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Entretenimiento

‘Los tres mosqueteros’, entre 'Indiana Jones' y el wéstern

François Civil (D'Artagnan), Vincent Cassel (Athos), Pio MarmaÏ (Porthos) y Romain Duris (Aramis).

François Civil (D'Artagnan), Vincent Cassel (Athos), Pio MarmaÏ (Porthos) y Romain Duris (Aramis).

Foto:Cortesía Cine Colombia

La superproducción del clásico francés se estrenó en Colombia. Entrevista con Vincent Cassel.

El cine siempre ha encontrado en los clásicos de la literatura universal una carta por jugar. Esta vez el cine francés, que viene en una espiral de éxitos comerciales, apela a la más reconocida novela de capa y espada de la literatura francesa: Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas. Una aventura de espadachines, intrigas, complots, conflictos religiosos y políticos, enmarcada en la época del reinado de Luis XIII.
Los tres mosqueteros: D’Artagnan es la primera gran producción francesa de esta novela en 62 años. Su realización, según los productores, “responde a una estrategia de la compañía cinematográfica Pathé Films de recuperar parte del patrimonio literario, cultural e histórico de Francia y regresar al cine épico con ambiciosas producciones para la gran pantalla, haciendo contrapeso a las plataformas digitales”.
La producción se toma algunas libertades con el fin de acercarse a las nuevas audiencias. Se puede describir como una película a medio camino entre el wéstern y las historias de aventuras de los 80, tipo Indiana Jones.
La cinta cuenta con un elenco de lujo: Eva Green (Milady de Winter), Vincent Cassel (Athos), François Civil (D’Artagnan), Romain Duris (Aramis) y Pio MarmaÏ (Porthos). Fue dirigida por Martin Bourboulon y escrita y adaptada por Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patellière, respectivamente. 
En Colombia se estrenó esta semana, distribuida por Cine Colombia. Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan es la primera de dos entregas. La segunda parte, Los tres mosqueteros: Milady, será estrenada en diciembre. EL TIEMPO tuvo acceso a una charla con Vincent Cassel, uno de sus protagonistas:
¿Tiene recuerdos de la novela ‘Los tres mosqueteros’, de Alejandro Dumas ?
Sí, cuando era más joven acompañé a mi padre (Jean-Pierre Cassel) al rodaje de Los tres mosqueteros, de Richard Lester, en la él que interpretó a Luis XIII. Recuerdo un decorado alucinante y a Michael York, Oliver Reed y otras grandes figuras del cine de la época. La envergadura del proyecto me impresionó, sobre todo porque yo era pequeño.
Jean-Pierre Cassel (su padre) también interpretó a D’Artagnan bajo la dirección de Abel Gance en su comedia ‘Cyrano et D’Artagnan’. 
Porque somos franceses. Yo también recuerdo haber visto esta alocada adaptación cuando era joven. En realidad, esta nueva adaptación dirigida por Martin Bourboulon es la primera que se produce en Francia desde hace mucho tiempo. Muchos anglosajones la han retomado. Así que es un poco una vuelta a las raíces.

(Athos) Es un hombre atormentado, que lleva sobre sus hombros el peso de su pasado, que está atormentado por el remordimiento, la vergüenza y la culpa; es un vehículo para muchas emociones.

