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Cultura

Copa América: Diego Forlán conversó con Revista BOCAS

El uruguayo Diego Forlán en la edición 107 de Revista BOCAS.

El uruguayo Diego Forlán en la edición 107 de Revista BOCAS.

Foto:Revista BOCAS

Balón de Oro en el mundial de 2010 y campeón en la Copa América de 2011. Habla el ídolo charrúa.

César Bianchi
Cuando era un niño de 10 años, educado y obediente de un colegio privado, Diego le escribió una carta a su madre en la que profetizó qué cosas lo harían, algún día, un gran jugador de fútbol. En esa esquela redactó con su puño y letra una especie de receta: “Dedicación, sacrificio, control de pelota, remate con las dos piernas y mucho trabajo”. A juzgar por los trofeos personales y colectivos que ha levantado en su carrera, se podría decir que aquel niño se tomó muy en serio el sino que él mismo se trazó.
Diego Forlán fue dos veces Bota de Oro o “pichichi”, como se le llama al goleador de la Liga española, una vez en un equipo humilde como el Villarreal y luego repitió con el Atlético de Madrid. Hizo goles en Independiente de Argentina y en el Manchester United de Ferguson, tiró paredes con Riquelme y el Kun Agüero, fue campeón con Peñarol, el equipo de sus amores, y se consagró como Balón de Oro, otorgado al mejor jugador de un Mundial, en Sudáfrica 2010, certamen que además lo tuvo como goleador, eclipsando así a Messi, Cristiano Ronaldo, Kaká, Rooney, Ribery y Drogbá.
Pero antes, muchos años antes, cuando era un adolescente atribulado, dudó entre dedicarse al fútbolo al tenis, deporte para el cual también había demostrado destrezas. Tenía muy buenas condiciones con la raqueta. Su padre —el exfutbolista y campeonísimo con Peñarol, Pablo Forlán— le decía que si quería llegar a ser un buen futbolista, tenía que jugar al tenis: le daría la capacidad de reacción necesaria para el césped, lo obligaría a estar concentrado todo el tiempo y adquiriría gran rapidez de piernas. Diego tomaba la raqueta con la izquierda y le pegaba con fuerza.
A los 12 años sufrió lo más parecido a una crisis vocacional. Se sentía desmotivado con el fútbol. Entonces, su profesor de tenis, Fernando Revetria, le dijo: “Sos un buen jugador. Es cuestión de trabajar y podrás jugar a gran nivel. Si te lo planteás y luchás, podrías llegar a la élite”. Empezó a entrenar esforzándose más, disputó torneos importantes en Uruguay y llegó al top 3 de su categoría, hasta que perdió un partido en el tie break del tercer set. Una semana después comenzaban los exámenes del colegio, y suspendió el deporte. El tiempo dirá que Diego sí le hizo caso a Revetria, pero aplicando sus consejos a otra disciplina deportiva: la más popular de todas.
Tras los exámenes, que aprobó con nota, volvió a las canchas del Carrasco Lawn Tennis. Revetria ya no estaba, había un nuevo entrenador. Empezó con el peloteo clásico, hasta que falló una bola y tiró la raqueta al piso. El nuevo técnico lo regañó: “Acá no se tira la raqueta, si fallás, volvés a intentarlo en la siguiente bola”, le dijo. Diego, malgeniado, se fue de la cancha. Y dejó el tenis. Gracias a ese técnico que lo retó con razón, Forlán se dedicó al fútbol, e hizo de su apellido una marca.
El rubio pelilargo no debutó en Primera División de su país, Uruguay. Cruzó el charco y debutó en Independiente, dirigido por César Luis Menotti. Le hizo un doblete al Boca campeón del mundo y su cotización explotó. Lo compró Manchester United, y en Old Trafford le compusieron una canción. Era el delantero fetiche de sir Alex Ferguson, que entraba para salvarle el pellejo cuando Beckham y Giggs no lograban acertar. Contra el Southampton metió un derechazo al ángulo en el minuto 85 y, como solía hacer, se quitó la camiseta para revolearla en el festejo. Al reanudarse el juego, el uruguayo marcó a un rival y le robó la pelota… con el torso todavía desnudo y la camiseta en una mano.
Empezó en el tenis, pero el fútbol pudo más. Fue dos veces “pichichi” de la Liga española (con Villarreal y Atlético de Madrid e hizo goles en Independiente de Argentina y en el Manchester United de Ferguson.

