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Cine y Tv

Lecciones de periodismo en cine, con Yolanda Ruiz

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La exdirectora de noticias de 'Caracol' y 'RCN' habló de sus películas preferidas, ‘El cine y yo’.

Aunque Yolanda Ruiz ha sido directora de noticias de 'Caracol' y 'RCN', jefa de redacción de la revista 'Cromos', columnista de 'El Espectador' y figura respetada en las reflexiones periodísticas, su carrera no estuvo exenta de chascos, como los que hoy recuerda con sonrisas:
Un día pensamos que estábamos hablando con el secretario de la OEA, que estaba de visita en Colombia, y parece que hubo un cruce de datos por la nacionalidad del personaje o porque se equivocaron de habitación. El caso es que el productor del noticiero me dijo: ‘Lo tenemos en línea’. Yo lo saludé al aire, con todo el protocolo... y hubo un silencio al otro lado. Le digo: ‘¿Me escucha?’. Y me responde: ‘Pues yo te escucho, pero no soy quien tú dices. Soy otra persona’. Solo atiné a decirle: ‘Mil disculpas, cuénteme ¿qué está haciendo en Colombia?’. Creo que era un científico que venía a un congreso, ¿qué haces tú en ese caso?”.
Otro día, en un restaurante fuera de Bogotá, un mesero impertinente reconoció su voz y le espetó: ¿Usted es la de las preguntas chimbas? Se refería a la entrevista en la que el entonces candidato presidencial Germán Vargas Lleras se molestó cuando ella le indagó por el día más feliz de su vida y dijo que estaba recibiendo ‘preguntas chimbas’. Ruiz tenía una sección de inquietudes personales, para romper el hielo:
“Los hombres públicos son seres humanos. Y muchas de sus decisiones pasan por esa condición (...). Conocer al ser humano me parece tan apasionante como conocer al personaje. Yo incluía unas preguntas que llamaba ‘las rapiditas’. Después de Vargas Lleras se quedaron ‘las preguntas chimbas’: ¿qué libro lee?, ¿qué hace el fin de semana?, ¿le gusta escribir?, ¿es romántico?"
“Cuando llega a esas preguntas, el personaje baja la guardia, y es ahí donde empiezan a mostrar un poquito de lo que son. Por ejemplo, en esas ‘preguntas chimbas’, al exprocurador Alejandro Ordóñez le cuestioné si volvería a quemar libros. Y él me respondió: ‘Es un acto pedagógico’. Ese fue el pedazo clave. Pero me quedé como ‘la de las preguntas chimbas’: mi carrera resumida en eso. Ahora no las hago, las respondo”.
Ante esta última frase, no tuve otra alternativa que hacerle preguntas chimbas durante la sesión de ‘El cine y yo’, en la cual ella habló de su vida y su carrera, a la par con sus películas preferidas sobre el periodismo. Ruiz fue la primera mujer en dirigir los servicios informativos de las mayores cadenas radiales del país, ganadora de tres premios Simón Bolívar y elegida la periodista del año en 2015:
¿Cómo fue su infancia?
Nosotros éramos una familia de ingresos muy modestos. Nunca nos faltó nada porque mi mamá es una berraca, pero no quedaba mucho para el entretenimiento. Los libros eran escasos en mi niñez. El cine era un lujo de aquellos que cuando tienes siete hijos es un poco difícil.
Yo nací en Pasto, la familia de mi mamá es pastusa; la familia de mi papá, santandereana. Una familia numerosa: siete hijos. Y delicioso tener un montón de hermanos. Siendo niños, sentíamos que había que gozarse la vida. Y gozábamos mucho, porque siempre había tiempo para todo, los viajes eran una locura. Fuimos una familia especial gracias a lo que logró hacer mi mamá. Ella trabajaba todo el tiempo, cosía, nos hacía la ropa, no sé a qué horas... Ella se rebuscaba, haciendo esto y aquello.

Tuve el privilegio de estar sentada en los medios con Juan Gossain, Yamid Amat, Darío Arizmendi, Hernán Peláez... a Hernán le aprendí algo que tiene que ver con un intangible: el ritmo radial

