Geovanny Mendoza Espitia pisaba los 50 años de edad cuando un aparatoso accidente lo dejó postrado en una cama. La tarde del viernes 10 de enero de 2014 salió de su trabajo en la Universidad Nacional, a bordo de su bicicleta, aquel caballo de acero que fue su medio de transporte y también compañero de deporte, ya que por mucho tiempo practicó velocidad de fondo.
Cuando rodaba a una velocidad considerable, la bicicleta sufrió la rotura del tenedor, provocándole una fuerte caída. Luego del impacto, al intentar levantarse, ya no sintió sus piernas. Fue auxiliado por ciudadanos y llevado a un centro asistencial.
El diagnóstico de los médicos: una grave lesión medular denominada cuadriplejia espástica, y muy pocas esperanzas de volver a caminar. Con el peso de la difícil noticia, luego de 15 días de hospitalización fue dado de alta, pero a los tres días Geovanny sufrió una embolia pulmonar que lo envió otra vez al hospital.
Logró superar este nuevo quebranto de salud, pero fue allí donde este artista bogotano y su familia comprendieron que el camino no sería nada fácil.
Después de ser un deportista consagrado, esposo y padre de tres hijos, ahora necesitaba ayuda para moverse de su cama, para realizar sus necesidades primarias. Geovanny emprendió así un nuevo estilo de vida, o más bien una batalla. “Es un choque muy duro porque mi trabajo era de mucha fuerza, manejaba máquinas pesadas, y fue muy difícil ver que perdí el 65 por ciento de mi capacidad laboral”.
Fue un año totalmente postrado en una cama, dos años más en terapia intensiva y mucha paciencia, de parte de él y de quienes lo rodeaban. En medio de este proceso, decidió retomar el camino del arte. Egresado de la Escuela Distrital de Artes Plásticas y con una vasta experiencia en el campo, empezó a realizar sus primeros trazos luego del accidente.
Es un choque muy duro porque mi trabajo era de mucha fuerza, manejaba máquinas pesadas, y fue muy difícil ver que perdí el 65 por ciento de mi capacidad laboral
Sus manos, también afectadas por la lesión, fueron la primera prueba: tomar el lápiz y el pincel ahora era una rutina diferente, pero no imposible. Así, desde su cama, logró realizar su primera obra, ‘Alegría Imaguí’, la que le dio impulso para seguir plasmando momentos sobre el lienzo.
Aunque antes del siniestro Geovanny Mendoza se dedicaba a los grandes formatos, realizando murales de hasta 100 m2 y esculturas de 3 metros de alto, esta primera obra, de medio pliego, sería uno de los grandes pasos de su nueva vida.

Alegría Imaguí.
Archivo Particular
Siguiendo fielmente su plan de rehabilitación en la Fundación Arcángeles, Geovanny logró pasar de su cama a una silla de ruedas. Ahora, podía ser un poco más independiente, y al mismo tiempo su obra, ‘Mirada de esperanza’, iba sumando rostros.
“Mi obra es un llamado a las personas a prestarle más atención a lo que sucede con los niños; a muchos pequeños los violan, los maltratan, los matan y sus miradas son la máxima expresión, sin idiomas ni fronteras; reflejan su dolor y asombro, pero también hacen entender que todavía hay esperanza por un mejor mañana”.
Esos rostros de tantos niños que solo desean jugar pero han sido golpeados por el flagelo de la guerra y de la maldad de las personas y la reclamación de sus derechos, han sido fuente de inspiración de esta obra que ya ha expuesto en varios escenarios.
A la casa del maestro Geovanny comenzaron a llegar personas interesadas por el mundo de las artes plásticas, entre ellas personas en condición de discapacidad. Lo que comenzó como pequeñas asesorías se convirtió en completos talleres.
“El arte es romper con las limitaciones. A las personas que llegan al taller les digo que se atrevan, porque para ser talentoso no hay que nacer con esa estrellita, uno puede desarrollar el talento con la guía de alguien y el transcurso del tiempo”, dice el maestro Geovanny.
El grupo se fue haciendo más grande y de él nació el proyecto ‘Visibilizarte’, junto a un colectivo de artistas, entre ellas Luz Estela Tabera, también en condición de discapacidad, reconocida por su emprendimiento y defensa de los derechos de la mujer, dedicada a esta iniciativa de enseñar artes a niños, jóvenes y adultos.
Allí los participantes, en su mayoría con alguna discapacidad, aprenden diferentes técnicas y materiales en pintura, haciendo que cada estudiante realice una obra de arte que lo identifique y motive.
Desde su silla de ruedas, el maestro Geovanny sigue el proceso de cada aprendiz de manera personalizada, atendiendo a su condición y estilo, garantizando no solo el desarrollo de las habilidades sino también que se diviertan.

Asombro Inocente.
Archivo Particular
Es este el caso del abogado Alexander Hidalgo, con una condición de talla baja, quien decidió alternar su trabajo en la Fiscalía General con el arte. Es uno de los más asiduos estudiantes y ya tiene su propia obra. Ha realizado exposiciones en diferentes escenarios junto a otros compañeros del proyecto. “Al maestro Geovanny me le quito el sombrero por la labor que desempeña. Lo que hacemos en el taller es un gran aprendizaje, es una terapia para salirnos de la cotidianidad”.
La última exposición de los integrantes de ‘Visibilizarte’ fue realizada en el Centro de Desarrollo Comunitario de Kennedy, durante tres días. En este escenario, decenas de personas tuvieron la oportunidad de apreciar sus pinturas y esculturas, que sin duda dejan ver el progreso alcanzado en el nivel de sus obras, demostrando el poder de la voluntad y la disciplina.

Mirada de esperanza.
Archivo Particular
En esta oportunidad, Katherine Mendoza, de 14 años e hija del maestro Geovanny, también participó en la exposición. Reconociendo lo estricto que es su padre a la hora de enseñar, pero agradeciéndole a la vez por compartir su conocimiento.
El futuroEl protagonista de esta historia ha logrado levantarse de su silla de ruedas y, ayudado de un bastón, hace algunos metros de marcha. Aún necesita la silla, pero su recuperación continúa. “Tuve que aprender a caminar de nuevo. Un día comencé a trabajar la mente, a volver a controlar esfínteres y me quité la sonda, y espero recuperarme más”.
En cuanto al arte, sus próximas metas están muy claras: planea llevar su obra a la Bienal de Bogotá, participar en la convocatoria que podría llevarlo a exponer a nivel internacional, en Luxemburgo, y por supuesto, obtener incentivos para ayudar a fortalecer el proyecto ‘Visibilizarte’, quizá el que más satisfacción le ha traído: “poder ayudar a gente en condición de discapacidad es un orgullo, porque cuando estaba en el peor momento, ver la fuerza de estas personas en su día a día fue lo que me hizo sentir que yo también podía superarme. Discapacidad no es incapacidad”.
Para conocer más sobre el protagonista de nuestro #GenteBacana de esta semana puede ingresar a www.geovannymendoza.jimdo.com.
JOSÉ MAURICIO GRANADOS CLARO
Periodista Unidad de Redes Sociales EL TIEMPO
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