Empezó en el tenis, pero el fútbol pudo más. Fue dos veces “pichichi” de la Liga española (con Villarreal y Atlético de Madrid e hizo goles en Independiente de Argentina y en el Manchester United de Ferguson.

Foto:Javier Noceti

Rubio de ojos claros. ¡No había nada que ayudara! Y encima tenía a papá, que había jugado profesionalmente, entonces algunos pensaban que estaba acomodado porque me ponía él

Lo dicho: se fue a Villarreal para ser titular y jugar los 90’. Hizo mucho más que eso. Fue el goleador de La Liga, por encima de los romperredes del Barcelona, el Real Madrid o el Atlético. Y sin traumas por los números, eligió la 5 para homenajear a su hermano Pablo, que solía jugar con ese número en Uruguay. El Atlético de Madrid posó sus ojos en él y se fue a la capital para volver a ser “pichichi”. Y ya no paró más.
En el auge de su carrera llegó el Mundial de Sudáfrica 2010, donde lideró a un equipo que tenía a Muslera, Lugano y Godín en defensa, él y dos jóvenes salteños, Edinson Cavani y Luis Suárez, en la delantera. Uruguay perdió la semifinal ante Holanda y salió cuarto. Diego fue premiado con el Balón de Oro, trofeo al mejor jugador de un Mundial.
Un año después, la Celeste de Oscar Washington Tabárez levantó la Copa América, en Argentina, y tras ganarle al dueño de casa por penales. Diego hizo dos goles para la victoria 3-0 ante Paraguay en la final. En esta charla con BOCAS, Forlán dice que su tocayo Lugano le dijo al oído que con un gesto suyo —en una comida previa— se empezó a ganar el certamen continental. Uruguay es el país que más veces la ha ganado: 15, por encima de los poderosos vecinos Argentina y Brasil, dizque Diego porque “les competimos de igual a igual”.
El chico que fuera mirado de soslayo por ser mono, no tener tatuajes y provenir de un barrio residencial de Montevideo, venció todos los prejuicios y llegó a la élite mundial del fútbol. Hoy, en su segunda oportunidad como entrenador, recibió a esta revista en un complejo deportivo en Maldonado (este de Uruguay), donde entrena a Atenas de San Carlos, un equipo de Segunda División Profesional. Diego Forlán (42 años) quiere depositar al equipo en Primera y pelearles a los grandes. Tiene otros candidatos para ese ascenso: Danubio, Defensor Sporting, Cerro y Rampla. Le estimula que sea difícil la misión: sabe, desde chico, que con “dedicación”, sacrificio” y “mucho trabajo”, los objetivos se cumplen.
Hijo y nieto de futbolistas, ambos campeones con la selección uruguaya. ¿Desde niño sabía que se dedicaría al fútbol?
No. No… Tenía ganas de dedicarme a eso, pero era un sueño. No sabía si lo podía lograr. Pero me gustaba, lo deseé.
Lo profetizó en una carta que le escribió a su madre. ¿Recuerda ese momento?
Tendría 9 o 10 años. Me gustaba escribir las cosas que tenía claras. Escribí cosas que tenía que mejorar, algo así como trabajo, esfuerzo, la constancia. Y también pegarle con las dos piernas. Eso me lo inculcó mi viejo (el exfutbolista de Peñarol, San Pablo y la selección uruguaya, Pablo Forlán). Él, al ser jugador profesional, se dio cuenta de que los principales rivales que enfrentó tenían la habilidad de pegarle bien con las dos piernas. Entonces, viendo que yo tenía muy buena coordinación, trató de enseñármelo desde muy chico.
¿Es cierto que su padre le hacía practicar contra un frontón, alternando pegarle a la pelota con izquierda y con derecha?
Sí, me llevaba al club, al Carrasco Lawn Tennis, y había un frontón ahí al lado de las canchas (de tenis), para jugar a la paleta. Yo lo acompañaba siempre al club, él iba mucho a jugar al tenis, yo iba a la canchita de fútbol y jugaba. Cuando había un rato libre, él me incitaba a pegarle con izquierda y con derecha. Era un poco aburrido mucho rato lo mismo… Pero después, cuando fui haciendo goles en el baby-fútbol (o fútbol infantil) le fui agarrando el sabor a eso de pegarle con las dos piernas.
Pero en el tenis también le iba bien. Su entrenador de tenis, Fernando Revetria, me dijo que podría haber llegado muy lejos como tenista. ¿Llegó a dudar entre dedicarse al tenis o al fútbol?
Jugaba bien, sí. Tendría 14 o 15 años. Y entre los que estaban acá (en Uruguay) “competía” con los buenos, con los mejores. Lo que pasa es que esos mejores competían al tenis, y yo, en realidad, competía en el fútbol. El fin de semana, en lugar de irme a competir en tenis, me iba a jugar al fútbol, entonces no tenía la competencia cotidiana del tenis. Ahí te sacan ventaja, como yo les saqué ventaja en fútbol, porque jugaba todos los días al fútbol.
Rodrigo García Barcha es la portada de la edición 107 de Revista Bocas, publicada en junio de 2021.

