¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Gente

¿A los 98 años cómo mantiene uno la mente casi perfecta?

Lucy Nieto con Gabriela, su nieta menor, y dos de sus bisnietas: Lucía y Gaelle.

Lucy Nieto con Gabriela, su nieta menor, y dos de sus bisnietas: Lucía y Gaelle.

Foto:Archivo particular

Entrevista con Lucy Nieto de Samper, la más veterana periodista viva de Colombia.

A sus 98 años, Colombia le debe un homenaje a la más veterana periodista viva del país, Lucy Nieto de Samper. Hoy entrega para EL TIEMPO, su casa de toda una vida, algunas memorias.
Usted es la periodista colombiana más veterana del país. Ha vivido el oficio durante 60 años, a través de diferentes medios. Muy jovencita quedó viuda con cinco hijos, y uno de ellos, el menor, no alcanzó a conocer a su padre. ¿Por qué terminaron usted y su esposo, Alejandro Samper, semejantes cachacos, viviendo en los Llanos?
Alejo se aburrió de la vida en la ciudad y decidió, con el concurso de su hermano Alberto, comprar una tierra cerca de Villavicencio. Luego del terrible período de la Violencia, con el pacto del Frente Nacional, los Llanos, una región muy azotada por la violencia, recobró cierta tranquilidad, había oportunidades de desarrollar el campo. Vendimos la casa de Bogotá a puerta cerrada y arrancamos con cuatro hijos a vivir en la finca. Vivimos allá cinco años. Un día Alejo empezó a sentirse mal, le diagnosticaron un cáncer y poco tiempo después murió. Fue muy duro.
Entiendo que sin ninguna experiencia profesional previa, usted aprendió en esa época a hacer contabilidad...
Sí. Pero imagínese que antes, con mi vecina Beatriz Santos de Urdaneta, hermana de Enrique y Hernando, hicimos sombreros. Teníamos cabezas de madera y plancha de vapor para darles formas a los fieltros, y luego los terminábamos con cintas y plumas y los vendíamos. Plenos años 50. Nos fuimos para los Llanos en el 54.
¿Y cómo empata los trabajos que le van saliendo con garantizar el sustento de cinco chiquitos? Es que María Elvira Samper, su hija mayor, periodista, tenía apenas 13 años...
Trabajaba en Cromos como free lance y entonces me tocó del todo allá. Después, Jaime Soto me propuso hacer un programa de radio. Se llamaba Contrapunto femenino y lo hice con Beatriz de Vieco. Invitábamos toda clase de personajes. También hice entrevistas para un programa de Teletigre, el canal de Consuelo de Montejo, que se llamaba Blanco y negro. Hice un programa de televisión con mi mamá, Algo para recordar, dirigido por César Simmonds. Y en otro frente, colaboré con Population Reference Bureau escribiendo artículos sobre temas ambientales y de población.
Increíble. Con 33 años quedó viuda, y sacó a cinco hijos adelante. De los cuales viven tres y fallecieron dos. Debe de haber sido muy difícil...
Terrible. Mi hija Lina murió de cáncer, sufrió muchísimo. Fue entonces cuando renuncié al consulado en Milán. También murió mi hijo Alejandro, quien desde chiquito heredó de su padre la pasión por los Llanos. Vivió allá hasta su muerte.
¿Cuántos nietos y cuantos bisnietos tiene?
Seis nietos y tres bisnietas.
¿A qué horas aparece el periodismo? Parecía estar destinada, porque es hija de LENC (Luis Eduardo Nieto Caballero), quien escribió para EL TIEMPO durante décadas. Una herencia periodística muy fuerte por un lado, pero, por otro, usted tenía una familia muy activa políticamente...
Me fui por el periodismo ya estando casada y con hijos. Me llamó Jaime Restrepo, que acababa de comprar la revista Cromos, y me propuso escribir sobre temas femeninos, cosas de la vida social, matrimonios, fiestas, moda y ese tipo de cosas, de lo cual era inimaginable que no se escribiera en esa época.
¿Cuándo pasa al tema de Bogotá, que la apasiona y sobre lo cual aún, a los 98 años, sigue escribiendo cada quince días su columna de EL TIEMPO, ‘Cosas que pasan’?
