‘Mr Robot’ volvió, y lo mejor para quienes no lo han visto es casi que no exponer demasiado las texturas profundas de esta serie, que comenzó con un ‘hacker’ tratando de hacer una revolución y terminó explorando las fauces de la locura a través de un personaje que rompe con todos los esquemas del protagonista tradicional.
La tercera etapa de esta serie de culto psiquiátrico y de intriga impredecible (jueves a las 11 p. m., por el canal de TV paga Space) parece retomar el rumbo (aunque suene paradójico), tras una segunda temporada en la que los conflictos de Elliot Anderson (el impresionante Rami Malek) casi que se quedaban atrapados en un sinfín de situaciones reales o ilusorias.
Ahora todo parece tomar un orden interesante dentro del caos sociológico que siempre plantea esta producción. Elliot está reconociendo ciertos trazos de realidad y admite su alcance dentro del entramado que pretende revolucionar el ya fragmentado establecimiento social.
Las garras de la muerte y el desequilibrio no han podido cerrar el recorrido de este personaje, que en esencia parece frágil pero que encierra el poder necesario para hacer una lectura incisiva de la sociedad, pateando sus bases tecnológicas, pero a la vez recordando que del desorden puede salir una nueva armonía. El mundo que ahora retoma ‘Mr. Robot’ es más oscuro y cíclico en alimentar el engaño de los poderosos; quizá la clave sea pensar que lo normal no siempre se aplica y la locura es la solución. En el caso de esta serie, esa fórmula cabe perfectamente.
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