En un hecho sin precedentes en las últimas décadas, el clero en pleno tuvo esta semana una asamblea extraordinaria. Los 90 obispos y arzobispos del país viajaron a Bogotá, a celebrar una especie de ‘cónclave’ con el fin de analizar los acontecimientos recientes frente al limbo en el que se halla el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc.
Monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal y un hombre que le ha dedicado gran parte de sus 74 años a la búsqueda de la paz en el país, confía en Dios, en los colombianos y en que el proceso de paz saldrá a la luz. Aclara la postura de la Iglesia frente al plebiscito –considerada por algunos sectores tibia, por no comprometerse de lleno con el ‘Sí’–, aplaude las movilizaciones sociales de las últimas semanas y, en nombre del catolicismo, pide que el acuerdo se concrete ya.
¿Por qué hicieron esta asamblea extraordinaria de obispos?
Porque todos los obispos estamos preocupados por la situación del país, y para publicar un comunicado.
¿Qué dice ese comunicado?
Quisimos manifestar nuestra preocupación por el país y nuestra oración por la paz. Y deseamos que llegue pronto el acuerdo definitivo con las Farc. En ese sentido nos unimos a todo el país, que está superando lo que pasó y mirando hacia adelante para que este acuerdo se logre. También estuvimos hablando mucho sobre el cese de hostilidades; nos preocupa que se vaya a interrumpir. Por eso pedimos que siga de manera indefinida. Y, sobre todo, hacemos una invitación a la reconciliación.
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La Iglesia católica apoyó el proceso de paz. Pero en el plebiscito no se comprometió con una postura contundente. Para algunos, fue una posición tibia...
Entiendo que muchos nos hayan interpretado mal, como si hubiéramos querido lavarnos las manos, como si hubiéramos querido quedarnos mirando los toros desde la barrera. Nosotros reflexionamos mucho sobre esta situación, y por eso la invitación nuestra fue muy enérgica: hay que salir a votar. Y votar en conciencia, informados del asunto.
¿Le quedaba difícil a la Iglesia comprometerse con el ‘Sí’?
Lo que hicimos fue lo mejor que pudimos hacer: invitar a los ciudadanos a votar de manera consciente, sin meternos dentro de la conciencia de cada uno para decirles: ustedes tienen que votar por esto o por lo otro. Los del ‘Sí’ pueden estar un poco molestos, pero lo mismo hubieran podido decir los del ‘No’.
¿Cómo explicar entonces que el papa Francisco, de manera férrea, invitara a apoyar la paz?
El Papá invitó a votar por la paz, para que nos comprometamos con la paz. Y esa invitación no se identificaba ni con el ‘Sí’ ni con el ‘No’. No se puede manipular al Papa. Estas categorías (del ‘Sí’ y del ‘No’) no estaban en su cabeza de ninguna manera.
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Aunque la Iglesia sostuvo una posición neutral, hubo obispos y sacerdotes que invitaron a votar por el ‘No’. ¿Qué opina?
Es cierto. Nosotros hicimos este comunicado conjunto, y yo esperaba que todos los obispos se unieran a él. Pero hubo expresiones, yo diría lamentables, y es una lástima que eso haya sucedido. Es parte de esta polarización en la que está el país. Porque aunque tomamos una decisión del episcopado en conjunto, y tenía que ser mantenida por todos, algunos no lo hicieron.
¿Se podría hablar de una división dentro de la Iglesia?
Yo no diría división; diría, mejor, que hubo una especie de entusiasmo mal conducido con el deseo de que ganara lo uno o lo otro.
El Gobierno, los promotores del ‘Sí’, los estudiantes y otros sectores piden que el acuerdo se implemente ya. ¿Qué dice la Iglesia?
Yo no creo que sean los seguidores del ‘Sí’ los que están pidiendo acuerdo ya. Yo creo que son los del ‘Sí’ y los del ‘No’ los que empezaron a tomar conciencia de que debían participar más en este proceso. Y lo bonito de todo esto son todas estas marchas, especialmente las de los jóvenes, donde están revueltos todos porque ya superaron esas categorías del ‘Sí’ y del ‘No’ para pedir lo fundamental: que no haya más muertos por la guerra y se llegue a un acuerdo ya.
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¿Eso quiere decir que la Iglesia también se suma este clamor del acuerdo ya?
¡Sin duda, claro que sí! Este es un anhelo de todos los colombianos. Porque podríamos llegar a un acuerdo dentro de un año, pero corremos el riesgo de que todo lo que se ha alcanzado se desbarate y vuelvan la guerra y los muertos. Los jóvenes están muy sensibles a este peligro y por tanto ellos piden acuerdo ya, como lo pedimos también nosotros.
¿Cómo interpreta las propuestas del Centro Democrático y de los voceros del ‘No’ frente al acuerdo logrado en La Habana?
En los diálogos que se han dado hasta ahora se ha visto que algunas de las propuestas sugeridas se pueden lograr, pueden ser asimiladas. Y eso está bien: obligar a la mesa de negociaciones a que vuelva a trabajar y discutan. Creo que esos aportes pueden enriquecer mucho esos acuerdos. Además, en medio de tantas contradicciones se van aclarando muchas cosas que tal vez eran claves para los expertos, pero no para el común del país.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, a la confusión con el tema de la ideología de género.
¿Y qué decir frente a la polémica de la ideología de género?
Lo primero que tengo que decir es que no existe dentro de los acuerdos de paz. Las expresiones usadas son otras y el contenido y el contexto del que se quiere hablar allí es el de la mujer que ha sido sacrificada por la guerra y a la que hay que poner atención como una víctima privilegiada. Eso no es ideología de género, eso es una perspectiva que busca favorecer a las mujeres víctimas del conflicto. La ideología de género no tiene nada que ver con eso.
