“Todos estamos preocupados por el tema de cómo se mueve el mundo presente a partir del contexto económico como parte de su evolución. Sin embargo, creo que lo que gira alrededor de este tema tiene un aspecto más humano y doloroso”, dice el director italiano Roberto Andó en una charla telefónica con EL TIEMPO.
Esa preocupación se revela en su película 'La confesión', un drama que habla del poder y la economía mundial, pero que ubica su trama con detalles mucho más sencillos.
Esta producción, que ya se encuentra en las salas de cine del país, aprovecha el suspenso bañado por el drama y una tensión intimista para hablar del poder y sus consecuencias, pero en niveles muy altos.
Todo gira en torno a una reunión de un equipo de poderosos economistas en Suiza. Ese encuentro, en el que podría definirse el futuro de la humanidad, se ve afectado por una muerte repentina.
A eso se le suma la aparición de un sacerdote que pasa de ser un simple observador invitado a convertirse en el portador de un secreto que podría resolver esta situación inesperada.
Ese es el punto de partida de un juego visual muy detallado y una trama que parece estar llena de simbolismos a través del poder de la conversación o de la mirada.
“Es la reunión del Grupo de los 8 (que hace referencia al número de países que tienen las economías industrializadas más sólidas y un gran poder de decisión en el contexto geopolítico y de seguridad) en un hotel en el que un hecho fortuito puede poner a temblar el mundo”, dice el director.
Y viene otra pregunta: ¿qué hace un monje –llamado Roberto Salus– en un encuentro de ese calibre? La cinta responde a ese interrogante de manera sencilla: está como invitado del director del Fondo Monetario Internacional, Daniel Roché (interpretado por el francés Daniel Auteuil).
Este último busca dialogar con él y revelar lo mejor y lo peor de su trabajo, a través de una confesión incómoda.
“Es una historia de poderosos pero vista desde la fragilidad, la soledad y el peso que llevan”, continúa el realizador.
Pero no se trata de una reivindicación o defensa, sino de una radiografía emocional que expone lo humano y mundano de estos personajes.
“La economía es más poderosa que la política, en cierta forma tiene un protagonismo mayor y eso lleva a que las personas que se mueven en los planos más altos tengan que asumir posiciones complejas y a veces sin corazón (...). La confesión explora la necesidad de volver la mirada a la piedad, a la necesidad de moverse por el lado correcto y a no convertirse en esclavos de esa dinámica”, agrega Roberto Andó.
Cuando los implicados del encuentro ven que no pueden controlar la situación, ya no se ven tan poderosos. Además, no saben cuál es el secreto que guarda el sacerdote.
Eso los arrastra a un juego de traiciones, miedos y debilidades que orbitan alrededor de un monje tranquilo que se convierte por momentos en su crítico más fuerte y en la voz de la conciencia para ellos.
“Me inspiré en Alfred Hitchcock con su película 'Yo confieso' (1952), en la que un secreto de confesión ponía en aprietos a un sacerdote. Pero en la mía, este es un padre fuera de lo común al que le gusta grabar el sonido de los pájaros y que parece no descontrolarse ante el incremento de la tensión de los otros invitados”.
Para el realizador, “Salus es el reflejo de una transparencia absoluta en un encuentro en el que la verdad no conviene y donde los expertos en mercados y desarrollo aparecen como simples ilusionistas”.
La película tiene a su favor querer armar una trama con un estilo que pretende escapar de lo más común de los filmes de intriga.
Y ofrece momentos de drama, ciertos toques de humor muy finos y punzadas certeras a algunos aspectos que giran alrededor de la injusticia.
También coquetea con ciertos tonos de una fábula con connotaciones oníricas. Al final, es un retrato de gente que tiene todo el poder pero carece de muchas cosas.
“Volvemos en este punto a discutir esa idea contradictoria de la soledad en la que viven los que ostentan el poder, pero es una soledad amplificada de la que no es fácil desprenderse”, explica el director italiano.
De paso, deja en manos del espectador la tarea de saber el desenlace del enigmático secreto de la trama, mientras revela una moraleja sencilla, pero poderosa.
ANDRÉS HOYOS VARGAS
Cultura y Entretenimiento