Aunque muchos habían decidido dejar a un lado a esta producción de Netflix tras una segunda y tercera temporada que mostraba ese afán por estirar una trama que no necesitaba esa exigencia, otros pensaban que la cuarta y última etapa daría la oportunidad de una redención. Pero no fue así.
Tras convertirse en su estreno en una de las producciones que generó una discusión positiva acerca de los conflictos y problemáticas a las que se enfrentaban los adolescentes, Por 13 razones ('13 Reasons Why') tuvo todo para pasar a la historia al ser arriesgada, generar polémica, pero a la vez conectar en su momento a un público adulto con sus hijos para discutir algunas de las situaciones que mostraba las serie.
Un asesinato, una historia de acoso y un poco de thriller alrededor, generaron desde la reflexión, la reacción negativa y hasta la necesidad de cortar una escena, en una trama que fue intensa, novedosa y arriesgada.

Diego Torres y Justin Foley en una escena de la serie.
Netflix
Sin embargo, y para no extender esta mirada, al decidir ampliar el universo de un grupo de estudiante que guardan secretos y pagan las consecuencias por ellos, la serie perdió fuerza.
Una nueva historia, nuevos personajes y hasta referencias muy forzadas de la primera entrega de la producción demostraron que la magia estaba desapareciendo.
Clay (Dylan Minnette), el personaje que se convirtió en el hilo conductor de toda esta historia fue perdiendo el brillo ante la cantidad de conflictos que tenía que aguantar en sus hombros por un argumento que cada vez soñaba más con enredar a los jóvenes en mentiras, traiciones y asesinatos, que en dar un verdadero retrato de conflictos más profundo, usando una textura policíaca como pretexto.
Con el estreno reciente de la cuarta y última temporada, muchos esperaban que los misterios que rodeaban a los estudiantes de la escuela Liberty High finalizaran con un sentido de la sorpresa, algo que no tuvo mucho protagonismo..
El truco de comenzar con una muerte y hacer un salto hacia atrás en el tiempo no fue tan efectivo en esta ocasión. Quienes nunca perdieron la fe en la serie comenzaron a especular fácilmente de quien se trataba.
También, la situación psicológica de Clay Jensen repercute en este ciclo, pero no produce demasiado interés. Desde la muerte de Hannah Baker (la protagonista de la primera temporada), se supo que este personaje revelaba su culpa en alucinaciones y problemas mentales que se recalcaron en toda la saga.
Los secretos, las muertes y el afán de la verdad que se promueven en 'Por 13 razones' parecen irse resolviendo de una manera rápida, posiblemente por la necesidad de cerrar una historia que no tenía de dónde agarrarse para seguir. Todos parecen mantener ese halo de mala suerte también en el amor, que termina siendo un elemento para mantener las intrigas en un juego que no aporta nada nuevo.
A pesar de que se siente que todo alrededor de estos jóvenes se va destruyendo poco a poco, su batalla por la verdad o el cambio no parece ser la prioridad en la trama. Más bien mantenerlos en un círculo de autodestrucción.
Pero esa dinámica se borra abruptamente cuando el destino se encarga de llevar a cada uno en otra dirección, cerrando ese ciclo de conflictos que se crearon ante la muerte de una estudiante y planteando un futuro más esperanzador, pero no del todo verosímil.
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