Ser padre en Colombia es “muy complejo”. Así lo asegura Carlos Díaz, publicista bogotano de 28 años. “Siento que mis derechos fueron vulnerados por ser hombre”, cuenta, pues perdió la custodia de su hija de cuatro años, según él, injustamente.
El toque curioso de su historia es que él es influenciador alrededor de temas de paternidad a través de su página en Facebook ‘Diario de un papá’. En esta, así como en el perfil asociado de Instagram, publica ilustraciones que dan cuenta de su día a día como padre.
Él vivía con su hija, velaba por su sostenimiento y, gracias a la flexibilidad de su trabajo, compartía con ella tanto tiempo como le era posible, según cuenta, pero tras un proceso instaurado por la madre de la menor, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar le entregó la custodia a una hermana de la mamá.
Las peleas jurídicas que muchos padres vienen afrontando son una clara señal de cómo se vienen transformando los roles de paternidad en el país, más allá de construcciones culturales como “madre solo hay una y padre es cualquiera”, de profundo arraigo regional.
Se trata de un fenómeno principalmente urbano, como concluye la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) presentada a finales de 2016.
Según esta, el 33,2 por ciento de los hogares colombianos están conformados por familias nucleares biparentales (papá, mamá e hijos) y otro 12,8 por ciento por familias extendidas biparentales (papá, mamá, hijos y otros parientes). Es decir, los hogares del país donde hay un papá y una mamá no llegan ni a la mitad de la totalidad.
Los modelos de familia cambian de acuerdo a las condiciones sociales y culturales, explica el historiador y docente de la Universidad de los Andes Jaime Humberto Borja. La familia nuclear –padre, madre e hijos–, que para muchos sectores representa un modelo ideal, es un fenómeno relativamente “reciente”, explica, de los últimos cuatro o cinco siglos, aproximadamente.
“Para hablar de la paternidad moderna hay que hablar de cuando se forma la conciencia individual, que se explica, por ejemplo, en la aparición o el rescate de la figura de San José, que no tiene ningún culto ni representación en la Edad Media”, relata Borja. Así, durante el Renacimiento aparece el modelo cultural de familia nuclear: la ‘Sagrada Familia’.
Para el caso de Colombia –y de Latinoamérica en general–, este modelo de familia llega tras el proceso de la colonia, pues los grupos prehispánicos no tenían familias nucleares. En las sociedades latinoamericanas, el modelo de familia nuclear comenzó a triunfar cerca del siglo XIX. Es decir, hace dos o tres siglos.
A esa familia se han asignado unos roles que ahora, ligados a la emergencia de movimientos feministas y de reivindicaciones sexuales y de género, se están reevaluando.
Para Edison Salazar, coordinador general de la Fundación Padres por Siempre, la transformación de los roles de paternidad está más ligada a los cambios socioeconómicos. Explica que el papel más físico del padre en la familia estaba ligado a sociedades agropecuarias y “primitivas”, pero que con la industrialización las mujeres se convirtieron en parte de la fuerza laboral para el mercado y se generó una “proletarización de la mujer y un desajuste al interior del hogar”.
La Fundación Padres por Siempre recoge a padres que sienten que sus derechos frente a sus hijos son vulnerados “por el simple hecho de ser hombres” y trabaja temas como la custodia compartida o monoparental de los hijos bajo lemas como ‘El mejor padre: ambos padres’.

La Fundación Padres por Siempre recoge a padres que sienten que sus derechos frente a sus hijos son vulnerados “por el simple hecho de ser hombres”.
Archivo Fundación Padres por Siempre.
En Colombia, según una sentencia de abril de 2017 proferida por la Corte Suprema de Justicia, el género no es razón para negar la custodia a un padre. Ese tribunal se pronunció al decidir una impugnación presentada por un padre de familia de Soacha.
Sergio Ruiz Murillo pedía “rehacer” la decisión mediante la cual el Juzgado de Familia de Soacha le quitó la custodia de su hija, menor de edad. La sentencia recoge, en resumidas cuentas, que tanto el padre como la madre de la niña tenían condiciones económicas y físicas para cuidarla.
Ella había formado una nueva familia, mientras él solamente vivía con ella. ¿En qué radicó entonces la decisión? “Tenemos la certeza –decía el tribunal de Soacha– que al lado de su madre, como lo sugiere la Defensora de Familia y Asistente Social del despacho, la menor va a encontrar un espacio donde se le garantice su intimidad y desarrollo sano de su pudor y sexualidad”.
Lo que respondió la Corte Suprema frente a esto fue que “la autoridad judicial criticada, para desestimar las aptitudes parentales del padre, se fundamentó en un estereotipo de género, actuación que, sin duda, vulneró su derecho fundamental a la igualdad”. En consecuencia, obligó al tribunal a revisar su decisión.