Rodrigo García Barcha es la portada de la edición 107 de Revista Bocas, publicada en junio de 2021.

Foto:Revista BOCAS

A mí me habían dado el Balón de Oro y yo quise hacerles un regalo a todos mis compañeros. Porque, la verdad, yo gané ese premio individual, pero el deporte es colectivo. No es demagogia; es así

¿Pero llegó a tener un dilema?
Quizás tuve un dilema, en algún momento, sobre qué deporte priorizar. También hubo momentos en que me dediqué a estudiar y a disfrutar de la adolescencia con mis amigos, y no jugué al fútbol ni al tenis. Pero después mi padre asumió un cargo de director deportivo de divisiones juveniles de Peñarol, me convenció para ir y ahí arranqué. Eso fue en 1993, tenía 14 años. Antes de eso ya me había probado en octava categoría, pero después no seguí. Justo se dio el accidente de mi hermana, y fue un momento complicado para la familia… (El 14 de septiembre de 1991, su hermana Alejandra y su novio, Gonzalo, tuvieron un accidente automovilístico al volver de un baile. Ambos iban sin cinturón de seguridad. Él falleció en el acto, ella quedó parapléjica. En 2009, fundó la fundación Alejandra Forlán, una ONG que promueve los derechos de las personas discapacitadas con énfasis en la prevención de siniestros de tránsito). Dos años después del accidente de ella, retomé el fútbol cuando papá agarró la coordinación de las inferiores de Peñarol. Lo acompañé.
En tenis llegó a jugar partidos contra el español Juan Carlos Ferrero…
Jugué con Ferrero, con (el ruso Marat) Safin, pero fue más peloteo… Fue en la época del Villarreal. Después, cuando estaba en el Atlético de Madrid, también jugué con (los españoles) Feliciano López y ‘Pato’ (Francisco) Clavet, con (el ecuatoriano) Nicolás Lapentti, jugué con varios importantes. Pero peloteé, nada más.
En el 2010, publiqué una semblanza sobre usted en revistas de Argentina y México luego de que fuera elegido mejor jugador del Mundial de Sudáfrica. Leí su autobiografía, entrevisté a sus padres, a su hermana Alejandra y hasta a su profesor de tenis de cuando era niño. En las notas dije que usted es un bicho raro del fútbol, un rara avis: nacido en Carrasco (barrio residencial de Montevideo), que de adolescente dominaba idiomas, que no tiene tatuajes... ¿En algún momento se sintió cuestionado o mirado de reojo por todo eso?
Bueno, por lo que es la idiosincrasia de acá, y más en el ambiente del fútbol donde todo es “garra” y “corazón”. Mi estilo de juego no era el de la garra, el de trancar fuerte una pelota en la mitad de la cancha… Sumale que mis características físicas tampoco ayudaban tanto, al ser rubio de ojos claros. ¡No había nada que ayudara! Y encima tenía a papá, que había jugado profesionalmente, entonces algunos pensaban que estaba acomodado porque me ponía él. La gente decía que yo no tenía “hambre”. Había gente que lo decía literal, por no haber pasado nunca hambre, y otros lo decían en el sentido de que yo no tendría hambre de gloria, porque nunca me faltó nada. Pero esas críticas me daban un combustible para demostrarme a mí mismo que no es así.
¿Siente que venció ese prejuicio que había sobre usted?
Con el tiempo terminé comprobando que estaban equivocados. Era prejuicio típico. Pasa mucho en esta parte del mundo. Allá en Europa pasa, pero mucho menos. Allá si tenés aptitudes, genial; de donde vengas, no importa. No hay discriminación por la clase social de la cual provengas. Es muy de Latinoamérica, donde no hay cultura, donde prevalecen otro tipo de cosas. Pero no me ponía de malhumor, yo pensaba: “Paciencia, Diego, vos trabajá. No tengo que demostrarle nada a nadie, tengo que demostrarme a mí mismo y triunfar, sea jugando al fútbol o haciendo lo que sea”. Nací donde nací, yo no lo digité. Si pudiera volver a elegir donde nacer, lo elegiría nuevamente feliz de la vida. Por mi familia y por el entorno, hoy soy quien soy.
