Felipe López insiste en que 'Semana' no engavetó la noticia sino que tenían que hacer otras verificaciones, ¿por qué no les cree? y ¿qué es lo que, según usted, 'Semana' tiene aún pendiente por explicar?
Hasta el día que hablé con Felipe no había ninguna explicación. Es más, él me dijo que 'Semana' no tenía por qué explicar nada.
Finalmente, la explicación llegó este domingo, en forma de editorial y luego de mi despido que califica como “salida”. Allí, 'Semana' reconoce que sí cometieron errores. Entre otros, el de no publicar cuando ya tenían información suficiente.
En este caso, publicar con el rigor necesario y en el momento oportuno podía salvar vidas. Desde febrero hay varios episodios que están en investigación. El asesinato de Dimar Torres es uno de ellos. 'Semana' informa hoy que a Torres lo iban a hacer pasar por un guerrillero del Eln.
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¿Usted hubiera publicado este tema, como lo hizo NYT, con dos fuentes anónimas y la interpretación de una directriz?
No son fuentes anónimas, sino protegidas. Yo sí las publicaría si tuviera la certeza de que las fuentes son mandos militares. Esa certeza la tuvo 'The New York Times' y la tenía 'Semana' meses antes y con más fuentes. Además, los papeles publicados no son los únicos que conocieron los periodistas. Entre otros documentos tienen esas mismas planillas diligenciadas, con cifras proyectadas y firmas, pero no pueden hacerlas públicas para proteger a las fuentes.
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En el periodismo a todos nos chivean alguna vez. ¿Qué tiene de raro que 'The New York Times' se le haya adelantado a 'Semana'?
Artificialmente han tratado de convertir esto en un debate sobre la chiviada. La verdad es que 'The New York Times' no tenía la historia, no la estaba trabajando, no estaba compitiendo con la prensa colombiana para ver quién salía primero. La información solo la tenía 'Semana' por meses y no la publicó. Fue entonces cuando las fuentes –que ya se sentían en peligro porque la filtración había llegado a oídos de la cúpula– decidieron buscar a un medio internacional, porque concluyeron que en Colombia no les iban a publicar la denuncia.
López dice que usted tiene más información. Denos un ejemplo y cómo la va a conocer el país...
Felipe le asegura a María Isabel Rueda cosas que yo jamás dije en la conversación. Cuando recibí su llamada para comunicarme la decisión –ya tomada– de cancelar la columna, yo estaba en una librería frente a un apreciado colega, a la librera y a otras dos personas que pudieron oír todo lo que dije. La conversación apenas duró dos minutos y medio.
Jamás afirmé que iba a publicar más sobre el asunto. Lo que sí le dije, con toda serenidad, es que existen informaciones adicionales sobre reuniones de 'Semana' con el Gobierno, además de la de Jorge Mario Eastman. Esta última reunión 'Semana' también la admite, en su editorial, como otro de sus errores.
Daniel Samper Ospina y Vicky Dávila lo respaldan a usted y dicen que su despido fue un error de Felipe López. María Jimena Duzán y Antonio Caballero también dicen que fue una equivocación de López, pero coinciden los dos en calificarlo a usted de arrogante por el manejo del tema. ¿Qué opinión le merecen las posiciones de sus antiguos compañeros de 'Semana'?
Agradezco mucho la solidaridad, pero a nadie he llamado a pedirle que diga o haga algo. No creo que preguntar o pedir una explicación sea arrogante. Los respetuosos términos que usé están a la vista de todos y eran tan válidos que merecieron finalmente una respuesta de 'Semana'.
Antonio para mí siempre ha sido un maestro. Debo decir que me sorprendió que María Jimena no me dijera arrogante ni soberbio cuando leí mi columna a su lado, en vivo y ante 200 suscriptores. Tampoco me calificó así cuando me llamó el martes, muy solidaria, después de mi despido. Quizás solo se percató de mi supuesta soberbia cuando estuvo expuesta a la humildad de Felipe López.
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Se especula que su cabeza la estaban pidiendo los Gilinski, ¿qué hay de cierto en eso?
Hasta donde yo sé, eso es falso. Antes y después de la cancelación de mi columna he tenido comunicaciones muy amables con miembros de la familia Gilinski.
El ministro Botero asegura que todo es un complot para dañar los ascensos de los altos oficiales. ¿Usted qué le responde?
Esa actitud de negación fue la que mantuvo por años oculto el horror de los falsos positivos. Miles de muertos después, lo empezamos a aceptar. El presidente de entonces, Álvaro Uribe, trató de criminalizar a las víctimas diciendo que “no estarían recogiendo café”. En el caso de Dimar Torres, la primera respuesta del Ministro de Defensa también estuvo encaminada a justificar, o a ocultar, lo sucedido. El doctor Botero solo vino a reconocer los hechos cuando la evidencia lo abrumó.
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