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¿Acaso existe gente a la que no le gusta ‘El Chavo del 8’?
Chavo del 8

El final de la serie aún sigue siendo un misterio.

Foto:

Televisión Independiente de México

¿Acaso existe gente a la que no le gusta ‘El Chavo del 8’?

Escritor Juan Fernando Hincapié publica libro sobre la famosa serie televisiva. Fragmento prólogo.

El Chavo y el fútbol (porque Maradona es el fútbol): he ahí dos cosas que les producen escozor a los intelectuales. No a todos, desde luego (y por fortuna), pero para efectos de este párrafo piénsese en el viejito apolillado hincha furibundo de Borges o de García Márquez o de Vargas Llosa, que, desde el sótano de una biblioteca o desde su despacho compartido en la universidad ni siquiera se atreve a considerar a El Chavo ni al fútbol como objeto de despliegue de su inteligencia sin par.

O también y más acorde con los tiempos, el muchacho o la muchacha que campeona en la academia gringa y arde de la putería cuando alguien confunde a Roberto Bolaño con Roberto Gómez Bolaños, y yo la verdad es que quisiera estar presente en estos momentos, ojalá papito Dios me lo conceda algún día.

A decir verdad, yo tenía pensado cerrar esta introducción con la idea de que, siguiendo la línea del más grande futbolista de todos los tiempos, a todos nos gusta El Chavo, a todo el mundo le gusta El Chavo. ¿Acaso existe gente a la que no le gusta El Chavo del 8? ¿Qué clase de personas pueden ser? ¡Perdónalos, Dios mío, porque tienen la cabeza metida por donde sabemos!

(Lea además: 'Gabo y Mercedes. Una despedida', por Rodrigo García Barcha)

No puedo proseguir sin al menos intentar una respuesta a las preguntas esbozadas. Las personas a las que no les gusta El Chavo son las que conoces y debes salir corriendo en dirección contraria, porque tienen –ellas, no tú– el alma emponzoñada. En términos televisivos es perfectamente válido sacar conclusiones de esta naturaleza. Yo, por ejemplo, nunca he podido con las personas que hacen de menos a Seinfeld, que para mí es la mejor comedia de situación que se ha hecho; de otro lado (del otro lado), confieso que no soporto a los hinchas de Friends, que es absolutamente idiota.

Desde luego que exagero, pero he notado un patrón en los odiadores de mi programa favorito. No digo que tengan mal humor, aunque en el 90 % de los casos se trata de gente muy seria que todo se lo toma muy a pecho, en especial sus opiniones sobre todos los temas. En el ámbito literario, suelen ser pichones de escritores de prosa que de la noche a la mañana se vuelven poetas.

[...]En 2020, charlando de este y otros temas, un amigo editor me deja una inquietud: ¿no será que El Chavo del 8 es un producto típicamente masculino, otra de las relucientes banderas del goce patriarcal? Mi papá y yo, yo y mi papá y mi tío, mi hijo y yo no nos lo perdemos... Show escrito y protagonizado, además, por un abandonamujeres que solo les dio papeles esquemáticos y denigrantes a sus actrices. No solo eso: ¡desertó a su mujer y a sus hijos por irse con una subordinada guapísima y veinte años más joven!

El libro de Hincapié es editado por Rey Naranjo.

Foto:

Archivo particular

Pero no: nada que ver, por más fácil que sea atacar a cualquier persona con estos argumentos. Hago una pequeña encuesta esa misma tarde: a mi novia le parece muy bueno; todas las amigas que consulté vía WhatsApp durante la tarde solo tuvieron cosas positivas para decir sobre el programa; las muchachas a quienes durante estos días impartí una inducción a la universidad (en el Externado) y que llegué a pensar que no lo conocían: les gusta (a todas las que levantaron la mano, un 75 % de las jóvenes mujeres del salón), aunque no exhiben el mismo entusiasmo que las de mi generación.

(De interés: Mundo de Harry Potter tiene una 'sede' en Nueva York).