Se fue a Manchester United con 22 años y dio su primera conferencia, en la llegada, en inglés. ¿Cómo fue su primera estadía en Inglaterra, en aquel Manchester con Ruud van Nistelrooy, David Beckham y un joven Cristiano Ronaldo? ¿Qué recuerda de aquel vestuario?
Lo que me dio mucha fortaleza fue poder hablar el idioma. Llegar a ese vestuario y no poder hablar inglés me hubiera dejado afuera de muchas cosas, y la adaptación hubiera sido mucho más complicada. En ese sentido, eso me abrió las puertas automáticamente. Ellos conmigo fueron muy bien. Imaginate que, como país colonizador, vos llegás y hablás el idioma de ellos, eso te abre puertas… Me tomaron diferente. Yo podía dialogar. Y entendía de qué estaban hablando. Capaz que cuando no hablás el idioma pueden hablar sobre vos y no lo entendés. Yo era respetuoso, tranquilo, no me metía mucho, porque vos sabés el lugar que tenés y vas asumiendo a medida que va pasando el tiempo. Tampoco hablaba por hablar; si hablaba, lo hacía seguro.
¿Ya se veía lo lejos que iba a llegar Cristiano Ronaldo?
Cristiano vino después, jugué un año con él. Se veía que iba a ser un jugador desequilibrante. Él cambió su rol en la cancha; en aquel momento era más volante, no delantero. Al poco tiempo que yo me fui, empezó a ser un delantero más. Tenía un hambre tremenda…
Lo veo muy emparentado con usted, en cuanto a ser un atleta muy profesional.
Él lo dijo en una nota. Cristiano dijo que aprendió mucho en la época conmigo en el Manchester. Nosotros entrenábamos en un lugar donde había varias canchas y, tras el entrenamiento, yo me quedaba pateando en una cancha, en un arco, y él en la otra. Los dos nos quedábamos después de la práctica. No recuerdo en qué medio fue, pero él dijo que viéndome entrenar aprendió bastante.
En el 2007 pasó al Atlético de Madrid y fue "pichichi" y Bota de Oro, con 32 goles en la temporada. En tu compilado de aquellos goles hay de derecha e izquierda, adentro y afuera del área grande. Había dado resultado la enseñanza del viejo...
Creo que 15 de los 32 goles de esa temporada fueron de remates de media distancia, tanto con la derecha como de zurda, así que sí… ¡El consejo del viejo había dado resultado!
El pico más alto de su carrera fue sin dudas el Mundial 2010 de Sudáfrica. Fue el goleador del certamen, lideró a Uruguay a un cuarto puesto y fue elegido el mejor jugador del Mundial. ¿Se preparó especialmente para ese Mundial?
Me preparé especialmente con Santiago Alfaro, mi preparador físico desde la época del Villarreal (ahora Alfaro es el preparador físico del cuerpo técnico de Forlán en Atenas de San Carlos). Cada vez que terminaba la Liga, yo hacía un entrenamiento especial para ponerme a punto para la siguiente competición. En el caso de Sudáfrica 2010, obviamente fue otra motivación, por ir a jugar un Mundial, pero no fue algo inédito. Ya lo había hecho antes previo a otros torneos importantes. Era un entrenamiento muy físico, de fuerza, sumado a una buena alimentación. El plan de trabajo fue cambiando a medida que yo fui evolucionando, con mucho estiramiento, diferentes técnicas para encontrarme de la mejor manera.

