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Gastronomía

El paraíso de las milanesas / El Caldero

Sancho, crítico gastronómico, habla del restaurante que lo hace sentir en Buenos Aires: Fígaro.

Recuerdo a una tía argentina que, entre muchas otras, se trajo a Colombia una de las tradiciones más maravillosas de la cocina de ese país: las milanesas.
Y digo de Argentina, aunque su nombre claramente alude al origen italiano de esta preparación, porque realmente fue allí en donde se convirtió en receta casera de varias veces a la semana.
Sí, recuerdo que mi tía porteña las hacía por docenas, las guardaba en la nevera y las tenía siempre listas para calmar el antojo de sus hijos y de sus sobrinos, que se las reclamábamos con frecuencia.
Por eso, para mí, las milanesas tienen sabor de infancia, y me transportan sin escalas a Buenos Aires, en donde viví un año y las comí muchísimas veces.
Existe en Bogotá, en un agradable restaurante argentino tipo boliche, informal y con una carta que rinde culto a las tradiciones porteñas, una carta de milanesas como para enloquecer a quienes tanto amamos este plato.
El lugar se llama Fígaro. Y, en efecto, además de las fabulosas empanadas argentinas, de la pasta hecha en casa, de algunas carnes y de unas cuantas ensaladas, hay en su carta un capítulo con siete diferentes milanesas.
Debo confesar que las he probado todas, y todas me gustan. Está la santafesina, de res, que lleva cilantro en el apanado. Hay cuatro de pollo: con salsa napolitana y queso gratinado; con espinaca, queso mozzarella y salsa blanca; coronada por vegetales al estilo caprese, y simplemente apanada.
Aunque decir simple, en este caso, no hace justicia, pues realmente es ahí, en los ingredientes y en la técnica para apanar, en donde está el secreto.
Hay también una milanesa de cerdo, que acompañan con una maravillosa salsa de hongos, y una milanesa vegetariana, realmente fantástica, con uno de los ingredientes
que más me gustan en esta vida: las berenjenas.
Todas las milanesas llegan a la mesa acompañadas de ensalada, puré de papa criolla o fettuccine al burro.
Adoro Fígaro. Me basta con cruzar la puerta para sentirme como en Buenos Aires. Y adoro la posibilidad de probar tantas y tan ricas milanesas, que no son grasosas y que llegan jugosas y tiernas.
Supe que uno de los secretos es que en sus propios hornos hacen el pan del que obtienen la miga. Maravilloso que cuiden estos detalles. Se les nota.
Fígaro. Calle 90 n.° 18-25, Bogotá. Teléfono (1) 7510336.
SANCHO
Crítico gastronómico.
Correo: elcalderodesancho@yahoo.com.co
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