Las películas sobre artistas suelen ser un desastre: en medio de prosaicos episodios biográficos, la chispa de la creación no aparece por ninguna parte. Y si se trata de escritores, las cosas son peores: pocos lugares más comunes que ver un personaje tecleando frenéticamente en una máquina o un computador.
Ahí radica la inmensa gracia de Paterson, la más reciente película del legendario Jim Jarmusch: en lograr mostrar cómo es la magia de la creación en un poeta.
Paterson trabaja como conductor de un bus en un pueblo perdido en esa nada que suelen ser los parajes suburbanos estadounidenses. Pero su cabeza trabaja en otra cosa. Mientras recorre siempre las mismas calles, percibe todo lo que pasa a su alrededor: los juegos de los niños, las conversaciones de la gente, la tranquilidad de un parque... Con esa sensibilidad para percibir la belleza de lo cotidiano y el amor que tiene por su esposa, escribe poemas que lo mantienen un metro por encima de la realidad.
La película marcha a la par con la rutina de su protagonista. Cuando Paterson está inspirado, la pantalla se llena de la sorprendente habilidad de Jarmusch para extraer la poesía de lo trivial, a tal punto que los textos que aparecen en la pantalla llegan a ensuciar la belleza de las imágenes y sonidos que percibimos.
Pero la vida del protagonista también tiene cosas banales, desde las conversaciones con su esposa, tan hermosa como desesperante, hasta sus visitas a un bar donde a veces se presentan situaciones que parecen puro relleno. Así es la vida: a veces plena y a veces un poco aburridora. Y la película también.
‘Paterson’ Dirección: Jim Jarmusch Con: Adam Driver, Golshifteh Farahani, Rizwan Manji Clasificación: todos
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