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Cuándo nació la odiosa división de ricos-pobres y norte-sur de Bogotá

La mayoría de personas en la capital se ubican en los estratos 2 y 3, según el Dane.

La mayoría de personas en la capital se ubican en los estratos 2 y 3, según el Dane.

Foto:iStock

El fenómeno de la estratificación social trae consigo grandes consecuencias de todo tipo.

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“Tiene gustos muy costosos. Aunque vive en estrato 4, va a una universidad de estrato 6 y se viste como de estrato 8”.
Con esta frase inicia el estudio ‘Estratificación social en Bogotá. De la política pública a la segregación social’, de Consuelo Uribe Mallarino, quien se ha dedicado a investigar el tema.
De acuerdo con lo anterior, pareciera que en la capital el deseo de aparentar una vida diferente es común, así como son frecuentes los señalamientos acerca de la posición social de una persona por cómo luce o por el sector donde vive.
Así surge la división social entre ricos-pobres y norte-sur.

Los estereotipos de ‘ricos‘ y ‘pobres’

El estereotipo del ’rico’ lo describe muy bien Alejandro Riaño con su personaje ‘Juanpis González’, quien es un hombre que viste ropa de marca, asiste a clubes, tiene una herencia y un abolengo y vive en una zona exclusiva del norte de Bogotá.
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En cambio, al ‘pobre’ se le asocia con los empleos informales, con un acento marcado y con el sur de la ciudad como epicentro.
Juana Moreno, socióloga con énfasis en desarrollo y autora del estudio ‘La heterogeneidad de los estratos’, compartió con EL TIEMPO un hallazgo de su investigación que destruye esos estereotipos fácilmente: “Hay características de pobreza multidimensional que también se encuentran en los estratos altos”.
Es decir, relacionar el trabajo informal, por ejemplo, solo con estratos bajos es una falacia, pues la experta identificó que la informalidad está presente también en los estratos altos.
“Estas divisiones sociales no tienen por qué seguirse perpetuando”, agregó.
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¿Quién decidió que el norte fuese de gente ‘rica’ y el sur de ‘pobres’?

No hay registros de que una persona en específico haya hecho tal afirmación. Más bien pudo tratarse de un hecho histórico, el cual, a mediados del siglo XX, sentó precedente y marcó esta división.
Todo podría estar relacionado con el crecimiento de la ciudad.
Según la experta Moreno: “poco antes de los años 60 empezaron unas olas muy fuertes de migración desde el campo a Bogotá. Quienes llegaron a la ciudad se asentaron cerca de sus lugares de trabajo, que estaban en la periferia y en el sur, donde funciona la minería y las canteras de extracción de materiales de construcción”.
Lo anterior, atado a la poca oferta de vivienda accesible en sectores céntricos para quienes migraron, fue la razón por la cual la ciudad se expandió hacia sectores periféricos y, en la actualidad, se evidencia un desarrollo poco equilibrado.
Eso también se ve, actualmente, en el norte, en las zonas conocidas como La Mariposa y El Codito: allí se vive en condiciones diferentes a las del resto de la localidad de Usaquén, donde predominan las clases media y alta.
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“Si bien es cierto que en el sur se han concentrado los estratos 1 y 2, también es cierto que en el norte, hacia Usaquén, Chapinero y Suba, también hay estratos 1 y 2”, añadió Moreno.

La estratificación y sus efectos

En este punto es preciso traer a colación el término ‘estratificación social’.
Según el sociólogo Sebastián Rodríguez: “esto se emplea para hacer una distinción de los grupos al interior de una sociedad de acuerdo a una serie de factores”.
Desde 1981, la Junta Nacional de Tarifas le pidió a las empresas de servicios públicos de Bogotá que estratificaran sus precios de acuerdo a las zonas de la ciudad, pero solo hasta 1994 la Ley 142 fijó una clasificación socioeconómica así:
  1. Bajo-bajo
  2. Bajo
  3. Medio-bajo
  4. Medio
  5. Medio alto
  6. Alto
El entorno académico identificó que la estratificación en Bogotá ha dado pie a segregación.
De acuerdo con la socióloga Moreno, esto “afecta, de manera negativa, las oportunidades de vida de la población y da lugar a la perpetuación de las condiciones de pobreza”.
El sociólogo Rodríguez opina que: “la estratificación genera fronteras sociales. Si se frecuentan ciertos lugares se asocia a la persona con cierto estrato. Siendo así, las personas que no lo hacen (que no frecuentan esos sitios) son excluidas”.
Desde el lado de las autoridades también se han hallado conclusiones similares.
Muestra de esto es el estudio ‘El fenómeno de la pobreza y su medición en el Distrito Capital’, realizado por la Alcaldía Mayor de Bogotá, en 2013, en el cual se señaló que: “Ricos y pobres focalizan su hábitat y su actuar cotidiano a espacios que implícitamente restringen la interacción entre ambos grupos poblacionales”.
Bogotá cuenta con más de ocho millones de habitantes y 20 localidades.

Bogotá cuenta con más de ocho millones de habitantes y 20 localidades.

Foto:iStock

El Dane, por su parte, plantea en su portal web la pregunta: “¿es la estratificación socioeconómica una clasificación física y, por esto, segrega espacialmente la población?”.
En teoría, la estratificación se hace para ofrecer servicios públicos a la población y cobrarlos de acuerdo a las características físicas de la vivienda y su entorno, pero el Dane reconoce que “hasta en las telenovelas se ventilan las diferencias socioculturales inherentes a cada estrato”.
“La estratificación socioeconómica no genera diferencias, simplemente las capta, pondera, jerarquiza y clasifica”, añadió la entidad.
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Pero entonces, desde la sociología, ¿por qué las personas tienen comportamientos y percepciones de los otros que ‘alimentan’ la segregación?
Carlos Monroy, sociólogo y docente de la Universidad de La Sabana, lo explica de esta manera: “En una ciudad que tiene una densidad tan grande, los comportamientos y percepciones de las personas en torno a un grupo social pasan por los medios de comunicación. Lo que marca el comportamiento de las personas es lo que se comunica y cómo se comunican hechos como la delincuencia y la inseguridad, que son de los temas más importantes de la agenda pública”.
Y Luis Osorio, magíster en Comunicación y Medios de la Universidad Nacional, hace referencia a que el fenómeno se ha trasladado a una dimensión del imaginario social, por lo que “es peyorativo referirse a los estratos bajos, exagerado referirse a los altos y se genera una manera de entender los estratos como rasgos constitutivos interiores de los grupos sociales”.

¿Hay algo positivo?

Consuelo Uribe Mallarino afirma en su estudio: “Se le abona a la estratificación logros en la cobertura, ya que ha hecho posible que millones de bogotanos cuenten con agua potable, electricidad, saneamiento ambiental, gas y teléfono que a precios no subsidiados no podrían pagar”.
Hay que recordar que gracias a la Ley 142 de 1994 los estratos más bajos reciben beneficios, pues a los estratos 5 y 6 se les cobra una sobretasa por el consumo mensual y el cargo fijo de conexión.
Con ese dinero es que se otorgan subsidios a los demás estratos.
A su vez, esta clasificación permite que muchas personas participen en programas gubernamentales, como fue el caso de ‘Ser Pilo Paga’, con el cual miles de estudiantes acceden a educación superior de alta calidad o pueden obtener un descuento en el pago de la libreta militar, por mencionar algunos.
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Yo creo que las localidades en sí mismas no plantean una división social, sino administrativa y territorial de la ciudad, que nos da una lectura sobre lo que la población necesita”, concluyó el sociólogo Monroy.
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Lo claro es que la estratificación no dejará de ser un problema hasta que sea entendida como una forma de administrar lo público, más no como una idea de lo que es el otro.

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Margarita Contreras Delgado
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En Twitter: @magicontrerasd
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