A tinto. Y no a cuchuco, arepa, papa o cerveza, como hubiera podido pensarse, es a lo que más sabe Tunja para sus propios ciudadanos.
Así lo concluye un estudio de un grupo de investigadores del área de Diseño Gráfico de la Universidad de Boyacá, apoyados por Colciencias, cuyos resultados se reúnen en el libro Sabores de la ciudad imaginada.
Precisamente, el profesor y diseñador gráfico Carlos Mario Rodríguez, quien lideró este proyecto, recuerda en el libro que “la relación del tinto con la ciudad de Tunja alcanzó posiblemente su máxima popularidad en octubre del 2013”.
Bajo la amenaza de un viernes lluvioso, la ciudad logró que 13.567 tunjanos rompieran el Récord Guinness de personas tomando tinto en un mismo lugar, en una plaza de Bolívar a la que literalmente “no le cabía un tinto”.
Rodríguez, quien entonces era un estudiante, recuerda que este momento es la génesis de esta investigación que se adelantó entre 2014 y 2015, con los tunjanos, para indagar con qué otros sabores describían a su ciudad.

Carátula del libro.
Cortesía Universidad de Boyacá
Todo comenzó con la instalación de unos buzones en diferentes lugares de Tunja, en los que se reunieron más de 200 respuestas de la gente.
A esto se unieron unos talleres, en los que se realizaron ejercicios de mapeo, que permitieron identificar rutas, lugares e itinerarios de la gente relacionados con los sabores de la ciudad.
“Entonces, una de las preguntas, por ejemplo, era describir cómo era el día de una persona pensando en los sabores de su ciudad. Y encontramos que los jueves a la hora del almuerzo es el día obligado de ir a Runta, una de las zonas gastronómicas más tradicionales de Tunja, donde hacen el famoso cuchuco con espinazo y la bandeja runtana”, anota Rodríguez.

La famosa bandeja runteña es visita obligada los jueves en la zona de Runta en Tunja.
Cortesía Universidad de Boyacá
Para el investigador, más allá de los datos, lo que hay implícito es cómo los sabores fueron un pretexto para describir a la ciudad y entender el comportamiento de sus habitantes.
En ese sentido, los resultados en torno al tinto lo que reflejan es la importancia de la plaza de Bolívar para la ciudad y la activa vida que sucede alrededor de sus cafeterías o en el tradicional Pasaje Vargas.
“El tinto, más que ser la bebida más popular, es el momento de encuentro, de charla, cuando se debaten las ideas o cuando se encuentran los amigos. El clima frío también se convierte en una excusa para que el tinto le hubiera ganado a la cerveza. Pero esta también está presente sobre todo en los entornos de las universidades”, anota el profesor.
El libro incluye un capítulo muy creativo, llamado Sabores ideados, una licencia que los autores se tomaron de escribir unas “recetas poéticas”, que describen los sentimientos y sensaciones que plasmó la gente sobre su ciudad.
Se les preguntaba si creían que su ciudad era dulce, amarga, picante, etc. “Por ejemplo, Tunja es dulce por la felicidad de los niños y la amabilidad de su gente”, anota Rodríguez.
Y así como todo comenzó con la gente –explica el profesor– la idea era que el proyecto también cerrara con la gente.
Para ello, les dieron a varios artistas de la ciudad los tradicionales platos de barro para que los intervinieran como quisieran, respondiendo la pregunta de “¿A qué sabe Tunja?”.
El resultado fue una exposición en donde se aprecian unas caras sonrientes pintadas en papas, unos cubios fabricados en cera de abejas o un mapa de las rutas del tinto en Tunja.

Uno de los platos de barro intervenidos por artistas de la ciudad.
Cortesía Universidad de Boyacá
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