En la tele abierta apenas se insinúa el sexo: desnudeces “estéticas” de piernas, escotes y poco más se puede: el censor que es el Gobierno y la moral católica no dejan más: sexirrepresión.
Pero, en las plataformas es otra cosa: se deja la insinuación y se juega con eso de que sexo somos y sexo queremos. Así, Netflix la puso dura con '365 días' y 'Oscuro deseo'.
'365 días' tiene a un hombre bellísimo y gánster, a una mujer de hermosura sublime y atrevida y una locación enigmática y mágica como Sicilia.
Todo como de postal sexual con aventura romántica. La bella está aburrida, el gánster quiere sexo. El billete como fórmula infalible para penetrar a una bella aburrida: relato del mandato masculino puesto en escena: dinero y sexo.
Insufrible trama, pobre dramaturgía, cero historias, todo es accesorio. Lo importante es mostrar ese lomo desnudo de hombre desenfrenado por penetrar y obligar.
Y en esa puesta en escena de machos violadores, la bella sirve solo para exhibir en miles posiciones de deseo y desenfreno sexual, ya que toda mujer es una máquina sexual dispuesta a despertar por un macho violador. Pero como hay guapos, hay pieles, hay sexo, con eso basta para nuestra mirada morbosa.
'Oscuro deseo' dice ser un policiaco; si lo es, es malo. Y lo es por inverosímil y por mal narrado, en un capítulo mueren personajes totalmente “matados”, y en el siguiente resucitan porque sí: sin razones ni coherencia.
Los hombres son patéticos y mal actuados. El protagonista sádico es muy bello, pero nada más. La nada en historia y dramaturgia.
Pero están las mujeres. La protagonista (Perroni) encarna una historia maravillosa: feminista, educadora en derechos y defensora de las mujeres cae como una tonta rendida ante el sexo maltratador y abusivo de un hombre.
Lo de feminista y defensora de la mujer es solo una máscara que poco importa. Interesa es ponerla a hacer malabares sexuales, a mostrar cuerpo, a gemir y hacer piruetas sexis para encantar a la mirada masculina.
Y por si fuera poco, se pelea al macho con su hija. Otra a la que desnudan y muestran en acrobacias sexuales, a pesar de ser una chica rebelde y autónoma que se diluye ante el mandato del penetrar masculino.
Y para peor, la mejor amiga de la protagonista es una borracha que solo se calma con sexo. Y el sexo se lo dan muchos hombres que no la respetan, sino que la usan como carne para exhibir su mandato de manada que sexua (o viola).
Estas dos obras maestras de la carne y la violación masculina son exitosas, según los medios (porque Netflix no da datos).
Puede ser que nuestra represión moral nos lleve a premiar con 'rating' esos discursos de mostrar pieles, hacer gemir mujeres, saciar el mandato violador. Exhibimos nuestra mirada morbosa que no peca pero goza con las violencias sexuales contra las mujeres. Placer reprimido de televidentes pacatos.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión
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