¡Basta de hablar de millennials y centennials! Si de tendencias generacionales se trata, hay una distinta que agrupa a mujeres de diversas edades, mayores de 40, 50, 60 y más años, caracterizadas por dos detalles: no lucen físicamente de la edad marcada en su cédula y no quieren ser vistas ni tratadas como señoras de ‘mediana edad’.
Se las conoce como perennials o ageless, algo así como mujeres eternas o sin edad, y están inspirando un nuevo fenómeno del que se sabe a través de Instagram y YouTube y que representa un nuevo rato para los expertos en publicidad y mercadeo.
Entre sus principales exponentes se encuentran exmodelos como Elle McPherson, de 53 años, y fashionistas como Linda Rodin, de 69 años, que son muy activas en las redes sociales.
Pero no son las únicas. Una mujer ageless puede ser su tía favorita a la que todos confunden con su prima o su compañera de universidad a quien nadie le cree que fue de su promoción.
Se dieron a conocer como grupo a través de la agencia de mercadeo We Are SuperHuman, especializada en el género femenino, que realizó un estudio con 500 mujeres de esas edades y que estableció que el 96 por ciento de ellas no se siente identificada con la descripción que se hace de quienes tienen su edad.
De acuerdo con Rebecca Rhode, fundadora de la mencionada agencia, ellas van por ahí con sus bluejeans de moda y sus melenas naturales que hacen que por lo menos a la distancia o por detrás, no se pueda saber si se les llama ‘señoritas’, ‘señoras’ o ‘doñas’.
Voy todos los días al gimnasio, compro ropa en las mismas tiendas que lo hacemos casi todas las mujeres de 20 a 50 años y me veo igual o mejor que algunas de la que son menores
Y no es que las denominadas ageless no reconozcan su edad o quieran ser jóvenes eternas, dice el estudio publicado originalmente por el diario The Telegraph. Por el contrario, están orgullosas de su edad y del papel protagónico que tienen en la sociedad y que las ha llevado a prolongar su vitalidad.
“Es algo que tiene muchas asociaciones, que pasan por lo físico, lo mental y lo social”, explica el cirujano plástico Alan González. “Es decir, mientras nuestra mente se siente joven y llena de capacidades, nuestro aspecto se ve mayor y envejecido, lo que genera una asincronía que puede bajar la autoestima y las ganas de hacer cosas”, agrega.
González, experto en temas de envejecimiento, señala que “el aumento de la edad productiva en la sociedad actual ha generado una cultura del autocuidado, tanto para mujeres como para hombres. Desde la perspectiva femenina, a las mujeres el verse bien les permite sentirse más seguras en todos los aspectos (personal, social, familiar y laboral)”.
Así también piensan muchas de las que se identifican con esa tendencia y que a sus 40 años o más son mamás de niños pequeños, cursan una maestría, ocupan cargos directivos y están lejísimos de tomar la curva descendente en su vida que supone la llegada de la edad media.
“No tengo ninguna intención de verme como una chica de 20. Pero la realidad es que voy todos los días al gimnasio, compro ropa en las mismas tiendas que lo hacemos casi todas las mujeres de 20 a 50 años y me veo igual o mejor que algunas de la que son menores”, dice Carolina Lozano, ejecutiva de mercadeo.
Así también piensa el 80 por ciento de las encuestadas, que no aceptan el rótulo de mediana edad; en tanto que el 67 por ciento cree que está viviendo el mejor momento de su vida y el 84 por ciento expresa que acepta su edad, pero que ese número no las limita ni las define.
¿Ejemplos irreales?Para el sociólogo Fabián Sanabria, en la sociedad contemporánea es casi un pecado o un delito ser viejo y reconocerse como tal es casi que ser desechado. Por eso no es raro que “surjan montones de estrategias de mercadeo que venden la ilusión de ser eternamente jóvenes”.
Y tampoco resulta extraño que muchas mujeres “compren” la idea y se le sumen. “El lado positivo es que al sentirse y verse jóvenes pueden motivarse a seguir haciendo cosas y a sentirse más útiles; pero también es una tendencia que encierra el temor a la soledad y al retiro, que es algo inevitable en la vida”.
La escritora Rosa Montero también tiene sus reservas frente a fenómenos similares y así lo expresa en una columna titulada ‘Esclavos de las ideas dominantes’. Allí, la española de 66 años se declara “harta de ver anuncios o reportajes en los medios que hablan de ‘mujeres auténticas que se aceptan a sí mismas como son’ ”.
El problema –explica– es que para representar la loable causa de que una mujer se acepte y se quiera más allá de las exigencias sociales usan a modelos o mujeres bellísimas que, dice Montero, están lejos de parecerse a las mujeres normales o por “lo menos a cualquiera que ella conozca”.
Ese es un “engaño”, agrega, que además es aceptado por la mayoría sin darse cuenta de que es una estrategia publicitaria para cautivar a las mujeres de la calle que son las que consumen.
Para el cirujano Alan González, “es increíble que se siga asociando la dignidad del envejecimiento a las arrugas y peor aún que el hecho de tener más de 50 años descalifique las capacidades y los deseos de vida que se tienen”. Y lo que habría que hacer es aprovechar las oportunidades que actualmente brindan la ciencia y la tecnología para lucir como se desee.
El sociólogo Sanabria, por su parte, señala que no está mal basarse en ejemplos reconocidos para inspirar una tendencia y más allá de modelos o mujeres bellísimas, menciona a la primera dama de Francia, Brigitte Macron, de 64 años, como ejemplo de “mujeres mayores que pueden ser deseables y ejercer el liderazgo como ninguna otra”.
TATIANA MUNÉVAR@TatianaMunevar1
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