Hoy escribimos los propósitos para el año que viene, la mayoría serán bastante optimistas y hasta ilusos. En esas listas, que luego poco revisamos durante el año, siempre hay lugares comunes: leer, viajar, hacer deporte, dejar de fumar y por supuesto están los dedicados a la alimentación, ya que por estas fechas atacan los remordimientos y por eso uno de los más recurrentes es adelgazar.
Los primeros días de enero le hacemos bullying al buñuelo y a la natilla, lo cierto es que esos gorditos de más no son por culpa de estas delicias navideñas. Lo prudente sería hacer un resumen del año: ¿cuánta actividad física hicimos? ¿Qué tan saludable comimos? Nos preocupamos por lo que comemos entre Navidad y año nuevo cuando deberíamos pensar en lo que comemos entre cada año nuevo.
Ni más faltaba que yo fuera a dar cátedra, cada quien es libre de decidir cómo trata a su cuerpo, pero de lo que sí estoy convencida es de que las dietas no funcionan. Nada atrae más que lo prohibido, por eso si durante un tiempo nos privamos de consumir ciertos alimentos, cuando llegamos al peso soñado lo primero hacemos es caer en la tentación y devorar todo lo que nos hizo babear durante la abstinencia y como dicen por ahí: esa platica se perdió. Lo que sí sirve es cambiar de hábitos los cuales deben ser permanentes e individuales. Lo que me a mí me sirve no le funciona a mi vecino. Punto. Con esto en mente escribo mis propósitos para el 2018:
–Es paradójico, soy cocinera y me mantengo a punta de arepa con queso y huevo con arroz. Es aburrido cocinar para una persona, pero haré el deber, nada supera la comida casera.
–Ejercicio, ejercicio, ejercicio; este año me enamoré del gimnasio y seguiré con esa traga. Tiene dos ventajas, la primera es que me cuido y la segunda es que recreo el ojo, además de que encuentro motivación gracias a los churros (o debo decir churros y churras) que lo frecuentan. Dos en uno.
–¿Dejar el alcohol? Ni de riesgo, no todo se puede, hay que buscar la felicidad y permitirse ciertos pecadillos ¿O cuál es el sentido de la vida? Mi favorito es el whiskey irlandés Jameson ¿ya lo probaron?
–¿Y con respecto a la comida? Buscar las mejores alternativas: no a los lugares de cadena, más restaurantes que utilicen ingredientes locales que han tenido que viajar menos y por ende son más libres de químicos y pesticidas, menos alimentos procesados y más verduras y frutas frescas. Simple y fácil de lograr.
¿Y cuales son los suyos?
Felices fiestas.
De postre: Emilia Grace, un nuevo italiano buonissimo. A ojo cerrado el ragú di Bologna con papardelle. Calle 65 n.° 4A-51.
www.elcondimentario.com
Margarita Bernal
Twitter: @MargaritaBernal
Comentar