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Gente

Audrey Chenu, de traficante a profesora modelo en París

Cuando la policía la detuvo por primera vez tenía 19 años y movía 100 kilos de cánnabis por semana.

Cuando la policía la detuvo por primera vez tenía 19 años y movía 100 kilos de cánnabis por semana.

Foto:Lionel Bonaventure /AFP

La francesa logró borrar sus antecedentes criminales para poder cumplir su sueño: enseñar.

Salasm Salasm
El juez que la envió a prisión a los 20 años dijo que era "irrecuperable". Ahora, a los 36,
Audrey Chenu ha recorrido un largo periplo para borrar su pasado y convertirse en una profesora modelo en los suburbios de París.
"No soy ningún ejemplo. Mi historia demuestra simplemente cómo el destino se basa en pocas cosas, en mi caso en la solidaridad y la amistad", dice la joven, vestida con chaqueta, con el pelo corto y un rostro travieso.
Para Chenu todo es una la "lucha", desde "slam" y el boxeo que enseña a las mujeres de Saint-Denis -una región pobre del norte de París- hasta su defensa del feminismo y de los derechos LGBT o su pasión por la pedagogía alternativa Freinet.
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Foto:Lionel Bonaventure /AFP

Su historia empezó con una adolescencia rota en una zona rural de Normandía (norte de Francia), donde vivía con sus hermanos en una casa que escondía el drama de un padre psicótico. A los 15 años fumó su primer porro y empezó a traficar para mantener "su consumo personal".
Cuando la policía la detuvo por primera vez tenía 19 años y movía 100 kilos de cánnabis por semana. Después vinieron dos años de descenso a los infiernos en la región de París.
Primero en un centro de detención en Versalles y después en la prisión de Fresnes, donde vivió la "inhumanidad" que le inoculó la violencia "como si fuera una carga viral".
Paradójicamente, también fue en la cárcel donde encontró su salvación gracias a otras presas, entre ellas una profesora de filosofía y una bailarina. Gracias a ellas conoció la solidaridad, la escritura, el compromiso político y educativo y el deporte.
Aunque "el único futuro que les proponen a las mujeres encarceladas es ser peluquera, vendedora o agente administrativa", Audrey Chenu se las arregló para inscribirse en la facultad y estudiar sociología.

Rap y Engels

Leyendo a autores como Engels o Angela Davis descubrió los textos del psiquiatra Boris Cyrulnik y su concepto de "resiliencia", que le dio la esperanza en vivir "una segunda vida".
Fue entonces cuando comenzó a escuchar y escribir rap con sus compañeras de prisión para "la rabia, la energía y la poesía". Cuando salió de la cárcel trabajó en talleres de escritura para adolescentes de un barrio marginal y tuvo una revelación. "Tengo que enseñar", se dijo.  Pero su expediente judicial le impedía presentarse a una plaza de profesora.
Finalmente logró que borraran sus antecedentes, obtuvo la plaza con buena nota y empezó a dar clases en los barrios más complicados de Seine-Saint-Denis. Desde hace seis años da clases en una escuela del barrio Karl Marx, donde aplica el método alternativo Freinet.
En la entrada de la escuela ha hecho instalar sacos para practicar el "boxeo educativo" e "inscribir los valores en el cuerpo, sin discursos". Chenu explica con orgullo que dos días por semana la cancha de fútbol "siempre ocupada por chicos" está reservada a las mujeres.
"Tiene una personalidad fuerte y comprometida, es una profesora modelo", dice Véronique Decker, la directora de la escuela. "Aquí las condiciones de vida pueden ser inhumanas. Tengo alumnos que duermen en sus coches, chicos muy jóvenes implicados en asuntos de delincuencia (...) A veces uno tiene la impresión de sostener los muros para que esto no explote", reconoce
Chenu.
Aunque sigue soñando con alcanzar la "excelencia" para estos niños "estigmatizados", cada vez es más pesimista. "Durante 15 años me encontré de todo en este territorio de los 'parias'. Pero el ambiente ha cambiado, las divisiones entre comunidades han terminado ganando (...) No me voy a quedar mucho tiempo más", reconoce.
AFP
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