¿Dónde estudió?
Me gradué de un colegio de monjas (Santa Teresa de Jesús) a los 16 años. De hecho, cuando brinqué a la universidad, de repente me di cuenta de que el mundo es mixto. En el colegio, ver muchachos era todo un misterio, pero tuve una oportunidad que transformó mi vida y fue conectarme con el programa Idiprón (destinado a niños y jóvenes vulnerables), que manejaba el padre Javier de Nicoló. Llegaron al colegio a hacer una invitación y terminé formando parte del grupo de teatro con jóvenes de Idiprón. Descubrí que había otros muchachos en condiciones muy distintas. Y me puso a pensar de otra manera. Yo quería contar esas historias.
¿Por eso decidió estudiar periodismo?
Sí, porque quería ser escritora. Quería escribir libros de crónicas, historias, y esa fue mi pasión. Me demoré un montón de tiempo hasta que pude sacar mi primer libro, pero el origen era contar historias de la vida real (...). Cuando estaba terminando, aunque la universidad no las solicitaba, hice prácticas en RCN Radio. Me parecía que era importante, porque yo no había pisado un medio de comunicación en la vida. Y me iba a graduar sin haberlo hecho.
¿Y cómo le fue?
Fue tremendamente impactante: pensaba que me había equivocado de oficio. No entendía nada y sentía que lo que me habían enseñado no me servía para nada. Me acuerdo de que el jefe de redacción me dijo que iba a cubrir salud, educación... y a trabajar. Yo me senté en esa sala de redacción y me sentía desolada, porque no sabía lo que tenía que hacer. Los primeros días fueron dramáticos. Lloré y lloré porque sentía que estaba en el lugar equivocado. Por fortuna, apareció algún colega que me vio con cara de perdida y empecé a encontrar el camino. Y bueno: aquí estoy, y de eso han pasado 37 años.
¿Por qué empezó en otra cadena radial?
No seguí en RCN porque se me atravesó un pequeño detalle en el camino. Había una vacante, existía la posibilidad de que me vincularan... pero quedé embarazada. La vida es eso que va pasando mientras uno hace planes. Mi idea era vincularme a RCN y demás, pero resulta que la vida me puso a mi hija, que es lo mejor que me ha pasado. Y fue un tiempo en el que la carrera quedó entre paréntesis mientras nació mi hija.
La exdirectora de noticias de Caracol y RCN habló de su carrera y de su vida, mediante sus películas preferidas, en la franja que realizan EL TIEMPO, la Cinemateca de Bogotá y el Idartes.

Entrevista a Yolanda Ruiz.

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¿Sacrificó la vida personal por el periodismo?
Sí y no. He dado muchas batallas por mantener los espacios personales. Algunas decisiones que tomé, como haber rechazado ofertas laborales, tuvieron que ver con mi hija cuando estaba pequeña. Los primeros años de ella fueron muy duros. Yo trabajaba desde las 4:30 de la mañana en 'Todelar', me tocaba dejar dormida a la niña, recién nacida, con mi mamá. Y a veces se extendía la jornada hasta muy tarde. Cuando mi hija ya tuvo un poquito más de edad, empezó a demandar más tiempo y ahí tomé decisiones pensando en ella. Rechacé muchas posibilidades de trabajo, hasta que mi hija, ya con 18 años, me dijo: ‘Dale, mamá, trabaja. Haz lo que tengas que hacer’.
¿Quiénes fueron sus maestros en el periodismo?
Muchos. En términos de radio, tuve el privilegio de estar sentada en los medios con Juan Gossain, Yamid Amat, Darío Arizmendi, Hernán Peláez... a Hernán le aprendí, por ejemplo, algo que tiene que ver con un intangible: el ritmo radial. Eso no se enseña, sino que se tiene que percibir. A cada uno tú le aprendes algo. Y luego, en el aprendizaje, tengo que mencionar a Rafael Manzano, con quien trabajamos en 'Caracol' y que hoy está en 'La W'. Él llegó a Colombia y tuvimos mucha posibilidad de aprendizaje, era una mirada distinta de cómo se veía el periodismo acá. Tuvimos discusiones al comienzo. Pero tú aprendes en la diferencia. Y yo reconozco en Rafa a un tremendo maestro. En el caso de la televisión, Javier Ayala y Gabriel Ortiz. Tuve la fortuna de escribir en la revista 'Cromos'; en televisión, el 'Noticiero Nacional', y en radio, 'Caracol', 'RCN' y 'Todelar'.

En mi libro también cuento el primer muerto que vi en mi trabajo periodístico, cuando era jovencita, por ahí 18 años. Era un operativo contra el M-19 (...) Yo estaba embarazada y vomité. Me enfermé