Un día Enrique Santos me llamó para que escribiera en EL TIEMPO. Me acuerdo de que lo primero que hice fue una entrevista a ‘Tiro Fijo’, que no ‘Tirofijo’ (risas). Era un lotero que vivía parado en la puerta de EL TIEMPO y a quien queríamos mucho. Con esa entrevista me inauguré en el periódico. En algún momento me estrellé en el carro y tuve que hacer una cantidad de trámites espantosos. Entonces le pedí a Enrique Santos que me dejara escribir de lo que pasaba en el tráfico.
Ahí empezó la columna ‘Cosas que pasan’. Escribía en las últimas páginas sobre el tema social y me sentí orgullosísima de que me pasaran a la editorial. Ya era más complicado y no podía escribir de tanta pendejada, sino algo como más seriecito. Desde ahí me quedé en EL TIEMPO. Y a propósito de ‘Tirofijo’, le cuento que lo conocí cuando los diálogos de Uribe. En 1984 hice parte de la Comisión Nacional de Verificación, junto con Horacio Serpa, Álvaro Leyva, Nicanor Restrepo y Gilberto Vieira, entre otros.
Pero también ocupó cargos interesantes en la ciudad, como ser miembro de la Sociedad de Mejoras y Ornato...
Sí. Por mi interés en la ciudad le pedí entrar a su entonces directora, Elvira Cuervo de Jaramillo.
¿Qué podría hacer hoy esa sociedad por Bogotá, con todos los monumentos vueltos nada? ¿Qué tal la masacre de los Héroes?
No sé hoy, pero mientras estuve allá nos dedicábamos mucho a cosas de la ciudad y su organización. Luchamos por la recuperación de Villa Adelaida, y no se pudo hacer nada, pero hoy veo que está a punto de ser completamente restaurada. También organizamos conferencias con escritores, artistas, urbanizadores, que podían aportar.
Le ha tocado ver desfilar a más de 30 alcaldes distintos de Bogotá. ¿Le gusta Claudia López?
Soy fan de Peñalosa. Comparada con él, ella habla más de lo que hace. Es muy emocional y reactiva. Parece que la ciudad se le salió de las manos.
Devolvámonos un poco. Usted fue una de las primeras mujeres colombianas que votaron en el plebiscito del 57. ¿Había mucha oposición contra las mujeres sufragantes?
Me tocó votar para el plebiscito cuando vivía en los Llanos. Voté por Alberto Lleras.
Debió de tener muy claro por quién, porque su casa era un hervidero político donde se reunía todo el mundo... Incluso su mamá era la jefa de Las Policarpas, un grupo político liberal muy activo y beligerante durante la dictadura de Rojas Pinilla.
Cierto. Por mi casa vi desfilar a muchos políticos liberales como Eduardo Santos, Alberto y Carlos Lleras, Darío Echandía, y cuando iba para su finca en los Llanos, López Pumarejo hacía una corta parada en la nuestra. Durante la dictadura de Rojas, en la casa de mis padres se reunían a conspirar mis primas Clemencia y Helena Calderón, mis hermanas María Paulina y Clara y otras mujeres liberales. Allá se gestó la famosa manifestación de las mujeres. En ella, Isabel Reyes, la esposa de Lucas Caballero (Klim), se subió a un tanque en la plaza de Bolívar para impedir que se moviera. Con gases y agua, el Gobierno la disolvió.
¿Las gasearon? (Risas).
Sí. Todas éramos mujeres, pero nos acompañaron muchos hombres, incluyendo a mi papá, que desde las aceras trataban de protegernos mientras nosotras avanzábamos hacia la plaza de Bolívar. No alcanzamos a llegar, porque entre los chorros de agua y los gases lacrimógenos tuvimos que devolvernos. A mi papá lo encarcelaron en el gobierno de Urdaneta y fue perseguido durante la dictadura de Rojas. En esa época escribió varias cartas, denunciando la dictadura y la corrupción de la familia Rojas. Después las publicaron bajo el título de ‘Cartas clandestinas’, que de clandestinas no tenían nada porque las escribía de su puño y letra y las entregaba personalmente en la puerta de Palacio.
Entiendo que usted también estuvo presa...
Sí, unas horas (risas). Llegué de los Llanos, donde vivía, y en ese agite de mis hermanas y mis primas dije que tenía que hacer algo. Me fui a El Espectador, donde Alberto Lleras tenía sus oficinas, y le dije que yo quería ayudar. Me dieron un poco de papeles...
¿Panfletos?
