‘The Founder’, título en versión original, se refiere a dos hermanos de San Bernardino (California) quienes abrieron el primer restaurante americano para vender por ventanilla malteada y hamburguesas a comienzos de los años 50. El carismático Michael Keaton, recordado por ‘Birdman’ y los dos ‘Batman’ de Tim Burton, personifica al verdadero Ray Kroc quien de simple vendedor de batidoras de malteadas pasó a ser un ambicioso empresario y se robó el símbolo más grande de comidas rápidas en el mundo.
Cuando descubre la multifuncionalidad del negocio alimenticio a gran escala, su estrategia comercial radicó en minimizar los tiempos de preparación de los comestibles y utilizar reducciones instantáneas. Sus ingredientes saltan a la vista del espectador-consumidor que saborea en pantalla papitas fritas, pepinillos, salsas de tomate y mostaza, etcétera. Además, la no utilización de cubiertos ni platos, con bolsas o empaques desechables para los domicilios –un sistema revolucionario seis décadas atrás–.
“Se apropió de una idea y el mundo se la comió”–según la publicidad en Colombia de Diamond Films–. Marcas registradas y derechos de autor, con sus respectivas franquicias territoriales, abren paso al célebre logotipo de McDonald's cuando Kroc observó que en los pequeños pueblos había dos símbolos característicos: cruces de iglesias y banderas de oficinas públicas. Bastó con agregar aquellos arcos dorados que sostienen la letra eme de los comederos en serie para alimentar diariamente a 70 millones de usuarios.
Al traspasar la disputa legal en términos cinematográficos, el no muy conocido director texano John Lee Hancock se valió de una exhaustiva investigación bibliográfica, sin obviar nombres propios ni personajes involucrados en la sucesión de estrategias derivadas del desbocado poder capitalista. Incluye conocidas tácticas inmobiliarias; es decir, la posesión de terrenos y locales más allá de su facturación por ventas de productos en serie. Una excelente ambientación de época traducida en vestimentas de tonalidades pasteles, avisos publicitarios y vallas de moteles o paradores turísticos; más, coloridos automóviles último modelo en aquella década prodigiosa asociada con la voraz sociedad de consumo, los drive-in y las rebeldías aficionadas al emergente rocanrol en contraste con ciertos valores familiares pregonados por el ‘american way of life’.
Keaton le habla a la cámara con desparpajo, narra cínicamente sus triquiñuelas y simula estar en un reportaje periodístico por obra y gracia del curioso caso financiero basado en hechos reales. Las cifras lo confirman y al final se ven las fotografías, o cronologías, de los involucrados con el siguiente dato apabullante: el uno por ciento de la población mundial se alimenta todos los días en la mencionada cadena ‘nutritiva’.
MAURICIO LAURENS
Especial para EL TIEMPO
maulaurens@yahoo.es
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