaron las dictaduras, gestó en las grandes ciudades, ideas, conflictos, creatividad y cultura. Lo de Tlatelolco, en México, por ejemplo. Esos episodios, a corto, mediano o largo plazo, terminan por generar una reacción. Nosotros somos producto de esas experiencias.

Pero ustedes son de Ciudad Satélite, ¿no?

Sí. Crecimos en un suburbio al norte de la ciudad, pero ya es parte de ella y a él alcanzaba a llegar la energía del centro. Además, la lejanía nos permitía tener una perspectiva de la capital un poco satelital, para hacerle honor a su nombre. Íbamos al sur, íbamos a alguna fiesta, a las muestras de cine internacional. Guardábamos cierta distancia. Eso nos ayudó a tomar algunas cosas y manipularlas desde afuera para luego regresarlas al centro.

Algo parecido pasa con las otras grandes ciudades latinoamericanas.

Claro, yo percibí movimientos parecidos desde la primera vez que fuimos a Bogotá. Fue como por 1993. Me sorprendí de la energía que había en la ciudad. Y también encontré muchos puntos en común con México. Y así a lo largo de toda Latinoamérica, como dices. Así que me parece increíble poder hacer parte de esa experiencia artística latinoamericana, y poder traducirla y reflejarla en lo que hago.
No sé cuál sería el soundtrack correcto para leer Los detectives salvajes, pero siento que la energía y la experiencia que están ahí sí coinciden con lo que nosotros hemos logrado. Creo que somos afortunados de haber crecido en una ciudad como esta, a pesar de las relaciones de amor y odio que nos generan estas grandes urbes por la inviabilidad que a veces se percibe en ellas.

Ahora que menciona la relación de la banda con Bogotá, ¿es posible decir que hay canciones de Café Tacvba que podrían hablar de cualquiera de los dos países?

¡Híjole! Puede ser. Pues mira: nosotros fuimos a Colombia por primera vez cuando estábamos girando con nuestro primer disco. Entonces el Re, que fue el segundo álbum, se nutrió mucho de esas experiencias que vivimos fuera de México. No te podría decir si tenemos una canción que hable exactamente de Colombia, pero recuerdo la impresión que nos causó. Recuerdo la relación que establecimos con el país. Un ejemplo es el vínculo que creamos con Aterciopelados. Ciudades tan parecidas arrojan experiencias similares, así que sí es posible que haya canciones nuestras que describan a Colombia en ciertos sentidos.

Por contraste o identificación, ¿la pregunta por la identidad motivaba la creación de esos primeros discos?

Cada artista, cada banda, parte de un impulso creativo. Eso puede estar marcado por la reflexión y el cuestionamiento. En nuestro caso, por ejemplo, cuestionábamos mucho nuestra identidad. Nos hacíamos preguntas como ¿quiénes somos? ¿Por qué crecimos en un suburbio al estilo estadounidense en México? ¿Por qué estamos rodeados de esta gran ciudad? ¿Qué queremos filtrar de esta experiencia? Una situación un poco existencialista que nos provocó llegar a la conclusión de que debíamos hacer uso de eso que éramos.

¿Qué influencias les llegaban?

La corriente musical de esa época tenía que ver con lo que llegaba de Estados Unidos y de Europa. Sin embargo, si intentábamos implementar esas influencias, no íbamos a encontrar un resultado exitoso para poder decir lo que queríamos decir. Nuestro camino fue notar que teníamos la libertad de hacer lo que quisiéramos. Eso también nos permitió experimentar: no teníamos que esperar a que nada pasara para comenzar a trabajar, simplemente podíamos empezar a hacerlo. Era algo lúdico, también.

Pero no todas las bandas tienen esos procesos tan libres…

Pues he tenido la suerte de producir y trabajar con otros artistas, y me he encontrado con que a veces algunos de ellos coartan su propia libertad, su propia naturaleza que ya tenían. Creo que por eso también es importante tener la óptica de un tercero. Al final, lo que importa es la esencia de las canciones. Las canciones buenas tienen algo de inexplicable. Para llegar a eso hay muchos caminos posibles. Algunos reflexionan más en lo social, otros en lo sentimental, otros en lo existencial. Creo que lo importante, también, es saber reconocerse en lo que uno hace y afianzarlo.

Hablemos de su cover a Azul, de Zoé. Casualmente es una de las canciones de esa banda con una sonoridad más opuesta a lo que hace Café Tacvba. ¿Usted la escogió?

Como te decía, las grandes canciones trascienden el género y el estilo. Te conmueven, te hacen reflexionar, te hacen sentirte bien o mal. Pero incluso las canciones de desamor, que te ponen triste, finalmente te hacen sentir bien por alguna razón inexplicable. Cuando me invitaron a trabajar en este disco de homenaje a Zoé, primero comencé como productor de la versión que Andrés Calamaro hizo de Paula. Por algún motivo eso salió muy fácil.
Puede ser porque esa es una gran canción y porque Calamaro es muy bueno. Entonces después me dijeron “bueno, ¿y no quieres tú hacer una versión de algún tema de Zoé?” Y me mandaron algunas opciones y escogí esta porque me pareció más fresca, más reciente, y sin el peso de otras canciones que ya son prácticamente himnos.

¿Y cómo fue el proceso?

Pues precisamente el hecho de que todavía no sea una canción tan icónica me permitió intervenir más en ella. Procuré no alterar el corazón de esa canción, pero sí convertirla en otra cosa. Es un equilibrio difícil de lograr. Siempre he admirado a los que pueden hacerlo. No me resulta entretenido oír una versión que sea un copiar y pegar pintado de otro color. Fue un reto, sin duda. Resultó en lo que resultó. Fue un proceso de prueba y error en el que, de hecho, tuve muchos errores. Finalmente logré un sonido con el que me identifiqué.

De alguna manera logró que una canción de Zoé sonara a Café Tacvba.

Con seguridad el resultado puede tener algo de eso. Yo realmente no sé a qué suena, pero quizás sí haya gestos heredados de Café Tacvba. Habrá un par de guiños que tienen que ver con lo que yo he hecho, con el lugar en el que lo he hecho, con su historia. Puede que sí suene a algo que tiene que ver conmigo y con mi participación en el grupo. Es parte de lo que no puedo dejar de ser. Uno a veces quiere hacer algo muy diferente y al final no lo logra, todo termina pareciéndose a uno mismo. Y eso también es fantástico.
-MATEO ARIAS ORTIZ 
Redacción Domingo 
EL TIEMPO
En Instagram y en Twitter: @mateoariasortiz
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