Un introvertido plomero, todero de oficio en zona periférica de Boston, mantiene una actitud distante y guarda secretos amargos de su pasado personal que lo hacen neurótico e intolerante. Al recibir una funesta noticia en el celular, debe trasladarse a su lugar de origen para atender la calamidad familiar y hacerse cargo del sobrino abandonado –huérfano menor de edad–.
Drama intimista propuesto al Óscar y sencilla producción de bajo presupuesto filmada en locaciones del estado de Massachusetts (Nueva Inglaterra).
Inicialmente, en medio de las faenas de rigor, el por ventura sexi protagonista logra hacer fantasear a sus clientas a domicilio mientras destapa las letrinas y ajusta las tuberías… También tiene conductas agresivas o reprobables por el hecho solo de que dos hombres en un bar lo miran fijamente.
Escrita y dirigida por el dramaturgo neoyorquino Kenneth Lonergan, su desarrollo dramático no lineal presenta diferentes episodios de vida que parecen desprenderse asociativamente y algo forzados por las circunstancias.
Incluso frente al duelo inesperado y una que otra racha de acontecimientos fatalistas, el protagonista evoca silenciosos desgarramientos y fracasos de pareja sin esclarecer crisis domésticas ni remordimientos del pasado.
Casey Affleck, el actor dramático de moda en esta última temporada de Hollywood, no obstante su favoritismo luce por momentos amargado e inexpresivo, quizás ensimismado y distraído.
En buena parte de sus apariciones actorales, aparece con los brazos cruzados o con las manos en el bolsillo lo que deja ver cierta dificultad en sus acciones corporales.
Mientras que es regañado e insultado por una inquilina sobreactuada, sus ojos claros y brillantes traslucen las confusiones interiores. Michelle Williams, no obstante sus breves intervenciones en pantalla, luce bastante creíble como actriz secundaria y logra construir un sufrido personaje con sensibilidad a flor de piel.
Mientras que el tiempo se sucede inexorablemente, el duelo fraternal se muestra demasiado contenido o sin expresar abiertamente los vacíos que recaen sobre un hermano y un hijo.
Ante tamañas fatalidades, en medio de sosegadas representaciones cotidianas junto al mar, persiste el desconcierto y la sensación de que algo quedó faltando en las pretensiones de su autor.
No resulta gratuito traer a colación ‘Animales nocturnos’, del diseñador de modas y estupendo director Tom Ford.
En efecto, el evocar un oscuro romance puede servir como catarsis o contrapeso para escribir un libro en forma de ‘thriller’ en donde los hechos fundamentales del pasado sirven para camuflar una ficción finamente elaborada.
El anterior paralelo ilustra por sí solo que Lonergan tendrá en Ford un duro rival al momento de otorgar las estatuillas más representativas de Hollywood.
MAURICIO LAURENS
Especial para EL TIEMPOmaulaurens@yahoo.es
Comentar