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Entretenimiento

Un viaje al fondo de nuestra riqueza espiritual

Monseñor Darío Álvarez Botero, Alejandro López Conde y monseñor Enrique Sarmiento Angulo, en su reunión para el blog.

Monseñor Darío Álvarez Botero, Alejandro López Conde y monseñor Enrique Sarmiento Angulo, en su reunión para el blog.

Foto:Carolina Sánchez Montealegre

Este 28 de junio, en el blog Paz y desarrollo, una reflexión de monseñor Darío Álvarez Botero.

Según los estudios, una de las máximas profundidades documentadas del fondo del mar está en la llamada Fosa de las Marianas, cerca de la isla de Guam, al norte de Filipinas.
Para llegar allí habría que sumergirse 11.033 metros (11 kilómetros). Se trata de una gigantesca fosa de 2.542 metros.
Y si de nuevo ponemos pies en la tierra, nuestra máxima altura se encuentra en el Everest, cuyo pico está a 8.848 metros, lugar al que han llegado los más fuertes física y mentalmente. Así que, haciendo una resta simple, lo más profundo le gana a lo más alto.
Siempre, la humanidad ha mirado las alturas y la cima es la meta. Incluso en esta pandemia, esperamos el pico, que no llega, para empezar a, al menos, a aspirar a aplanar la curva.
Y por eso, para profundizar, hoy la invitación es a ir al fondo de nuestro mar, a mirar hacia adentro, y la hace monseñor Darío Álvarez Botero, párroco de la Inmaculada Concepción, de Bogotá.
Su mensaje estará en el blog pazydesarrollo de ELTIEMPO.COM este 28 de junio.
Monseñor habla del libro 20.000 leguas del viaje submarino, de Julio Verne, que leyó en el colegio, pero del que solo le gustó el título.
Sin embargo, como afirma el sacerdote, “en estos últimos días he pensado que el mayor fruto que he podido sacar de esta cuarentena ha sido el viajar adentro de mí mismo, como un viaje submarino. Me he sumergido en las profundidades de mi existencia, ahí donde no hay máscaras ni donde puedes aceptar las máscaras que los demás quieren ponerte”.
En su opinión, esta temporada de cuarentena no debemos pensar que “el estridente ruido del silencio” nos fatiga, porque “allá, cada vez más al fondo, surgen las verdades que nos haces libres y nos indican quiénes somos y para dónde vamos”.
Y nos invita, además, a que “en el fondo de nosotros mismos” surja “la pregunta por el mundo, por el planeta Tierra donde vivimos, por la justicia social, y una nueva consideración de los demás”.
El texto nos dice que llegar al fondo también es una oportunidad de conquistar una cima.
Disponible el 28 de junio en http://blogs.eltiempo.com/pazydesarrollo/.
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