[...]Doña Florinda no sale en el último sketch de El Chavo del 8, en 1992. Sale la Popis, pues se trata de una rutina en la escuela. A todos se los ve muy mayores (el lector no se debe privar de ver esto con sus propios ojos), y Jirafales da una aparatosa lección de inglés que termina con la pregunta al Chavo de cómo se dice “burro”. El Chavo responde que más burro será usted, profesor, y tras nuevas frases que van y vienen resulta claro que el Chavo quiere que le pregunten lo que estudió, cómo se dice profesor en inglés.

–Está bien –exclama Jirafales?... A ver, ¿cómo se dice profesor?
–Teacher.
Jirafales sonríe y contrapregunta:
–¿Y profesora?
–Catcher.
–No, Chavo. También se dice teacher.
–¿Es igual?
–Claro. Teacher es una palabra que no tiene género, por lo tanto da lo mismo profesor que profesora.
–¿Da lo mismo profesor que profesora?
–Exacto. ¿Lo entendiste?
–Sí, profesora.

La Popis luce impecable: con 43 años (y con buen maquillaje) Florinda Meza estaba en capacidad de representar cualquier personaje; la Chilindrina, al lado del Chavo en la primera fila, se ve añosa, pero digamos a la mexicana que da el gatazo. Jirafales está rollizo y las canas casi se han apoderado por completo de su pelo; lo que sí mejoró muchísimo fue su traje, azul oscuro para esta última ocasión, chaleco y corbata del mismo color y camisa blanca (yo echo en falta el sombrero y el puro, pero bueno). A Godines también se lo va más rellenito. El que se ve terriblemente disminuido es Gómez Bolaños (hablo tanto de su físico como de su voz), y uno no puede dejar de pensar que, al verse y escucharse así, decidiera darlo todo por terminado.

[...]Ha sido toda una sorpresa enterarme de que para Gómez Bolaños, el mejor actor de su serie es Édgar Vivar. Se me antoja que lo pudo haber dicho porque Vivar le parecía la mejor persona (aparte de Florinda, claro); es algo que casaría con su personalidad. Con Villagrán tuvo problemas, también con María Antonieta de las Nieves. Rubén Aguirre fue su amigo, pero lo abandonó (por poco tiempo, mas lo hizo) por trabajos mejor pagos. De Raúl el ‘Chato’ Padilla y de Angelines Fernández siempre se expresó en los mejores términos.

[...]Vuelvo al punto: ¿qué tan bueno es Ramón Valdés? Según Chespirito, Valdés es el tipo que más lo ha hecho reír en la vida. Ni Tin Tan tenía la gracia de su hermano Ramón, ni siquiera Cantinflas. Lo de Moncho Valdés era una gracia superior, un talento innato, y agrega algo que yo desconocía, pero que cuadra con el personaje por el que siento tanto cariño. Ramón Valdés nunca quiso figurar; era un tipo que no tenía ambiciones artísticas, lo único que quería era ganar su dinero y ya. En los foros de internet afirman que Valdés nunca permitió que lo maquillaran, y ni siquiera se cambiaba cuando llegaba a grabar: es decir, la ropa de don Ramón era la suya, la que se ponía todos los días. Tenis, jeans y camiseta. ¿Para qué más?

(Siga leyendo: 'Al Profesor Súper O le saca canas que la gente escriba 'ke'').

Es en la suma de estos detalles donde, para mí, reside el genio de Valdés: logró transmitir (y hasta contagiarnos) su autenticidad. ¿Cuántos actores pueden decir lo mismo?

Porque uno puede querer al Chavo (está claro que yo lo quiero, por eso le estoy escribiendo un libro), pero ¿cuánta gente quiere a Quico? ¿A la Chilindrina? ¿A doña Florinda?

Al que queremos todos (y lo queremos bien) es a Monchito. Es imposible no hacerlo. Don Ramón es el tío buena onda y un poco maloso de Latinoamérica. Si uno se detiene a considerarlo, los tíos deberían encajar en este arquetipo, y Gómez Bolaños lo sabía, como también supo que en el fondo Rondamón tenía el corazón limpio. Don Ramón es el Chavo que creció y recibió un golpe tras otro de la vida, pero nunca se quebró; don Ramón es la mediana edad del Chavo. Querer al Chavo, por tanto, es querer a don Ramón.

JUAN FERNANDO HINCAPIÉ
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
*Cortesía Editorial Rey Naranjo

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