Hay un doble motivo para ir a Martinica, un restaurante vecino del parque de la 93 en Bogotá: el primero, es probar sus hamburguesas y sándwiches.
El segundo, encontrarse con los amantes de las motos y aprender sobre ellas, pues en el espacio entre las mesas hay motos clásicas que llaman la atención de los visitantes.
Martinica es una iniciativa de un grupo de amigos que busca consolidar una comunidad de aficionados a las motos y quiere que los dueños de estos vehículos se reúnan ahí, por ejemplo, los sábados a mediodía, antes de salir a rodar por las carreteras.
Por lo mismo, el lugar está pensado para reunir grupos y ofrece cervezas sin alcohol para los conductores, y con alcohol, para sus acompañantes.
La oferta de comida, un paso hacia la consolidación del proyecto, se inscribe dentro de la tendencia de good fast food, comida rápida saludable.Esto implica ser responsables del procesamiento de carnes y la cosecha de las verduras. Cada tomate y cebolla viene de La Calera, de una finca que es la alacena de productos empleados en Martinica.

Hamburguesas de Martinica, las hay de una o dos carnes.
Archivo particular
El punto de partida de la carta fueron las hamburguesas de una o dos carnes, hechas de res madurada por diez días. “Nuestra carne es de cortes seleccionados que le dan suavidad y sabor, con un tipo de molido especial. Son 100 por ciento de res en un pan horneado diariamente”, dice el chef Rafael Gómez.
Ambas se sirven con queso cheddar fundido, mayonesas caseras, así como pepinillos, tomate y cebolla. Otras ofertas son el sándwiche de cerdo desmechado, de 10.000 pesos, previamente ahumado durante cuatro días, con salsa BBQ de durazno y ensalada de repollo, zanahoria y mostaza. También hay sándwiche de pechuga de pollo apanada y uno de salmón, de 16.000 pesos.
Según Gómez, el salmón viene de Noruega y es ahumado en maderas frutales como cerezo y durazno. Va sobre una cama de puré de aguacate.
Actualmente, Gómez trabaja en una oferta de ensaladas que está por estrenar.
Antes de pensar en abrir el restaurante, Martinica ya existía como una empresa de motos personalizadas. “Creamos el sitio para la gente de nuestra marca, pensando en un lugar donde se pudieran reunir –cuenta Gómez–, pero era reducir demasiado el mercado”.
El lugar ofrece orientación para encargar la motocicleta soñada. A la par que los meseros atienden las mesas, un vendedor especializado en motos responde preguntas. Con un catálogo, como si armara un plato, cada cliente puede personalizar su moto: elegir faroles, tipo de la silla, el tanque de la gasolina, espejos y llantas.
Los precios de las motos van desde los siete millones y medio de pesos hasta los 13 millones, y el comprador se hace parte de la comunidad de Martinica con acceso a varios privilegios.
La mayor afluencia de moteros en Martinica es el fin de semana. En el resto de días, el restaurante es más tranquilo, pensado para pasar allí tardes y noches de celebración.
“Hay gente que viene, se toma una cerveza y se queda toda la tarde charlando o viendo las motos, que son una gran atracción. Esa es la gente que queremos”, finaliza Gómez.
Datos importantes
Calle 95 n° 11A-18, Bogotá. Teléfono 300 3689022. Abierto: de lunes a miércoles, de 11:30 a. m. a 8 p. m. Jueves a sábado hasta las 10 p. m. Domingo, de 12:30 a 6 p. m.
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