¿Cubrió alguna historia digna de llevarse al cine?
Muchas. Desde la historia de la entrevista a Pablo Escobar que se quedó guardada 20 años hasta la historia de cómo se cubren por detrás las liberaciones de secuestrados. O la primera entrevista a Clara Rojas, cuando sale del cautiverio. Estábamos con Gustavo Gómez en la cabina de 'Caracol Radio'. Recuerdo que lloré por el nivel de emoción que había. Y estaba el dilema ético de cómo le preguntas a una mujer que acaba de salir del secuestro por el hijo que tuvo en cautiverio. Por principio, tienes que respetar a las víctimas. Pero, al mismo tiempo, es una información que se está preguntando la gente: ¿por qué el niño aparece en el Instituto de Bienestar Familiar? Hay una historia allí que es de película.
O cuando Pablo Escobar voló un avión que cayó por los lados de Soacha. A mí me tocó cubrir, trabajando en la revista 'Cromos', y esa historia fue muy impactante, porque me bloqueé. No logré avanzar. Llegué, vi la desolación total y no logré hacer mi reportería, me senté a llorar. Le dije al fotógrafo: ‘Arranque, hermano, tome fotos’, y menos mal no trabajaba en radio, porque hubiera sido fatal.
En mi libro también cuento el primer muerto que vi en mi trabajo periodístico, cuando era jovencita, por ahí 18 años. Era un operativo contra el M-19 aquí en Bogotá y me tocó ver el cadáver semidesnudo. Yo estaba embarazada y vomité. Me enfermé. Eso te confronta con tu propia humanidad. Los periodistas no dejamos de ser humanos.
¿Qué la motivo a escribir su libro ‘En el filo de la navaja’?
Yo tomé la decisión de escribirlo el día en que liberaron a Ingrid Betancourt. Hicimos una transmisión de siete horas, yo trabajaba en 'Caracol', recuerdo que estaba en un restaurante y dejé tirada la comida porque llamaron de Casa de Nariño a advertir: ‘Estén pendientes, porque hay una noticia importante’. No botaron ningún dato, pero yo pegué carrera y cuando llegué a la emisora ya habían lanzado el extra. Entonces monté una transmisión de siete horas sin parar. Y esa noche, tipo 2 o 3 de la mañana, cuando no me bajaba la adrenalina, pensé: ‘Deberíamos contar lo que está detrás del periodismo. Que es tanto o más apasionante que lo que se ve’. Lo paradójico es que la historia de Ingrid no está en el libro.
¿Alguna de sus entrevistas generó escándalo?
Más que escándalo, generó mucho impacto la entrevista que le hicimos a la exministra Cecilia Álvarez, cuando ella y Gina Parody llegaron al gabinete en el año 2014, en simultánea y siendo pareja. Ellas nunca habían abordado públicamente su condición de pareja. Le pedí a la productora que le preguntara a Cecilia si tenía alguna dificultad con el tema, y dijo que le preguntáramos lo que quisiéramos.
Primero, planteó que si hubiera sido un hombre con una mujer no se lo preguntaría, y yo se lo planteé al revés: de estas cosas hay que hablar y en voz alta, porque las haces visibles, que existan. Yo le preguntaría a un hombre que comparte gabinete con su esposa, ¿por qué no preguntárselo a dos mujeres? Eso es tratar en igualdad de condiciones a las personas. Ella respondió muy amable, aunque con algo de prevención.
Varios años después hablé con Cecilia Álvarez para preguntarle cómo había vivido esa entrevista, y me dijo que había sido muy impactante por la cantidad de gente que las había contactado y lo que había significado para muchos saber que unas ministras hablaban públicamente sobre su condición de pareja.

Nunca hubo tanta información al alcance de la mano y nunca hubo tanta desinformación. Y tanta dificultad para saber exactamente qué es real

¿Por qué se retiró de la dirección de 'RCN Radio', en el pico de su carrera?
Yo tomé la decisión varios meses antes, porque sentía que había ciclos que se van agotando. Lo había sentido en 'Caracol', en su momento. Necesitaba tener otros retos, aprender otras cosas. Y, por otra parte, me había hecho la promesa interior, personal y familiar, de que cuando fuera llegando a la edad de jubilación dejaba esos retos tan vertiginosos. Dirigir noticias en radio es de no parar, de lunes a domingo. Es muy demandante. Hoy sigo haciendo periodismo, me encanta mi trabajo, pero necesitaba bajar un poco la velocidad. Y yo creo en el relevo generacional. No me siento vieja para nada, tengo 57 años, estoy aprendiendo a hacer TikTok, cosas en YouTube, un montón de cosas. Quiero seguir aprendiendo y necesitaba tiempo para ello. Además, quería tiempo para mi familia y para mí, para una vida sencilla.
Última ‘pregunta chimba’: ¿el periodismo aún es valioso para la sociedad?
Precisamente, nunca hubo tanta información al alcance de la mano y nunca hubo tanta desinformación. Y tanta dificultad para saber exactamente qué es real. Tú recibes miles de mensajes por segundo. Entras a tu celular y en cualquier red social te enteras de mil cosas. Las fuentes que antes pasaban a través de los medios de comunicación hoy son su propio medio, pero dando solamente su versión de los hechos. Hoy, más que nunca, se requiere de curaduría profesional, de credibilidad, de hacer el trabajo bien hecho, para que la gente tenga la certeza de saber que la información no es un meme que me llegó o un video viral de hace cuatro años.
JULIO CÉSAR GUZMÁN
EDITOR EL TIEMPO
@julguz

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