Marcos González es un historiador que ha estudiado la importancia de la fiesta en nuestra cultura. De ello da cuenta su libro Bogotá festiva, que recoge las 300 celebraciones que tiene la ciudad, sin dejar de contar que en el país son unas 4.034 al año.
En este recuento afirma que “la más grande que hay, la que más convoca, es Halloween, porque es en la que todo el mundo participa, bien sea en la casa, en una fiesta de disfraces en otro escenario, disfrazando a los niños y hasta al perro”.
Pero para González hay un hecho aún más importante con Halloween: “Siendo la que más convoca, nadie la convoca. La gente sale con sus niños disfrazados a pedir dulces, y esto sucede en los centros urbanos. Como celebración, es de todos”, dice.
Desde su llegada al país, en los años 70, Halloween ha ido conquistando espacios adicionales a la calle. Con ella, los centros comerciales han encontrado una forma de llenar sus espacios.
“El 31 de octubre es el día que más gente llega, unas 80.000 personas van a Hayuelos”, dice Guillermo Gómez, gerente de ese centro comercial del occidente de Bogotá.
El lugar se prepara, y la primera regla es “tener los pasillos más libres para la gente”, agrega, porque son la pasarela. “Hoy ya no solo se disfrazan los niños. Cada vez más, el público adulto llega con sus vestidos temáticos. Van grupos de amigos convertidos en los Picapiedra o los Simpson. De verdad es un espectáculo”, dice.
Allí se reparten en el día de Halloween unos 600.000 dulces, y una cifra similar se da en Mercurio, en Soacha, donde –cuenta su gerente, Jaime García– llevan 10 años celebrando esta fiesta.
“Nosotros, por seguridad, organizamos a todos los colaboradores del centro comercial para que, en tres estaciones, repartan los dulces y no programamos el 31 nada distinto”, dice.
Es un día en que, por supuesto, aumenta la seguridad, y en la mayoría hay ambulancias o servicio médico. “Tenemos un puesto de mando unificado por si se pierde algún niño, para desde allí monitorear mejor su búsqueda”, agrega.
A su vez, en Centro Chía, dice Camilo Palacios, director de Mercadeo, se esperan este 31 de octubre unas 30.000 personas: “Uno de los planes de contingencia es apagar las escaleras eléctricas para evitar que, por la cantidad de gente, los niños tengan accidentes”.
Aunque el día siguiente sea hábil y los niños tengan que madrugar a estudiar y sus papás a trabajar, el 31 de octubre es un momento en el que las familias se quedan más tiempo en la calle, sin importar si hace frío o llueve.
Es un día que, además, merece algo de gasto. Al respecto, en Colombia las cifras no son claras, pero la app Ofertia! realizó un estudio de celebración de Halloween con 500 de sus usuarios y concluyó que cada colombiano gasta de 50.000 a 100.000 pesos en el disfraz.
En cuanto a la venta de dulces, José Fernando Ochoa, vicepresidente de Marketing de Colombina, dice: “Esta temporada es muy importante en el mercado colombiano, los consumidores buscan cantidad y variedad de confites y las ventas pueden alcanzar entre un 10 y un 12 por ciento de incremento en volumen”.
En estos días, conseguir un disfraz es una de las funciones de los papás para sus niños y para ellos mismos.
Desde hace 20 años, Cachivaches es una de las empresas que más comercializan disfraces en Bogotá y Medellín, y envía a otras ciudades.
Según Camilo Echeverry, líder de Mercadeo, el trabajo empieza la primera semana de noviembre de cada año. “Se comienza comprando las telas y los accesorios en insumos para los disfraces, que se traen de Asia. De Estados Unidos se importan artículos de decoración. Igualmente, actualizamos las licencias de Warner, Disney y Mattel, entre otras”, para poder usar sus diseños, dice Echeverry.
Luego, personal colombiano empieza la confección. “Tenemos disfraces desde 40.000 hasta 120.000 pesos, depende de la elaboración. Una princesa para niña, con sus accesorios, es más costoso (por la tela, el collar y la corona) que uno plano. Un rey medieval para hombre lleva capa y corona y vale entre 130.000 y 140.000 pesos. Un Supermán con espuma para niño, 80.000 pesos, y uno de adulto, 120.000 pesos”, cuenta.
Para los bebés, uno de los más exitosos es Mickey, mientras que para los niños más grandes están Catboy y Gekko, así como los clásicos de Batman, Supermán y el Hombre Araña. Muchas niñas siguen queriendo ser Bella y Elena de Ávalos.
Los adultos buscan más el de Supermán –y las parejas, Supermán y Superchica y Batman y Batichica–, entre otros. También hay de piloto, enfermera, preso, verdugo, vikingo y cavernícola.
Esta fiesta, como dice González, “no la controla nadie, se controla a sí misma. Claro que hay que tener cuidado con los niños, pero todos saben que es un día en que los grandes y los niños se toman la calle para celebrar”.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE
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