El arroz bengalí, la corvina latina y un salmón con semillas de amapola fueron de los primeros platos que se sirvieron en Suna cuando comenzó como restaurante y mercado gourmet, hace 10 años.
Con el tiempo se incorporaron recetas para personas veganas, crudíveras y demás interesados en consumir alimentos que a la par de ser deliciosos tuvieran un beneficio para la salud.
Así llegaron las tostadas francesas. “Si no te dicen que son veganas, no te das cuenta –dice Mariana Parra, propietaria y gerente comercial del lugar–; son melcochudas, pero no tienen leche ni huevo”.
Dice Parra que al abrir, Suna estaba adelantado a su tiempo. Tuvo un antecedente: El Camino Natural, un restaurante anterior con mercado, fundado por su madre y unas amigas. El público que buscaba este tipo de ofertas era tan pequeño y específico que El Camino Natural cerró. Pero la inquietud quedó.
La diferencia entre el primer restaurante y Suna fue el paso a llevar estos menús a un restaurante casual, “más chic”, dice Parra. Con el tiempo, Suna (que comenzó en la calle 71 con 4) se trasladó a la actual casa de Rosales, en la esquina de la calle 72 con quinta, donde lleva cinco años. Después vino la sede Parque Central Bavaria.
La mayoría de los ingredientes orgánicos tienen sello certificado. Los demás han sido estudiados por Suna para verificar que sus procesos de producción se ajusten a su filosofía.
Hay reglas: “No se ofrecen productos fritos –explica Parra–, nada lleva químicos o colorantes. Endulzamos con stevia orgánica, panela orgánica o miel de abeja”.
Suna está abierto para desayunos, almuerzos y cenas. A lo largo de su historia hubo platos adelantados a la época que no se vendieron en su momento, pero han vuelto, como el origami púrpura (paté de marañón y hierbas finas).
Todo se prepara en el momento. Y muchos de los ingredientes empleados están a la venta en el mercado gourmet (son 3.500 referencias), que por esta semana de cumpleaños y, hasta el domingo 26 de noviembre, tiene un descuento de 10 por ciento para sus clientes.
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