Hay tres cosas que debe conocer: primero, a la hora que normalmente llega el cliente, el personal ya ha comido. Segundo, sin importar el cargo, bien sea el dueño, el chef, el mesero, el cajero, etc., comen lo mismo. Y tercero, como bien lo dice Harry Sasson: “Es el momento del día para compartir en familia, porque eso somos, con comida de sabores muy hogareños, utilizando los mejores ingredientes”.
La cosa funciona así: diariamente se rotan el turno del responsable que debe cocinar y el menú cambia dependiendo de la destreza y los amores culinarios; es un reto permanente, donde se trata de sorprender a los compañeros de trabajo, que conviven día a día con lo que los clientes buscan ocasionalmente, como cordero cocido durante 42 horas, salmón noruego, ingredientes amazónicos, la pesca del día, mousses y demás viandas que seducen en las cartas.
A la final, añoran platillos reconfortantes que les dan fuerza y energía para la ardua labor, por eso los antojos son de lentejas y variedad de granos, sopas, estofados, cocidos, sancochos y arroces, por mencionar algunos.
Recuerdo que el chef español Ferran Adrià publicó el libro La comida de la familia, donde comparte las recetas de los más destacados platos con los que se alimentó el equipo de cocina y servicio del mejor restaurante del mundo, El Bulli, y fue un éxito literario.
Pero por estos lares la cosa no se queda atrás, hay buenas noticias: 10 empleados de un grupo de reconocidos restaurantes de la ciudad (Julia Pizzería, Emilia Romagna, Gordo Brooklyn Bar y Tomodachi) se unieron y, junto con el apoyo de sus jefes Daniel Castaño y Camilo Giraldo, quienes se sumaron como socios minoritarios, montaron Depersonal (calle 65 No. 4.ª-51). Se trata de un sitio en el que se mezclan y maridan los sabores y saberes de expertos en el negocio, especializado en el favorito de todos, la cazuela de fríjoles.
También hay una oferta del día inspirada en los otros menús que hacen parte de su dieta habitual en el trabajo, como sobrebarriga, mojarra frita, pollo al horno, etc.
Un restaurante sabroso y sin mayores pretensiones en el que se consiente a los clientes con comida sazonada con mucho cariño casero.
Una idea genial que está muy rica, las porciones son generosas, la calidad es excelente y súmele la satisfacción de que en cada bocado se está contribuyendo a que estos queridos amigos de la industria gastronómica crezcan profesionalmente como empresarios. Bravo.
MARGARITA BERNAL
Especial para EL TIEMPOwww.elcondimentariodemargarita.com
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