Se da la casualidad que tenemos muchísimas Copas América: 15. ¿A qué se debe? A que somos competitivos. Nos tiene sin cuidado saber que somos un país chico

Uruguay tuvo un gran Mundial, al jugar semifinales y salir cuarto. Le dieron el Balón de Oro como mejor jugador del Mundial y fue uno de los goleadores con cinco goles… Fue el líder futbolístico de la Celeste, incluso era el capitán. Recuerdo que cuando anunciaron que había sido elegido el mejor jugador del Mundial lo tiraron a la piscina del hotel, vestido.
Sí… Yo soy muy ordenado, tenía toda la ropa ordenada, porque además el Mundial ya había terminado. Tenía separadas algunas camisetas y cosas para llevarme, entraron a mi dormitorio y me revolvieron todo, me saquearon el cuarto y se llevaron cosas, camisetas, de todo. ¡Me saquearon el dormitorio! Después me llevaron al lobby del hotel en Port Elizabeth, y de ahí a la piscina a los empujones. Me tiraron con ropa, pero Luis (Suárez) y el ‘Mota’ (Walter Gargano) estuvieron muy bien, porque vinieron de atrás y me sacaron los celulares y la billetera para que no se mojaran. Y después sí me tiraron con ropa al agua.
(¿Le gustaría otra entrevista BOCAS?:  "La literatura colombiana es de heridas profundas": Pilar Reyes)
Fue una figura descollante en ese Mundial. No me diga ahora que consiguió el trofeo del Balón de Oro “gracias a sus compañeros”…
Te cuento algo: a mí me habían dado el Balón de Oro y yo quise hacerles un regalo a todos mis compañeros. Porque, la verdad, yo gané ese premio individual, pero el deporte es colectivo. Si no hubiera andado bien todo el grupo, es imposible que yo lo hubiera ganado. No es demagogia; es así. Mandé hacer una réplica en miniatura del Balón de Oro (saqué la idea de cuando ganamos la Europa League con el Atlético de Madrid, y nos dieron una réplica a cada uno). Yo podía haberle regalado un reloj a cada uno, pero busqué algo más significativo. Mandé hacer 50 copias, y un año después, cuando la Copa América, hice una cena con toda la delegación, mandé editar un video, dije algunas palabras y al final de la cena le entregué un Balón de Oro a cada uno. Esa cena fue previa al comienzo de la Copa América del 2011. Y después de que me aplaudieron, se me acercó ‘la Tota’ (Diego Lugano) y me dijo: “Tocayo, con este gesto ganamos la Copa América”.
¿Ahí se empezó a ganar la Copa América de Argentina 2011?
Él me dijo eso, y yo me lo guardé. Me quedé callado, no se lo recordé. Y algunas semanas después, un sábado previo a la final contra Paraguay en el Monumental, le digo: “Después te voy a recordar lo que me dijiste hace un mes… vos ya ni te acordás”. Después que la ganamos, se lo dije.
¿Cómo recuerda ese certamen del 2011?
Fue la confirmación del papel que habíamos hecho en el Mundial del 2010. No se nos había dado llegar a la final (de Sudáfrica), que era lo que todos queríamos, por más que fue mucho más de lo que hubiéramos imaginado. Y al año llegó la Copa América, que es otra competencia muy diferente. Se dio que pudimos ganarla, derrotando a Argentina en cuartos de final, que no fue un partido fácil, y después llegando a la final contra Paraguay y ganándola cómodamente.
El uruguayo jugó en Japón, India y Hong Kong. Un 'rara avis' del fútbol: estudioso, respetuoso, tranquilo, con varios idiomas desde la adolescencia y sin tatuajes.

