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Música y Libros

'Alicia Adorada', una musa entre dos juglares

Alicia Cantillo, musa de la canción Alicia Adorada, compuesta por Juancho Polo 'Valencia'. La canción llegó a la fama en la interpretación de Alejo Durán.

Alicia Cantillo, musa de la canción Alicia Adorada, compuesta por Juancho Polo 'Valencia'. La canción llegó a la fama en la interpretación de Alejo Durán.

Foto:

El tema de Juancho Polo fue famoso en la voz de Alejo Durán, quien cumpliría 100 años este sábado.

Tan solo 16 años vivió Alicia Cantillo en esta tierra. Suyo es el recuerdo que cualquier oyente del vallenato revive al tararear: “Ay, pobre mi Alicia, Alicia Adorada”.
La joven, niña aún, recién casada y muerta cuando esperaba dar a luz, al parecer no salió nunca de Flores de María, un pueblo escondido del Magdalena. Pero su historia de amor trágico se ha cantado por décadas -y se seguirá interpretando-, incluso más allá de las fronteras del país y el continente.
También fue, mediante la elegía compuesta en su memoria por quien fuera su marido, la musa que conectó los destinos de dos juglares vallenatos de vidas muy distintas: Juan Manuel Polo Cervantes -más conocido como Juancho Polo ‘Valencia’- y Alejandro Durán, Alejo.
Ambos nacieron con cinco meses de diferencia -hace un siglo ya- en el territorio de la antigua provincia del Magdalena Grande.
Era una época en la que las noticias locales se cantaban acompañadas del acordeón, cuando su intérprete pasaba de un pueblo a otro, a lomo de mula. Juancho nació -según sus hijos en el corregimiento de Candelaria-, en septiembre de 1918. Alejo, el 9 de febrero de 1919, en El Paso (que después pasaría a ser parte de el Cesar).
Los dos cedieron a la seducción del acordeón y pertenecieron a esa generación que tuvo la maravillosa suerte de grabar en discos de acetato la música de su inspiración.
Destinados a adoptar el acordeón como su bien más preciado, su más fiel compañero. Fueron de los que seguían las fiestas patronales para animar parrandas y jolgorios.
En esto, quizás Juancho fue primero. Alejo parecía seguir atado a las labores de vaquería de la Hacienda Las Cabezas donde prácticamente se crío -pues allí trabajaban sus padres-. A sus 20 años, el negro Alejo -así le decían- todavía era conocido como un gran enlazador y apenas comenzaba a acariciar el acordeón de un tío. Solo empezó en forma esas “andaduras” de músico cuando se acercaba a los 30.
En contraste, Juancho Polo -apodado ‘Valencia’ porque alguien lo comparó con el poeta Guillermo Valencia-, ya tenía su historial de juergas y prontuario de tomador de ron incorregible cuando a los 24 intentó sentar cabeza casándose con Alicia. Era 1942.
Por esas fechas, Alejo, en El Paso, todavía no intentaba el rapto de Fidelina, a quien las reseñas presentan como su primer gran amor. Pasaría tiempo antes de que Alejo y Fidelina planearan aquella romántica fuga (en la que el hombre esperaba impaciente a que llegara la hora de verla salir de su casa, la misma en la que la muchacha, casi a punto de lograrlo, se paralizó al ser sorprendida por su sagaz madre que gritaba denunciando un robo y acabando para siempre con la relación de la que solo quedó la canción). Entre tanto, hacía ya unos tres años que Juancho Polo había enterrado a Alicia.
 
Realmente, Juancho Polo no la enterró. “Alicia murió solita” y él llegó tres días después, como un Ulises de mala suerte, retenido en el camino por las parrandas en las que esperaba conseguir dinero para los medicamentos que adquirió tarde.
Testigos le dijeron a Ernesto McCausland (en un documental que hizo en aquella tierra olvidada) que llegó a casa, para ver las flores marchitas del velorio. Dicen que que fue en ese mismo momento, junto a la tumba donde empezó a cantar los versos del Dios que sin amigos anda en el aire.

