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Gente

De huir del Estado Islámico a organizar pruebas de esquí en Francia

Raad y Wissam, de 33 y 27 años, fijan las banderas, montan los refugios y echan una mano donde les necesitan.

Raad y Wissam, de 33 y 27 años, fijan las banderas, montan los refugios y echan una mano donde les necesitan.

Foto:Sebastien Bozon / AFP

Raad y Wissam Hadaya trabajan como voluntarios en la Copa del Mundo de esquí combinado nórdico.

Con menos 15 grados y un viento glacial, Raad y Wissam Hadaya, dos iraquíes que llegaron a Francia como refugiados huyendo del Estado Islámico, trabajan como voluntarios en la Copa del Mundo de esquí combinado nórdico en Chaux-Neuve, su forma de decir 'merci' al país que les acogió.
Bajo cuatro capas de protección y una caliente parka, Raad y Wissam, de 33 y 27 años, fijan las banderas, montan los refugios y echan una mano donde les necesitan los organizadores de la prueba francesa de esta modalidad., disputada entre el pasado sábado y el domingo.
"Para nosotros es un honor, queremos participar en las alegrías y en las penas de la gente que nos recibe y es nuestro medio de decir gracias a Francia, de devolver un poco de lo que nos han dado", explica Raad, de ojos azules y pelo castaño, protegido con un gorro de nieve.
La familia Hadaya se fugó de Qaraqosh, una de las ciudades de Irak con mayor número de cristianos, cuando fue tomada por el Estado Islámico, en agosto de 2014. Refugiada en Erbil, en el Kurdistán iraquí, pidió asilo en Francia, con el objetivo de evitar el penoso periplo completado por miles de personas que huyen de la guerra; atravesar Turquía y los Balcanes antes de alcanzar el centro de Europa.

Dos años de espera

Después de dos años de espera en condiciones "muy difíciles", fueron autorizados a viajar en avión a Francia. El contraste entre el calor de su región y las temperaturas polares de Chaux-Neuve, "la pequeña Siberia francesa" como la llaman, es enorme.
"Pero la gente ya nos había dicho: ¡Llega el frío, llega el frío! Y nos prestaron ropa caliente", añade Wissam.
Raad, profesor de inglés, y su sobrino, albañil, trabajaron desde el miércoles junto con los cerca de 500 voluntarios de esta competición emblemática del Macizo del Jura, que recibe cada años a unos 15.000 espectadores.
"Están muy motivados y son adorables, siempre disponibles y sobre todo hablan inglés, lo que es muy importante porque con los deportistas extranjeros y la Federación Internacional de Esquí todo se hace en inglés", comenta el coordinador de la prueba Samuel Lopes, mientras los dos iraquíes llegan al centro saludando todo al mundo. La familia Hadaya, compuesta por diez miembros, entre ellos los dos abuelos y tres nietos, vive desde el verano de 2016 en Mouthe, una pequeña población de 1.000 habitantes, acogida por una asociación 'caritativa local.

Amistades en la iglesia

A pesar del choque que supone iniciar una nueva vida "es un alivio encontrar un lugar donde vivir en seguridad y poder llevar a los niños a la escuela", explican Raad y Wissam, cuyo objetivo ahora es validar su permiso de conducir iraquí y aprender francés para poder mejorar laboralmente.
"En Mouthe, había algunos vecinos que dudaban de la acogida de refugiados, pero se han integrado rápidamente, la gente ha visto que eran buenos, muy agradables y educados", explican Gilles Goelzer y Denis Pagnier, miembros de la asociación.
"Debemos ser buenas personas con la gente que ha dado tanto por nosotros", dice Raad, que ha hecho "numerosos amigos", especialmente en la iglesia, a la que la familia acude todos los domingos. Pero los Hadaya siguen mirando con tristeza a su ciudad: "Esperábamos la liberación de Qaraqosh y se ha hecho, pero las iglesias y las escuelas están destruidas, las casas han sido quemadas". "Por el momento es difícil imaginar el regreso, veremos en el futuro, que todavía es muy incierto", concluyen antes de seguir ayudando
AFP
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