El voto evangélico tuvo mucho peso en el triunfo del ‘No’. Muchos pastores invitaron a votar por el ‘No’ argumentando que los acuerdos de paz implementarían la tal ideología de género y que eso sería destruir la familia. ¿Qué opina?
Me parece muy bueno que las iglesias cristianas no católicas se hayan comprometido fuertemente en todo este asunto de la paz. Ahora, si ellos interpretaron mal el término ‘género’, como pura ideología, era lógico que iban a rechazar los acuerdos. Y junto con eso rechazaron todo el acuerdo de La Habana.
¿Cree que se equivocaron y confundieron a sus fieles?
Lo único que puedo decir es que hicieron una interpretación diferente.
Hay quienes creen que los del ‘No’ están interesados en dilatar el proceso mientras llegan las próximas elecciones presidenciales...
Yo creo que cuando hay sed de poder, hasta eso se quisiera. Pero sería lamentable que todo este clamor por la paz, que se exige ya, se alargue y se empate con las elecciones para que el ganador diga: ‘Yo le estoy dando la paz a este país’. No. Esto hay que lograrlo ya y evitar semejante barbaridad, que sería una ofensa para todos los colombianos.
En una entrevista en el diario ‘La República’, Juan Carlos Vélez, gerente de la campaña del ‘No’ en el Centro Democrático, confesó que la idea de la campaña era no explicar los acuerdos e indignar a la gente.
Lo primero es que realmente lograron indignar a la gente. Pero el fin no justifica los medios a través de mentiras. Eso no está bien. Es lamentable que haya habido mentiras conscientes, porque las mentiras son siempre engañosas y eso no es parte de una política sana.
¿Qué consejo le daría al presidente Santos?
Sobre todo, que no es tarde para empezar un proyecto de pedagogía para explicar los acuerdos en una forma más sencilla; que no se confíen porque los académicos entendieron todo. La gente sencilla, que es la que vota, la que protesta o aplaude, tiene que entender. Tienen que traducir el lenguaje jurídico y difícil de La Habana a un lenguaje sencillo para la gente sencilla. Eso es servir y respetar al pueblo y orientarlo sanamente.
¿Y frente a los acuerdos?
Que siga trabajando en la línea de la justicia transicional y que haga entender que no es una justicia inventada en Colombia. Por lo menos ochenta de los conflictos mundiales de las últimas épocas se han resuelto con base en la justicia transicional. Eso, para que no parezca como una rueda suelta, como se ha sugerido.
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Y si se encuentra con el senador Álvaro Uribe, ¿qué le diría?
Que tenga un tris de paciencia. Porque si hay cosas que pide que son difíciles o imposibles de lograr, con paciencia podría decir: bueno, si este punto no se logra ajustar, no vamos a sacrificar todo el proceso. Ojalá que algunas de las cosas que él ha dicho se puedan incorporar en los nuevos acuerdos, para bien de toda Colombia.
El diario estadounidense ‘The New York Times’ dijo, en su editorial del viernes pasado, que el expresidente Uribe está bloqueando la paz. ¿Qué piensa?
No. Yo no haría un juicio así, tan tajante. Yo creo que sus posiciones han sido diferentes, pero es una diferencia que puede enriquecer el proceso. Lo importante es que no haya alguna cosa que sea realmente imposible de introducir en el proceso y genere un bloqueo. De hecho, muchas de las cosas que él está sugiriendo ya están ahí en el acuerdo. Es cuestión de descubrirlas.
¿Cómo interpreta las movilizaciones sociales de las últimas semanas?
Me parecen muy positivas. Aquí no hay polarizaciones entre el ‘Sí’ y el ‘No’. Eso ya está mandado a recoger. Ahora lo que hay es un anhelo conjunto de los unos y de los otros por parar esta guerra.
Pero sigue habiendo una fuerte división entre los del ‘Sí’ y los del ‘No’, sobre todo en redes sociales...
Si algo nos falta a los colombianos es hacer un esfuerzo para reconciliarnos los unos con los otros. Pero la reconciliación tiene una premisa muy importante: el perdón. Cristo perdonó en la cruz, no esperó a que condenaran a sus enemigos. Aunque a nadie se lo puede obligar a perdonar, yo invito a los colombianos a hacer ese esfuerzo para que se den cuenta de cómo nos abrimos a una vida muy diferente y luminosa. Esa luz que no existe cuando el corazón está lleno de resentimiento.
¿Qué decir frente al miedo y la incertidumbre?
Lo primero es que el miedo hay que manifestarlo. Es el miedo a que las tendencias hacia la muerte triunfen sobre las tendencias hacia la vida. Cuando toda la juventud pide acuerdo ya, está exclamando valor en medio del miedo para seguir luchando por la vida y la verdad.
Usted insiste en recuperar la esperanza. ¿Cómo lograrlo?
Claro, en 50 años de guerra y en medio de tantos intentos de paz, uno puede dejarse llevar por la desesperanza y el miedo. Pero es momento para recobrar la esperanza y apostar por la vida. Para que no haya más muertos y empecemos a vivir como hermanos que se aman y no como lobos que se despedazan.
¿Qué tan optimista está?
Yo soy optimista sencillamente porque tengo fe. Porque sé que en medio de todo está Dios, que nos conduce a veces por caminos difíciles. Creo que los corazones, hoy por hoy, están dispuestos a dejarse mover por la esperanza.
JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
Redactor de EL TIEMPO@JoseaMojicaP