La mayoría de las películas intentan movilizar nuestros sentimientos mediante la exageración de los aspectos más emotivos de la trama. Unas lo hacen de manera sutil, respetando el espíritu de la historia y la inteligencia del espectador, mientras otras lo hacen de manera burda, abusando de la manipulación. Pero también existe un grupo intermedio: el de las cintas que en es+encia son melodramas, pero que están hechas con calidad y respeto por sus personajes. Ese es el caso de Corazón gigante.
La trama deja clara su potente carga melodramática: Fusi es un hombre solitario, que ronda los 40 años de edad y aún vive con su madre. En su trabajo es objeto de burlas y un constante matoneo por su obesidad y su talante bonachón. Y es que debajo de su apariencia de hombre de las nieves habita un espíritu sensible que se esconde bajo prolongados silencios y una rotunda timidez.
Sus días parecen destinados exclusivamente a cultivar su desconexión con la gente y su afición por la Segunda Guerra Mundial, hasta que un día decide tomar unas clases de baile.
Hasta los publicistas de Corazón gigante caen en la tentación de manipular al pobre protagonista: hay que ver el afiche promocional que muestra al hombrachón barbudo y obeso con un bigotico de leche pintado sobre el labio.
Por suerte, dos personas no caen en la misma trampa. Gunnar Jónsson representa el rol protagónico con inmensa dignidad y mayor talento, mostrando sin palabras todos los matices de un mundo interior en conflicto y ebullición.
Y Dagur Kári, que dirige la cinta con austeridad y tacto, entendiendo que un guion con tanto melodrama no precisa mayores acentos.
‘Corazón gigante’ Dirección: Dagur Kári Con: Gunnar Jónsson, Ilmur Kristjánsdóttir Clasificación: 12 años