Nusret Gökçe no debería ser tan excéntrico si se tiene en cuenta que por problemas económicos de su familia tuvo que dejar el colegio en sexto grado y ponerse a trabajar para ayudar a los suyos.
Pero a él, que es conocido como Salt Bae, le gusta la excentricidad, posar con una corona en la cabeza rodeado de filetes crudos gigantes y atender a la clientela de sus restaurantes Nusr-Et muchas veces personalmente.
En las últimas horas ha conseguido más fama, a menos en América Latina, pues a su restaurante de Turquía fue el presidente venezolano Nicolás Maduro con su esposa Cilia, de regreso de su viaje a China. Fueron atendidos por Salt Bae en persona, quien les cortó la carne con su particular y llamativo estilo.
Las redes estallaron de indignación con la imagen en la que Maduro y su esposa comen y hablan maravillas de la sazón de Salt Bae mientras en Venezuela los supermercados están vacíos y muchas personas mueren de hambre.
Precisamente, el senador estadounidense Marco Rubio se refirió a este hecho y dijo "Maduro se da banquete de carnes y el famoso chef Salt Bae lo agasaja como un rey".
I don’t know who this weirdo #Saltbae is, but the guy he is so proud to host is not the President of #Venezuela. He is actually the overweight dictator of a nation where 30% of the people eat only once a day & infants are suffering from malnutrition. https://t.co/sSNPK9cAAx
— Marco Rubio (@marcorubio) 18 de septiembre de 2018
Salt Bea tiene una cadena de restaurantes con sedes en Miami, Estambul, Nueva York (en esta última ciudad con muy malas críticas de parte de especialistas) y Dubái, entre otros.
Ir a comer a uno de sus lugares, templos carnívoros por excelencia, es plan para Rihanna, Leonardo DiCaprio, Cristiano Ronaldo y Roger Federer, entre otros. Fidel Castro fue uno de sus comensales también.
En la mente de Nusret Gökçe (1983) estaba fija la idea de abrir un restaurante, de ser su propio jefe, y desde los 13 años empezó a trabajar con un carnicero en Estambul. Luego pudo cumplir su sueño e inauguró un espacio con ocho mesas, cuando tenía 27 años.
Por iniciativa propia viajó a Argentina a aprender a preparar carnes y durante mucho tiempo quiso ir a Estados Unidos, para ver la cultura estadounidense de la carne, pero, según cuentan varios medios, le fue negada la visa seis veces. Con los años, su fama le ayudó a conseguir este permiso.
Adicto al gimnasio, impuso una forma particular de echar la sal a la carne que se ha vuelto meme recurrente. Igual, su mercadeo incluye camisetas y otros productos.
En sus restaurantes, los precios oscilan entre los 20 dólares (precio mínimo de una entrada) hasta los 225 dólares (plato para cinco personas).
Salt Bae tiene buenas calificaciones en su local de Miami, pues el 87 por ciento de los asistentes recomienda comer ahí. Y su dueño, mientras tanto, sigue siendo un adicto al trabajo, pues labora mínimo 14 horas al día. Su filosofía es estar al frente de sus negocios.
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