Sí, contra la dictadura. Los imprimían en un mimeógrafo que un amigo liberal les guardaba en el barrio Santa Fe a mi hermana Clara y a mi prima Helena Calderón. Me fui en el carro de mi papá repartiendo esos panfletos y cerca de la Javeriana unos tipos se bajaron de un jeep y me llevaron detenida. Allá llegaron Enrique Santos, mi hermano Eduardo y Eduardo Jaramillo, y lograron que me soltaran.
¿Es cierto que a su conductor lo torturaron en la plaza de toros durante Rojas?
Sí, fue uno de los muchos a los que torturaron. Y luego cogieron a mi hermano Eduardo y lo tuvieron preso como cuatro días.
También fue una de las pioneras de la defensa del control de la natalidad en Colombia, apoyó la labor de Profamilia.
Me parecía terrible lo que estaba pasando con la explosión demográfica, con la gente teniendo niños sin medir las consecuencias, sin información ni ayuda. Fernando Tamayo fundó Profamilia, y me integré a la causa para apoyar esa batalla en favor de la mujer.
¿Es cierto que por causa de esa batalla monseñor Solano, párroco de la iglesia de El Chicó, la insultaba desde el púlpito todos los domingos?
Sí. Además porque critiqué que construyera otra iglesia encima de la muy sencilla que existía, en lugar de hacer aulas para estudiantes. Desde entonces me lanzó a las tinieblas exteriores y comenzó a clavarme vainas en los sermones. No volví con mis hijos a esa iglesia.
Otra faceta periodística: jefa de prensa de dos gobiernos, López Michelsen y Virgilio Barco. ¿Memorias?
Experiencias muy interesantes ambas. Estaba en el centro del poder. Con López la cosa era dura, pues era muy exigente. Era una ira, y uno tenía que andar como sobre cáscaras de huevo. Estuve dos años y renuncié porque iban a montar una oficina paralela que duplicaba funciones y no estuve de acuerdo.
¿Es cierto que durante López, en la cumbre de Santa Marta, donde se oficializó la devolución del canal de Panamá, a usted se le perdió el diamante del anillo matrimonio?
Sí, y jamás lo volví a encontrar.
¿Cómo fue en los tiempos de Virgilio Barco ese mismo cargo?
No duré mucho. Me aburrió porque iba a hacer algo en lo que ya tenía experiencia, y ahí estaba un señor Fernando Sánchez que metía mucha baza, muy sabihondito, que quería cambiar todo... No me gustó, no me acomodé al nuevo estilo y renuncié.
¿Cómo es el cuento de que cuando estaba en la Presidencia nunca usó el carro oficial para diligencias personales? ¿Que cogía su Volkswagen y se iba a hacer mercado sola al Carulla cerca de su casa?
Yo usaba mi carrito. No me parecía correcto hacer mercado en carro oficial.
Primera votante, precursora de la planificación familiar. ¿A estas alturas, usted es feminista?
No. Apoyé a muchísimas mujeres en esa época, pero me aburren mucho esas organizaciones de activistas.
¿Por qué?
Todos los que me dieron la mano fueron hombres, no soy activista del feminismo.
Hizo prensa, radio, TV. ¿Con cuál de todos esos trabajos se quedaría hoy?
Pues con el que tengo. En el de radio, muy interesante, empezamos a meternos en política y era muy divertido, porque hacíamos propaganda en vivo del tamaño de decir: “Aquí está el Presidente de la República, luciendo un traje marca Everfit”... (Risas).
A su hija periodista, María Elvira Samper, ¿eso le nació por su influencia o espontáneamente?
Creo que le nació. María Elvira advirtió muy claramente desde muy joven que no quería ser ni la hija de Lucy Nieto ni la nieta de LENC. Y llegó un momento en que a mí me llamaban la mamá de María Elvira, ni me nombraban.
A estas horas de la vida, ¿qué no hizo que hubiera querido hacer?
Viajar más.
¿Y qué no habría hecho?
No sé. Todo ha sido con el periodismo de por medio y todo me gustó porque creo que hice bien ese trabajo.
¿A los 98 años, cuál es el secreto para mantener intacta la cabeza?
A Dios gracias, haber disfrutado a mis hijos tanto. Pero siempre muy terrible estar tan consciente de que se está mal. Es duro entender que uno sobra y que lo único que hace vivo es ponerles problemas a los hijos. Entonces, yo sí me quisiera morir, pero nada...
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO