Cuando somos incapaces de ordenar los pensamientos, nada mejor que mirar alrededor para darnos cuenta de si nuestro desorden abarca desde la mesa de la oficina hasta cualquier habitación de la casa. Un síntoma que debería invitarnos a poner las cosas en su sitio para lograr despejar nuestra mente.
La española Cloti Martínez Peinado, organizadora profesional, ha escrito 'Reorganizarte', un libro que se concentra en el arte de ordenar la casa para “llenar de felicidad tu vida”, según reza en el subtítulo.
Sin embargo, la autora matiza que quizá el término ‘felicidad’ es un poco excesivo, “pero lo que sí es cierto es que el orden te ayuda a pacificar la mente y a estar tranquilo”, y así no tiene que molestarse en perseguir dónde está cada cosa cada mañana y sabe dónde tiene que ir a buscarlas.
(Le puede interesar: Las claves para lograr la felicidad, según Harvard)
¿Cuál sería la señal de alarma de que hay que ponerse a ordenar la casa? “Cuando tienes tantos objetos y el caos es tal que pierdes el tiempo buscando cosas. Eso ya sería suficiente. O cuando va alguien a verte a casa y te da apuro enseñar ciertas habitaciones. Otra señal indicativa sería ir a comprar un producto de limpieza y encontrarte en casa con tres iguales, que no habías visto”, comentó la asesora del periódico ABC de España.
La tarea de ordenar, dice Martínez Peinado, “es una manera de aprovechar el espacio, de utilizar todo lo que está en tu mano para conseguir que trabaje para ti”, pues no pierdes ni cinco minutos en buscar una cosa y eso “te tranquiliza y mantiene tu cabeza en cosas que merecen la pena”.
El orden puede aprenderse con un poco de “fuerza de voluntad y sin caer en la obsesión”. Basta con estar atento y ser observador, asegura la escritora. “Empieza por un rincón pequeño, un cajón en el baño, un escritorio, y verás lo bien que se siente organizar”.
(También: Los consejos que hay que seguir para tener un hogar ordenado)
Tener las cosas en su sitio es una manera de abreviar: “Si pongo las llaves siempre en el mismo lugar y no están, es que las perdí”. La escritora y organizadora argumenta que asignar un espacio a cada elemento permite no perderlos. “Las cosas no tienen patas ni caminan solas”.
Orden en el clósetNo hace falta que el armario esté atestado de prendas para decidir no adquirir nada más. “Hacer una limpieza de vez en cuando funciona bien para sacarte peso de encima. Te sientes más ligero. Más tranquilo, con la mente más despierta”, apunta Cloti Martínez, quien añade que con orden evitamos comprar de más o algo idéntico a lo que ya tenemos.
Para esta mujer, la palabra mágica a la hora de organizar es tirar. Tirar como sinónimo de desechar, eliminar, donar, reconvertir, rediseñar, reciclar, regalar... “Hacer desaparecer lo sobrante de tu vida”. Y hasta para ordenar y tirar existe un método que no falla: “Hablamos de una especie de entrenamiento en la toma de decisiones”, y esto lleva algún tiempo. “Un truco es empezar por lo que no cuesta, para acabar pasando a la acción. Lo bueno del orden es que una vez que empiezas, no quieres parar”.
Hay que intentar, ante todo, eliminar excesos. “Lo que tengas, úsalo y colócalo de manera armónica, que dé sensación de limpio y ordenado”, añade Martínez. Y propone que para ello, si hace falta, se debe replantear el uso de las habitaciones y los muebles que hay en ellas. “Vuelve a mirar tu casa con otra perspectiva y pregúntate si lo habrías hecho de otra manera. Si es así, hazlo”, indica.
Reorganizar el espacio “determina tu forma de vida”, concluye la escritora. “A medida que cambiamos como personas, el espacio donde vivimos necesita cambiar y reorganizarse”.
Hay que deshacerse de:1. Lo que no es de su talla.
2. Lo que no lo hace sentirse cómodo, aunque le quede bien.
3. Lo que ocupa mucho espacio y el uso que se le da no justifica el lugar ocupado.
4. Lo que no se usa y solo se guarda por si acaso o porque está nuevo.
5. Lo que está obsoleto (no pasado de moda).
6. Las cosas rotas que llevan años esperando un arreglo.
7. Aquello que tenga repetido en gran cantidad.
8. Libros que no le interesan y solo guarda porque los libros no se tiran.
9. Apuntes escolares o de universidad.
10. Documentación de más de cinco años y papeles varios que “algún día va a leer”.
EFE