“Lo conocí, fue un hombre bueno, entregado a su deber (…) un hombre lleno de fortaleza, un hombre sencillo que no quiso figurar, que trabajaba para el periódico (EL TIEMPO) y en el fondo para la patria”. Así se refirió el viernes el padre Alfonso Llano a Enrique Santos Castillo, el alma y nervio de la redacción de EL TIEMPO durante décadas, en una misa en la que se conmemoraron 100 años de su nacimiento.
Fue una ceremonia religiosa en la pequeña iglesia de Santa Mónica, en el norte de Bogotá, a la que, si bien era privada, llegaron, además de los familiares, muchas personas que trabajaron con él durante su permanencia en el diario.
“Era un hombre lleno de generosidad, preocupado por su esposa, por sus hijos, por su país”, dijo el padre Llano en la homilía.
En la primera fila de la iglesia estaban los hijos de Enrique Santos, el eterno editor general de EL TIEMPO: Enrique, exdirector de EL TIEMPO; Luis Fernando, expresidente de esta Casa Editorial, y Felipe.
El presidente Juan Manuel Santos, también hijo de Santos Castillo, no pudo asistir, pero estuvieron presentes su esposa, Clemencia Rodríguez de Santos, y sus hijos Martín y María Antonia.
También estuvieron otras personas cercanas a don Enrique, como se lo conocía: Roberto Pombo, director de EL TIEMPO, y Rafael Santos, su sobrino y exdirector del diario, hoy rector de la U. Central.
(Además: Enrique Santos Castillo y lo que deja)
Igualmente hicieron presencia algunos de los periodistas que durante mucho tiempo trabajaron con él, y que coinciden de manera casi monolítica en que fue uno de los periodistas con mayor olfato para encontrar las noticias en el país.
“Me enseñó lo poco que sé. Fue el hombre que más olfato ha tenido en el medio para detectar las noticias”, dijo Gabriel Ortiz, periodista que durante muchos años dirigió noticieros de televisión.
“Era un periodista con una enorme capacidad para encontrar noticias (…) Era un verdadero maestro”, dijo el columnista Daniel Samper Pizano.
Carlos Piñeros, quien fue redactor económico de EL TIEMPO, dijo que fue “el mejor editor de este mundo”, con el que “se podía discutir qué era lo mejor para informar con imparcialidad”.
Para Alejandro Santos, director de Semana y nieto de don Enrique, fue “un buen papá, un excelente periodista, un abuelo extraordinario y el epicentro de la familia”.
Dijo que lo recuerda con sus tirantas “recorriendo la redacción tirándoles línea a los periodistas y bajando a la sección de armada a mirar la primera página”.
El exministro Jaime Castro, quien destacó las bondades humanas de Santos, recordó que cuando él fue alcalde de Bogotá, y se dio la renuncia del secretario de Hacienda, se encontraron en un acto público y le preguntó a quién iba a nombrar, porque le preocupaban mucho las finanzas de la ciudad. Le contó que le había ofrecido el cargo a Fernando Zarama.
“Enrique sin dudarlo dejó a quienes iban con él, sacó una moneda, buscó un teléfono público y llamó a EL TIEMPO para que de una metieran la noticia de quién sería el nuevo secretario”.
EL TIEMPO
Comentar