Algunas de estas tumbas se asemejan a capillas, con blancas columnas, vitrales con ángeles y esculturas religiosas.
Alfredo Estrella /AFP
Narcos como Melesio Beltrán Medina quisieron un final más digno y ahora descansan en sitios como Jardines de Humaya, en Culiacán, la capital estatal.
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Es también común ver que estas tumbas estén acompañadas de mensajes de la Biblia.
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Las puertas de vidrio a prueba de balas y las imponentes estructuras demuestran que estas lujosas tumbas son uno de los símbolos de la narcocultura de la última década.
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Otras tumbas parecen modernos apartamentos con puertas de vidrio, dos pisos y salas de estar con sillones para quienes vayan a visitarlas.
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"Es una expresión del poder, de su ostento y también una manifestación de su ánimo de eternidad", dice Carlos Ayala, profesor de filosofía y especialista en 'narcocultura'.
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La 'narcocultura' se mezcla con la religión. Criminales y millones de mexicanos adoran diferentes figuras alrededor de temas como la muerte.
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Al caer la noche, las luces se encienden de manera automática en varias tumbas. Muchas tienen sistemas de alarma.
Así se ve un cementerio mexicano ubicado en Culiacán, donde es normal encontrar tumbas de dos pisos equipadas con sala de estar, aire acondicionado y vidrios a prueba de balas. "Hay un fuerte componente religioso en la narcocultura, porque si hay alguien que necesita una protección supernatural son los narcos, que en cualquier momento pueden ser abatidos por sus rivales o por las fuerzas de seguridad", comenta Andrew Chesnut, profesor de estudios religiosos de la Universidad Commonwealth de Virginia y autor de 'Santa Muerte: la segadora segura'.