Realmente, Juancho Polo no la enterró. Alicia murió solita y él llegó tres días después, como un Ulises de mala suerte

Otra versión, narrada por su amigo Orlando Díaz, dice que pasó un mes entero -con todo y parrandas de por medio-, antes de que Juancho se abandonara a un frenesí alimentado de dolor, caballo a galope y borrachera.
Al acabarse el ron, ‘Valencia’ frenó su caballo, se dejó caer en la plaza del pueblo y comenzó a soltar aquellos tristes versos delante de la gente de ese pueblo donde todo el mundo lo quería y lo juzgaba.
Y no quería grabarla. Los juglares de entonces se acercaban a quienes tenían la forma de grabar discos. La música se convertía en surcos de acetato, uno por uno, y el juglar cargaba con las copias para venderlas por los caminos.
Su amigo, Díaz, relata que Juancho Polo al fin se dejó convencer, casi dos décadas después, de ir a Barranquilla a poner su Alicia en acetato, en Electrón Radio y no tuvo eco.
“El consenso general era que el disco era muy malo y se reflejaba en las ventas”, le decía el mismo compositor al amigo, según la entrevista recogida por el portal La Chachara.org.
‘Valencia’ cantaba poco Alicia Adorada, porque el sentimiento de la pérdida lo acompañaba siempre -aunque tuvo otra esposa del mismo nombre y vivió hasta casi los 60-.
Pasó tiempo hasta que llegó a manos de Alejo, un músico que era su extremo opuesto al menos en materia de fama y licor. Durán no se tomaba una gota de licor jamás, era así de contundente. Era líder de su propio conjunto musical y su fama había florecido de la mano de canciones como 039,  Altos del Rosario, La cachucha bacana y otras tantas composiciones suyas, la mayoría -1200 de 1780 canciones- con nombre de mujer (a veces con nombre y apellido).
Alejo le había cantado a otra Alicia (López) y hubo un registro suyo como autor de la canción de 'Valencia', cosa que generó confusión (Alejo explicaba que en una época donde los derechos de autor no eran tan protegidos, quienes prensaban los discos ponían el nombre del intérprete tranquilamente). Pero siempre admitió la autoría de 'Valencia', aclarando que nunca conoció a la muchacha fallecida en Flores de María.
“Alicia era una muchacha que fue mujer de Juancho Polo ‘Valencia’ -dijo Alejo en una de las entrevistas consignadas en el libro Alejandro Durán su vida y su música-.Cuando ella murió, el viejo quedó muy agobiado y en medio del dolor compuso unos versos que me llevó para que les pusiera música. Pero Alicia no fue mujer mía”.  En otra ocasión diría que le gustó la canción porque también él había vivido algo así, perder a la madre de un hijo suyo que estaba esperando.
Diría Alejo que él le puso el lamento que Juancho Polo no había conseguido al interpretarla. También le haría algún cambio en la letra y un arreglo musical. Pero el tránsito de ser una canción perdida a una de las joyas clásicas de la música vallenata fue otro de los milagros de aquella noche del 29 de abril de 1968, en la que Alejo Durán fue proclamado como primer rey vallenato.
Alicia Adorada hizo parte de su repertorio final en el concurso y junto con su Pedazo de acordeón, una de las “armas” con las que consiguió la corona.
El cajero Pablo López, que después de aquel histórico festival, empezó a acompañar a Alejo en diferentes correrías dentro y fuera del país, relata que una vez fue testigo de un encuentro entre los dos juglares. "Juancho Polo le  reclamaba a Alejo por haber grabado su canción. Y Alejo, le respondía: 'Si usted hizo esa canción para mí'", recuerda el percusionista vallenato.
Desde entonces, Alicia Adorada -canción obligada donde hay un encuentro vallenato-entonada desde entonces, bien sea en tarima o en parrandas, a lo largo de más de 51 festivales de la Leyenda Vallenata.
Más adelante habría otras versiones famosas de este paradigma del son vallenato. Jorge Oñate la grabó en 1983 y aún ahora, el célebre cantante admite que ha sido una de sus grabaciones más exitosas. Carlos Vives, diez años después, en su versión de Los Clásicos de la Provincia la llevó a otras tierras junto con el nombre del vallenato, hoy una de las músicas por las que Colombia es identificada en el mundo.
LILIANA MARTÍNEZ POLO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
@Lilangmartin
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