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50 años del restaurante de Miami donde late el corazón cubano
Restaurante Versailles. Miami

Los salones de este restaurante, que se ha convertido en punto de encuentro de la comunidad cubana.
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Foto:

Cortesía Valls Group

50 años del restaurante de Miami donde late el corazón cubano

Los salones de este restaurante, que se ha convertido en punto de encuentro de la comunidad cubana.​

El 10 de noviembre, el famoso Versailles cumple medio siglo, con recetas de las abuelas cubanas.

Todo el mundo sabe dónde queda en Miami. No hay que dar la dirección ni explicaciones para llegar al restaurante Versailles, que cumple medio siglo como baluarte de la comida cubana, ‘trinchera’ política de los exiliados y escenario de protestas contra el régimen de La Habana.

Basta recordar las de de julio pasado, cuando cubanos de Miami se concentraron frente al Versailles, en la calle Ocho, de la Pequeña Habana, en apoyo a los compatriotas que protestaban en la isla.

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La historia y la vida cotidiana de la comunidad cubana son inconcebibles sin este familiar restaurante fundado en 1971 por el cubano Felipe Valls, que llegó a Miami en 1960, con 25 años, después de que el Gobierno revolucionario confiscó los negocios de su familia: una importadora de botellas, una gasolinera y un club nocturno, el Lido.

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“Mi padre, como otros cubanos, llegó con ‘una mano adelante y otra detrás’ y empezó de lavaplatos y luego, en una empresa de equipos de refrigeración y hostelería”, dice Felipe Valls jr., que tenía 2 años cuando sus padres salieron de Cuba.

Con el adelanto de un mes de salario, Valls comenzó a importar cafeteras de Europa. Pronto regentaba su primer restaurante, Badía, y tras venderlo, años después, “compró el terreno donde se encuentra el Versailles.

Fachada exterior del célebre restaurante Versailles, en Miami.

Foto:

Cortesía Valls Group

Cinco décadas y dos ampliaciones después, el célebre Versailles preserva su cocina criolla y ese aire francés ligeramente kitsch de su interior, con cristales y espejos. Una decoración no muy cubana, reconoce Valls, y que estaba “pensada al principio para acoger a los artistas y la farándula nocturna”.

Hoy es parada obligada para políticos que se acercan a saborear su café cortadito (tienen su propia tostadora) y dejarse ver en la ventanita del local, invención del fundador que hoy debería ser patrimonio cultural de Miami-Dade.

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El mojito, infaltable coctel cubano.

Foto:

Cortesía Valls Group

“Tomar un café cubano en la ventana se ha convertido en un brindis por nuestra comunidad”, afirma. Las camareras despachan café cubano, cortaditos, coladitas y pastelitos de guayaba y croquetas.

Por el Versailles han pasado los presidentes estadounidenses, desde al menos Ronald Reagan, excepto Obama. Bill Clinton (1993-2001) disfrutó en el ‘salón de los espejos’ un bufé a base de lechón asado, moros (fríjoles) y yuca.

Pero el mayor orgullo para los Valls es haber mantenido el aprecio de la gente con una “cocina de la abuela”, con platos como la palomilla (bistec de res), la ropa vieja, el arroz con pollo, el caldo gallego o las masitas de puerco.

EFE. MIAMI

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