¿Qué representa para usted el personaje de Athos? ¿Cómo lo percibe?
Me gusta mucho, porque es el mejor de los mosqueteros. Enlaza los distintos episodios de la saga de Los tres mosqueteros, de Dumas. Es un hombre atormentado, que lleva sobre sus hombros el peso de su pasado, que está atormentado por el remordimiento, la vergüenza y la culpa; es un vehículo para muchas emociones.
A diferencia de Porthos o D’Artagnan, Athos está atrapado en una contradicción: es enérgico, por su rol, pero está agobiado por sus tormentos.
Athos dice que desearía poder sonreír como D’Artagnan, pero que ya no puede ser feliz. Cree que controla lo que le ocurre. Resulta que soy mayor que Athos. Mi edad tenía que encajar en el papel de forma idónea. Así que tuve que jugar con eso. Me gusta asociar un personaje a un animal: para mí, Athos es un viejo lobo. Entonces encaminé los combates en esa dirección, recordando que su experiencia era superior a su desempeño. También teníamos que caracterizar a nuestros personajes de forma precisa para poder distinguirlos, lo que nos daba a cada uno parámetros para actuar. Porthos es libre; Aramis tiene principios, pero eso no le impide ser huidizo. D’Artagnan es agudo y recto. Y Athos tiene experiencia: es un modelo a seguir para sus compañeros.
¿Cómo se preparó para este rodaje, ya que estás acostumbrado a papeles muy físicos?
La ventaja de hacer este trabajo durante cuarenta años es que acabas teniendo un bagaje: ya he manejado armas y he montado a caballo a menudo. Sólo tenía que volver a hacerlo, porque cada movimiento tenía que ser correcto. Los primeros días son difíciles, pero luego vuelve la confianza. Dependiendo de si estás rodando un wéstern o una película de espadachines, las monturas son diferentes. Athos es un verdadero noble. Su montura nos recuerda su rango; su mano está baja, cerca de la silla de montar.
¿En qué medida le ayudó el vestuario a encarnar a Athos?
Esto es muy importante. Acordamos con Martin y su equipo que Athos debía ir vestido con colores oscuros. Definimos su apariencia a medida que avanzábamos. Teníamos que trabajar con los códigos del wéstern, pero sin caer en ellos. Insistí en que Athos tuviera el pelo largo, porque me permitía acoplarme a su edad y a sus estados de ánimo, cuando van a buscarlo después de una noche de amor o cuando están a punto de cortarle la cabeza. Cuando le cortan el pelo, es un deshonor. Se vuelve como los demás. Yo venía de un rodaje en el que llevaba el pelo muy corto y no llevaba bigote, así que tenía toda la libertad para crear el aspecto de Athos y me concentré en ello. El tinte oscuro y claro del pelo y el bigote fueron mezclados para encontrar el aspecto de este lobo gris, viejo, triste y cansado. Por experiencia, también quería que mi traje fuera cómodo, cálido, flexible y liviano, porque íbamos a movernos mucho en los exteriores. También pedí llevar bufanda, porque no me importa mostrar el pelo del pecho para que mi personaje se vea sexy, ¡pero no quería congelarme el trasero rodando de noche a 5 grados! Además, la bufanda añadía nobleza a mi personaje, así que era perfecta.

Hay tal naturalismo en el cine que no es tan fácil hablar un lenguaje muy literario. En este sentido, el trabajo de guion de Alexandre y Matthieu me parece notable.

¿Le resultó fácil apropiarse del lenguaje clásico de la película?
Sí, lo ajustamos con Martin en el set. Fue una adaptación constante para no caer en algo demasiado moderno ni demasiado sofisticado. Hay tal naturalismo en el cine que no es tan fácil hablar un lenguaje muy literario. En este sentido, el trabajo de guion de Alexandre y Matthieu me parece notable.
¿Qué opinión le queda del director Martin Bourboulon?
Cuando le hacía demasiadas preguntas, me decía: “Dilo sin rodeos”. Eso le venía muy bien. Martin confiaba mucho en su guion y no intentaba hacer nada extravagante. Nos daba libertad, pero siempre se aseguró de tener todo lo que necesitaría en el proceso de edición.
¿Cómo describiría su trabajo con los demás actores?
Para esta película era esencial que la química entre los actores funcionara. Tenía mucha curiosidad por conocer a Pio Marmaï y François Civil, y me alegró encontrar a Romain Duris. Entre los cuatro surgió una franca camaradería. Éramos como los mosqueteros de la película. No nos separábamos. Creo que había una admiración mutua entre todos nosotros. Descubrí a Pio y su loca energía. Me recuerda a Patrick Dewaere, pero sin depresión. Romain siempre me ha parecido increíblemente encantador. Es perfecto como Aramis. ¿Y quién mejor que François Civil para interpretar a D’Artagnan hoy en día? Tiene una cualidad como de perro rabioso, inteligente e ingenioso, con algo de candidez, lo que es ideal para este papel. Con Eva Green acababa de pasar tres meses y medio en otro rodaje y me encantó volver a verla, porque la admiro mucho y nos llevamos muy bien. Fue un placer volver a cruzarme con ella. Sabía que sería extraordinaria como Milady. Y desde que Louis Garrel interpretó a Godard, ha adquirido una imaginación increíble y aquí hace de Luis XIII, un rey que creció demasiado rápido, que es torpe, un poco patético y muy conmovedor. Creo que es fantástico. 
REDACCIÓN DOMINGO 
EL TIEMPO 
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