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La oral-visualidad mediática / El otro lado
Ómar Rincón, Crítico de televisión

Ómar Rincón, Crítico de televisión.

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Andrea Moreno / Archivo EL TIEMPO

La oral-visualidad mediática / El otro lado

Hoy en día, los medios son el megáfono de las redes sociales. Ya no se cuentan historias.

Enrique Ordóñez, uno de los lectores que me quedan, me escribe y dice: “Me parece que los noticieros de televisión de Caracol y RCN, sobre todo, más parecen pasarelas de moda que emisores de noticias.

“El de RCN tiene un cabezote rimbombante (eso siempre ha sido distintivo de esa cadena y de su filial radial, llena de cortinas musicales).

“Además, parece que sus enemigos son quienes visten a las presentadoras de televisión.

“Y ni hablar de la combinación de radio y televisión que ensaya el noticiero radial diario de Caracol, en la que las periodistas (o locutoras) constantemente están acicalándose para verse en la pantalla.

“La noticia radial está cediendo ante la pomposidad televisiva. Cada medio tiene su razón y estructura, mezclarlos no parece buena idea. ¿Usted qué opina?”

Opino que cuando se habla de transmedialidad (TV, radio, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, ‘web streaming’…) se debería diseñar todo de otra manera: cada red o pantalla en una narrativa complementaria. Lo que se hace ahora con el Facebook Live o el ‘web streaming’ es el triunfo de la radio, de la oralidad y la dilución de la narrativa audiovisual.


Esto significa que asistimos a los tiempos del triunfo de la oral-visualidad, una oralidad que se comenta y vive con imágenes bien sea en un video en directo, con emoticón o con el juego visual del escribir como cuando en WhatsApp tecleamos “holaaaaaaaaa” o “….” o “w’n”.

La oralidad hecha recurso visual, una narrativa bastarda pero contundente.

Y eso mismo es Twitter, oralidades en explosión. Por eso, hoy hacer radio es muy fácil porque consiste en leer tuits y mensajes de WhatsApp.

Textos construidos desde la oralidad, o sea mal escritos y para responder a la necesidad egótica de ser nombrado en la radio. Así, el rey del tuit en Colombia es el que peor escribe, pero insulta más.

Y eso mismo es Facebook: imágenes orales sin narración visual, imágenes que se leen como “informe” de la vida de los otros: ‘me estoy divirtiendo’, ‘me estoy queriendo’, ‘me estoy emocionando’, ‘dame like’.

Un noticiero permanente de la vida del uno mismo. Una celebración de la envidia. En el fondo, pedimos más que likes: envídiame (dónde estoy o con quién estoy o cómo estoy de lindo).

Y eso mismo son las redes de la indignación. Nos envían imágenes, memes, tuits orales para que “reaccionemos” y nos indignemos. Se ha convertido en obligatorio participar de los linchamientos digitales contra los toros, por los animales, contra los de la paz, por los niños, contra… Y si no respondemos, nos insultan por insensibles.

Lo más bonito de estas oralidades es que nos gradúa a todos de bien-entretenidos y bien-pensantes. Hablamos digitalmente de nuestros goces culposos, ya que somos lo que mostramos.

Cada uno tenemos razón. Y esto ha hecho fácil hacer los medios hoy: todos reproducen las oralidades. La tele, la radio, el tuit, el Facebook, el WhatsApp… Los medios son el megáfono de las redes. Ya no se cuentan historias.

ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión

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