Después de un mes preparando la madera y dos semanas tallándola, Manuel Pertuz terminó la cabeza de toro miura, una de las máscaras del Carnaval de Barranquilla que lleva años haciendo y pintando de vivos colores como rojo, amarillo y azul, en su taller en Galapa, Atlántico.
Sin embargo, esta vez no la pinta. Así, al natural, se la envió a Germán Obando, al otro extremo del país, a Pasto, Nariño. Él, con la tradición artesanal que conoce desde niño, se encargó de decorarla con la técnica del barniz de Pasto o mopa mopa, usando la resina obtenida de un arbusto llamado así. Sus colores son ahora en tonos tierra.
Este trabajo en equipo es el resultado de una propuesta que hace tres años lanzó el equipo de diseño de Artesanías de Colombia. “Pensamos en combinar técnicas y comunidades. Poner en comunicación a los artesanos. Muchas veces los hemos visto hablando a unos con otros en Expoartesanías, entonces se nos ocurrió juntar sus saberes, sus técnicas”, cuenta Felipe Rodríguez, jefe de ese departamento.
No faltaron los puristas que pusieron el grito en el cielo, no es fácil ‘alterar’ tradiciones tan arraigadas, manifestaciones culturales de una comunidad. Pero este experimento cumplió su objetivo: buscar nuevas oportunidades para las artesanías colombianas y refrescar un poco la oferta, tanto en Expoartesanías como en otros espacios comerciales y ferias internacionales.
“Hubo aceptación comercial, pues llevaban más de 50 años haciendo el mismo producto. Sin embargo, esto se trata de ediciones limitadas para no acabar con la tradición”, comenta Rodríguez.
Una edición especial que se valora como pieza única. El toro miura de colores cuesta unos 800.000 pesos, mientras que el nuevo diseño se vende por 2’000.000, que unos pocos han pagado con gusto. De hecho, su debut lo hizo en ArtBo, la feria de artes de Bogotá.
Otro ejemplo de este ejercicio es un gran frutero negro: su centro está hecho de madera tallada y pintada por la comunidad sikuani, del Meta, combinada con tejerduría en rollo, de la comunidad waunan, del Chocó.
Estas combinaciones son una de las más recientes propuestas que el departamento de diseño de Artesanías de Colombia lanzó en su empeño por dinamizar y potencializar el trabajo de los artesanos del país, buscarles nuevos mercados a sus productos, agregarles valor a sus creaciones y hacerlas más contemporáneas y universales, sin perder su sabor local. Esto lo hace a través del proyecto Diseño Colombia, que cada año muestra sus nuevos productos en el pabellón del mismo nombre, en Expoartesanías.
Lo que hacemos es generar vínculos entre el diseñador y el artesano para sus colecciones privadas, más allá de las ferias
El programa ha ido consolidando, desde el 2012, el trabajo conjunto entre diseñadores y profesionales con comunidades artesanales de diferentes partes del país, que tiene sus antecedentes en Casa Colombia y otros programas que incluían el intercambio o asesoría con diseñadores internacionales.
“Comenzamos buscando diseñadores para proponerles, para conectarlos con artesanos, pero ahora son ellos los que nos buscan para proyectos particulares. Lo que hacemos es generar vínculos entre el diseñador y el artesano para sus colecciones privadas, más allá de las ferias”, comenta Rodríguez. También surgen propuestas desde el departamento de diseño que él dirige.
Así han surgido proyectos como las sillas para la sala VIP de LAN, con Zientte, unas mesas auxiliares para el hotel Santa Clara de Cartagena con Estudio Sur, y accesorios para colecciones de Hernán Zajar y otros diseñadores de moda.
“Para mí fue una experiencia gratificante trabajar con los artesanos de Carmen de Viboral. Lo más importante en esto es el respeto mutuo para desarrollar proyectos sostenibles en el tiempo, que los artesanos pueden seguir vendiendo”, comenta el diseñador de ropa Juan Pablo Socarrás. Juntos hicieron unos diseños de flores nuevos, que ya son parte del portafolio.
“Trabajamos con 20 comunidades que tengan potencial de producción, materia prima disponible y verraquera para meterle a los proyectos”, comenta Camila Poblador, diseñadora industrial del equipo de Artesanías de Colombia.
Para ello cuentan con el apoyo de los laboratorios de diseño e innovación en diferentes partes del país. Así es como se han llevado materiales a otros productos, técnicas a otros materiales, se han propuesto nuevos colores, formas y objetos que han renovado la artesanía nacional con calidad y proyección.
“El primer año de Diseño Colombia trabajamos con 11 diseñadores y se vendieron 39 millones en Expoartsanías. El año pasado ya eran 42 diseñadores y ventas por 385 millones”, contó Rodríguez.
Trabajamos con 20 comunidades que tengan potencial de producción, materia prima disponible y verraquera para meterle a los proyectos
Con los laboratorios de diseño e innovación y el proyecto Diseño Colombia se busca desarrollar nuevas categorías de productos que le permitan al artesano variar su portafolio y al público, encontrar más variedad. Así mismo, le aporta al artesano conceptos antropométricos y tendencias de color y a establecer estándares de calidad y fijar precios. Esto también repercute favorablemente en los ingresos de los artesanos, que no dependen solo de un par de productos.
De los objetos que se desarrollan conjuntamente con Artesanías de Colombia, el artesano recibe, en promedio, un 65 por ciento del precio de venta.
NATALIA DÍAZ BROCHET
Editora EL TIEMPO @ndiazbrochet