El 84 por ciento de personas consultadas por un estudio reciente de la Universidad de La Sabana considera que en Colombia es insuficiente el reconocimiento y protección de la maternidad. Frente a la paternidad, el porcentaje es mayor: el 92 por ciento. Esto, en un contexto donde el casi seis de cada diez colombianos aseguran que no quieren tener hijos.
Otras personas, como Edgar Antonio Bayona y Pedro Rafael Serrano, no solo ya tienen hijos, sino que luchan por no perderlos.
Bayona es padre de dos mellizos. “Desde el 15 de abril del 2014, van 37 meses en los que no puedo visitarlos”, cuenta. Él y su pareja atravesaron un proceso de deterioro de la relación que los llevó a separarse, pero él no quiso firmar los papeles de divorcio. Dice que debido a esto, su excompañera acudió a una Comisaría de Familia y argumentó prácticas violentas en su contra.
No obstante, el motivo por el que perdió la custodia de los menores fue la falta de tiempo: “Por el hecho de ser hombre y estar estudiando derecho me dijeron que no tenía tiempo y el juez le dio la custodia a ella”, asegura. De hecho, estudia derecho para poder pelear legalmente por sus hijos.
Serrano, por su parte, tiene custodia compartida. Él, artista y docente de música, tiene un hijo de 6 años y otro de 5. Tras diferencias con su pareja, decidieron separarse y comenzó un proceso jurídico en el que lograron llegar a un acuerdo en el que él se hace cargo del hijo mayor y ella del menor. Lamenta no poder compartir con su otro hijo como quisiera.
Según cifras de la Superintendencia de Notariado y Registro presentadas este año, por cada tres parejas que se casan, una se divorcia, y por cada nueve que viven en unión marital de hecho, una se separa. Desde 2014, los divorcios aumentaron 39 por ciento en el país.
Otro dato que da cuenta de la transformación de los hogares es el crecimiento de la jefatura femenina como parte del incremento de hogares monoparentales (un solo padre), según la ENDS. En 2015, el 36,4 por ciento de los hogares tenía una mujer al mando, frente al 34 por ciento registrado en 2010. El crecimiento es más marcado en las zonas urbanas, donde llega a 39,6 por ciento.
La ENDS concluye que, efectivamente, la actividad económica de las mujeres se acerca a la de los hombres y que esto tiene que ver con un “marco de ganancia de autonomía y empoderamiento” por parte de estas, pero que también se debe a un “cambio en los patrones sexuales y reproductivos y la consecuente reducción en la fecundidad”.
Ahora bien, el cambio de estructura de los hogares no conlleva directamente a un cambio en los roles de paternidad. Por ejemplo, aunque Carlos Díaz tiene una posición económica favorable para educar a su hija, más que la de la madre, este no es el obstáculo al que se ha tenido que enfrentar. “Siguen creyendo que como se trata de una niña, mujer, menor de 7 años, el papá no la puede tener”, explica.
Según la ENDS, el 32,6 por ciento de menores de 15 años, en Colombia, viven solamente con sus madres, pese a que el padre está vivo. Otro 2,5 por ciento viven con esta porque el progenitor murió. En contraste, solamente 2,7 por ciento viven con su padre, aunque la madre vive, y el 0,2 por ciento viven con su padre porque su madre murió.
Para Pedro Rafael Serrano, “Colombia es un país machista y creen que todos los hombres son malos. Creen que los chicos pertenecen a las madres”. Y allí toca un punto sensible: ¿cómo reivindicar la paternidad responsable sin negar un historial cultural de paternidades irresponsables?
“La manera de ser padre la terminan fijando los medios porque es lo que presentan y la gente se forma con la caja de televisión. Lo que aprende la sociedad es lo que difunden los medios, pero la verdad es que yo soy un padre que siempre he querido a mis hijos y he estado pendiente”. Esta es la posición de Édgar Bayona.
Carlos Díaz, por su parte, llama la atención sobre la falta de comunicación en las parejas, especialmente en las jóvenes. Si bien hay una mayor tendencia en los ‘millenials’ a asumir la familia con roles distintos a los tradicionales, también falta experiencia para manejar tanto la relación como el cuidado de los hijos, asegura.
En lo que todos coinciden es en que los que salen perjudicados tras estos conflictos no son otros que los menores, y en que hablar de roles de paternidad y maternidad no tiene sentido si no está orientado al bienestar de los hijos.
JUAN DAVID LÓPEZ MORALES Y MARÍA DANIELA VARGAS
ELTIEMPO.COM