El uruguayo jugó en Japón, India y Hong Kong. Un 'rara avis' del fútbol: estudioso, respetuoso, tranquilo, con varios idiomas desde la adolescencia y sin tatuajes.

Foto:Javier Noceti

Siendo un país pequeño entre dos potencias mundiales como Argentina y Brasil, Uruguay es el país que ha ganado más Copas América (15). ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial este certamen continental para los uruguayos?
Somos muy competitivos. Se da la casualidad que tenemos muchísimas Copas América: 15. ¿A qué se debe? A que somos competitivos. Nos tiene sin cuidado saber que somos un país chico. El fútbol es diferente al básquet o al rugby, donde la potencia termina predominando sobre el que no es potencia. El fútbol te permite tener un poco más de igualdad entre el mejor y el peor con un solo gol de diferencia. Uruguay, no siendo una potencia y no teniendo un poder adquisitivo como tienen otros países, igual les competimos a las selecciones que sí son potencia, y por eso hoy somos el país que tiene más Copas América.
Después de dos pasajes breves por el Inter de Milán y el Inter de Porto Alegre, fue a jugar al Cerezo Osaka de Japón. Decía en la película DF10 que le llamó mucho la atención el respeto de los japoneses en la calle, a tal punto de no encontrar un papel tirado...
Hay una imagen en esa película donde yo me paro frente a un semáforo y los peatones tenemos la roja, pero estaba desierto, no había nadie, no pasaba ningún auto, y así y todo, nadie cruzaba la calle. Esperaban la verde respetuosamente. Nosotros, los latinos, en una situación así cruzamos la calle. Si no viene ningún auto, cruzás. Más allá de eso, me llamaba la atención el respeto, la educación, el orden que hay. No estamos acostumbrados a ver algo así: la limpieza de las calles, el orden, no encontrar ni un papel tirado… Son cosas que no solés ver alrededor del mundo.
Con 36 años se sacó las ganas de jugar en Peñarol, el equipo del cual es hincha y donde brilló su padre. Jugó solo un año y salió campeón uruguayo. Después se fue a jugar a otros destinos exóticos como India y Hong Kong. ¿Qué le atrajo de jugar en esas ligas?
Antes había ido a Japón, y me había ido muy bien. Fue un lugar lindo, desconocido y lejano. Pero me fue espectacular por la calidad de vida, el nivel profesional (del fútbol). Sabía que India sería diferente, era una liga que estaba creciendo mucho, la propuesta era muy buena. Y lo mismo fue Hong Kong: algo diferente. Eran lugares que me despertaban la curiosidad por conocerlos, y el fútbol me dio la chance. Fueron sitios espectaculares, conocí gente con la que me mantengo en contacto hasta el día de hoy.
¿En qué idioma se comunicó en esos países? ¿En inglés?
En Japón en japonés, y algo de inglés. Aprendí bastante el japonés jugando ahí. En India y en Hong Kong sí, me manejé con inglés.
¿Qué es lo más raro que vio en la India y en Hong Kong?
¡Uff!, los contrastes son enormes. Podés estar en un hotel siete estrellas y al lado tenés una favela (una comuna). Está la clase alta viviendo al lado de los más pobres, y conviven unos al lado de los otros. Eso llamaba mucho la atención. Y Hong Kong es una urbe impresionante… Estar ahí, haberlo visto mil veces en diferentes películas y después verlo in situ. La ciudad está llena de luces y publicidades por todos lados. Ver la bahía de Hong Kong era como ver lo que habíamos visto en películas.
Uno imagina que, dado que como jugador fue goleador y tenía buen pie, ahora que es entrenador, sus equipos priorizan lo ofensivo por sobre los aspectos defensivos. ¿No es así?
