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¿Tiene futuro el cine frente a las plataformas en línea?
Netflix

Según la organización del Festival, si Netflix no estrena sus películas en cine, no podrá competir.

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Robert Galbraith / Reuters

¿Tiene futuro el cine frente a las plataformas en línea?

ANÁLISIS UNISABANA

Netflix y otros operadores amenazan la manera como siempre se ha apreciado el séptimo arte.

La reciente polémica entre Netflix y el festival de cine de Cannes, por la exigencia del festival de que las películas se estrenen en salas de cine francesas para concursar en el certamen, hoy tiene sentido, pero mañana será insostenible.

La discusión, mucho más profunda de lo que parece, pone en evidencia la tensión entre el negocio actual del séptimo arte y la forma como se vislumbra en un futuro cada vez más cercano.

La cartelera cinematográfica actual tiende a uniformar el público. Los exhibidores (sobre todo las grandes cadenas) siguen privilegiando el cine épico de Hollywood sobre el cine independiente (incluso el de Estados Unidos) e ignorando a un público menos amplio que prefiere otro tipo de historias y narrativas (¿le ha pasado también que quiere ir a cine, pero no encuentra buenas opciones?). 

También es cierto que las plataformas de 'streaming' (también llamadas OTT –'over the top'–) han ganado muchísimo terreno en los últimos años y muchos espectadores hoy vemos cine y tv 'online' casi más de lo que vemos en los teatros y en televisión. Estamos ante una nueva transformación del negocio del séptimo arte, tal como lo hemos conocido.

Muchos cinéfilos somos fanáticos de la intimidad y la mística de las salas de cine y, como buenos nostálgicos, nos resistimos a ver las grandes películas en pequeñas pantallas; pero hay que reconocer que hace muchos años Hollywood monopolizó las salas comerciales del mundo occidental y que los mejores títulos están llegando poco a los cines.

Cada vez se producen más películas, pero hay menos espacio (e interés) de los exhibidores por proyectarlas, debido a la predilección por los 'blockbuster' de Hollywood (miremos solamente el gran número de salas de una ciudad como Bogotá versus la escasa cantidad de títulos que copan la mayoría de las mismas).

Las plataformas en línea (Netflix, Qubit, Hulu, Amazon, Filmin, etc.) han dado la posibilidad de que accedamos a material audiovisual que en otra época no habríamos podido ver (películas clásicas o de países y estilos impensables en nuestras salas) y su modelo tiende a imponerse frente a las formas tradicionales del negocio del cine y la televisión.

El reto de los gobiernos está en plantear reglas del juego que permitan (discusión que ya existe en sectores como el hotelero y el transporte) un mercado de libre y justa competencia.

Si esta situación no se revierte, considero que los grandes circuitos de exhibición pasarán (ya están pasando) a ser territorio exclusivo de las grandes producciones de Hollywood, películas en donde la experiencia está por encima de la narrativa, en un regreso del cine a sus orígenes como atracción de feria.

El cine independiente no morirá, pero deberá colonizar y fortalecer espacios alternativos de exhibición como las cinematecas y, por supuesto, el ciberespacio, en donde los productores pueden disponer de infinitas posibilidades, con el enorme reto de destacarse en el universo de contenidos allí disponibles.

En un futuro cercano, el negocio de las plataformas 'online' seguirá creciendo y diversificándose y los puristas del cine tendremos que ceder un poco en nuestros rituales para poder acceder a una mayor cantidad de contenido (así no sea en pantalla gigante). El vaticinio de esta cuarta muerte del cine (al que no mató la televisión, ni el video ni el cable) tampoco se cumplirá, pero sí transformará de manera radical la forma como lo vemos.

Así como hace menos de una década asistimos a la muerte del celuloide y aceptamos su digitalización, que cambió las formas de producción y visualización del cine, dejando términos como filme, rodaje y hasta película en entredicho, los espectadores tendremos que acostumbrarnos a ver el cine en distintas plataformas y disfrutarlo tanto en las pequeñas como en las grandes pantallas. Los realizadores audiovisuales, por su parte, podrán enfrentar esta crisis y salir fortalecidos con películas de buena calidad que ya no serán hechas exclusivamente para las salas, costarán mucho menos en su producción y exhibición y tendrán un potencial de público trasnacional.

La polémica entre Netflix y Cannes será un exótico recuerdo del pasado cuando, en muy pocos años, podamos acceder a una plataforma 'online', producida por el mismo festival, para ver las películas en concurso y votar por el premio de la favorita del público.

Jerónimo Rivera Betancur
Profesor Facultad de Comunicación
Universidad de La Sabana

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