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Lo bueno, lo débil y lo paradójico del Canal Uno / El otro lado
Nueva programación del Canal Uno

Algunas de las nuevas caras del Canal Uno.

Foto:

Cortesía Canal Uno

Lo bueno, lo débil y lo paradójico del Canal Uno / El otro lado

Análisis de la renovada parrilla de programación que presentó el canal en su nueva etapa.

En el 2009 debería haber llegado el tercer canal. Pero entre el chantaje reeleccionista de Uribe y la ineficiencia de Santos, el proceso se demoró 8 años. Ahora llegó el Canal Uno, que se anuncia como el de todos.

Lo bueno

Lo periodístico. Ante la información sensacionalista de Caracol y frente a la histeria castrochavista de RCN, refresca que haya llegado un modelo más ponderado, más político, con más conciencia de país y con interés en pensar lo que nos está pasando. Lo periodístico trae el contrapoder de ‘Noticias Uno’ y la versatilidad de formatos y agenda de CM&.

El talento. El canal trae a las mejores presentadoras que tiene Colombia: Silvia Corzo, Inés María Zabaraín, Mabel Lara y Gina Acuña. Bellas, talentosas, serias y con credibilidad. Además, el buen tono de Margarita Ortega y Cristina Hurtado. Interesante y bien vista la idea de Iván Lalinde como presentador de noticias. Se agradece el toque sabroso del análisis de Lucho Garzón.

La contraprogramación. Llevamos 19 años de dos canales gemelos que programan por espejo. Si uno hace carroña, el otro también; si uno intenta hacer reír, el otro también; si uno busca la lágrima, el otro también.

Y se agradece que haya algo distinto en la mañana y al comienzo de la noche, que las noticias sean a las 9 p. m. y se busquen otros modos de entretener.

Empleo. Caracol y RCN han sido una estrategia de desempleo audiovisual. La cantidad de egresados de comunicación, cine y TV solo podían ser practicantes. Un canal nuevo genera posibilidades para tener trabajo.

Lo débil

El nombre. Quedarse siendo el Uno le resta importancia a la idea de un nuevo canal, si ya estaba y si tiene programas que existían como ‘Noticias Uno’ y CM&, “¿cuál es la gran noticia?” piensa el televidente.

Quedarse en el Uno no presenta valor de novedad, sino más de lo mismo y en lo mismo. Faltó inventar marca, este canal seguirá con la pesada herencia de ese viejo y maltratado Uno.

Poca innovación de formatos. Todos los programas son muy igualitos, no hay atrevimiento estético o narrativo. Sigue la línea conservadora de Colombia: imitar, quedarse en las fórmulas de siempre. El Uno es más de lo mismo en horarios distintos.

Sin ficción.
La televisión popular es ficción, lógica del reconocimiento, lágrima y suspiro. Y de eso nada, nadita. Peor, producen una comedia como ‘Infieles’ que es un patético ejercicio de baja actuación. En la ficción, el nuevo canal queda al debe por identidad y empleo para actores y libretistas.

Lo paradójico

El sensacionalismo. La carroña que goza sobre el dolor ajeno, lo vampiro chupasangre, lo aberrante en el Uno viene con sus programas de ‘talk show’ como ‘Caso cerrado’ y ficciones de la tarde: basura a la lata.

Lo ciudadano. En la promoción prometieron oír al ciudadano, y en la realidad el ciudadano no está. No lo convocan a hacer parte de la pantalla, no lo tienen en cuenta.

ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión

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