Es lo que uno siente, y yo siento el buen fútbol. Claro que me interesa que mis equipos defiendan bien, porque es importante, pero trato de que el equipo tenga un buen trato de pelota, ser ofensivos, pero defendiendo. El otro día (habla del primer partido del torneo de Segunda División de su equipo, Atenas, contra Rampla Juniors, que terminó 1-1) me hubiera gustado ser un poco más ofensivo, y en el momento que iba a meter un cambio, para ganar, me expulsaron a un jugador y ahí traté de mantener lo que tenía. Lo pensé, pero dije: “Bueno, es el primer partido, capaz que por querer ganarlo, lo termino perdiendo”, y no me arriesgué. Al final, el punto terminó siendo bueno, aunque merecimos ganar. Pero el fútbol es así.
¿A qué jugadores colombianos admiró en su carrera?
Admirar, no sé, pero estaba en Buenos Aires cuando el 5-0 de Colombia a Argentina en el Monumental de Núñez. Esa selección me encantaba: Rincón me encantaba, ‘el Tino’ Asprilla, era espectacular –en su época en el Newcastle de Inglaterra andaba volando–, y Valderrama también era un clase A, jugaba siempre a un toque, siempre tenía visión, no erraba un pase. Incluso Higuita en el arco, que hacía cosas que no hacía nadie. Tenía grandísimos jugadores en todas las líneas, pero, siendo yo un jugador ofensivo, destaco a esos tres: ‘el Pibe’, Rincón y ‘el Tino’. Recuerdo que todos la poníamos a esa selección como candidata para el 94, pero no pudo ser.
¿Es de los que creen que no se tenía que jugar esta Copa América? ¿O al menos no en Brasil, que no se ha caracterizado por combatir bien la pandemia?
Es así, pero si hacen una buena burbuja, y la cuidan, no creo que haya ningún problema. No es el mejor lugar, sin lugar a dudas. Yo creo que se podría haber decidido mucho antes, se debió haber previsto esto. Lo que sí te puedo decir es que tanto la Sudamericana como la Libertadores, que se vienen jugando hace un año y medio, han tenido pocos casos positivos. Esperemos que en Brasil haya una burbuja bastante hermética, como para que los jugadores y aquellas personas que van a formar parte de las diferentes delegaciones, y los que vayan a trabajar en la Copa América, tengan un cuidado especial para que no haya más contagios. Hay que cuidarse y respetar los protocolos.
¿Quién es el favorito en esta Copa América?
¡Todas las selecciones! Está entre Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia…
¿Todos los países?
¿Qué querés que te diga? Si en la pasada edición te decía que Perú iba a eliminar a Uruguay e iba a jugar la final, no lo creías. Eso te demuestra lo pareja que es la Copa América; después, cuando son partidos de clasificación tipo mata-mata, en el fútbol puede pasar cualquier cosa. Uruguay tenía mejor equipo que Perú, y quedamos afuera. Son todas las elecciones jodidas, y se ve en las eliminatorias.
Apertura de la entrevista de Diego Forlán en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en junio de 2021.

Apertura de la entrevista de Diego Forlán en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en junio de 2021.

Foto:Javier Noceti

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Gracias por leernos.
Queremos recomendarle otra de nuestras entrevistas: Chuck Palahniuk, el autor de El club de la pelea.
POR: CÉSAR BIANCHI
FOTOS: JAVIER NOCETI
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 107. JUNIO - JULIO 2021
César Bianchi
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