Julián Román ha hecho tantos y tan buenos papeles en la televisión colombiana que es de los actores que siempre hay que ver.
Ha ido desde un sanguinario Carlos Castaño en Los 3 Caínes (caracterización que le generó, incluso, amenazas) hasta Leonardo Giovanny Reyes González en Los Reyes. Pasó por El hijo de Nadia, uno de sus primeros trabajos, en 1994, y fue Juan Gabriel en la serie sobre el Divo de Juárez, ganándose su personaje pese a que se esperaba que fuera un mexicano quien representara al músico.
Del bien y del mal hablan sus caracterizaciones, hechas siempre con profesionalismo, pero ahora llega con un personaje que él mismo define para “odiar de verdad. Yo creo que la gente me va a detestar”.
Se trata de el Liso, en El general Naranjo, la producción de Fox Premium que cuenta la vida del general Óscar Naranjo, quien combatió a los más grandes narcotraficantes del país, así como a asesinos y ladrones. La serie está basada en el libro El general de las mil batallas, de Julio Sánchez Cristo.
“El Liso –cuenta Román– es un personaje de ficción en la historia, porque necesitaban una línea dramática que estuviera todo el tiempo detrás del general y todos los antagónicos iban muriendo. Entonces, el Liso es una unión de muchos personajes oscuros, los que están detrás de las mafias”.
Para Román, “estos personajes son interesantes de hacer porque, como dice Heiner Müller, dramaturgo y ensayista alemán, hacen parte de ‘la cotidianidad no cotidiana’. Por ejemplo, si sale un niño de una alcantarilla, es aterrador para el que va pasando y lo ve, pero para el niño es su normalidad. Para mí es terrible lo que hacen estos personajes, la mentalidad que tienen para el mal, hablan de asesinato y descuartizamiento como el señor de la plaza habla de papas y verduras”, comenta.
Por eso, le interesa que la gente vea que la maldad “no es chévere, pues hay quienes justifican a Escobar porque hizo un barrio y se les olvida que explotó un avión en vuelo, sus más de 1.000 asesinatos, los policías que mandó a matar y por los que pagaba”.
Román, nacido el 23 de noviembre de 1976 en Bogotá, agrega que le preocupa que sigamos en la cultura narco. “Y en la serie, mostramos por qué ha existido esa cultura mafiosa y cómo hicieron los policías para buscar derrotarla. Inicialmente, estos policías no tenían casi nada para combatirlos y Escobar estaba armado hasta los dientes”.
Se trata de el Liso, en El general Naranjo, la producción de Fox Premium que cuenta la vida del general Óscar Naranjo, quien combatió a los más grandes narcotraficantes del país
De ahí, agrega, es la importancia de un policía como el general Naranjo, que no solo los enfrentó, “sino que en ese camino de entrega, perdió a muchos de sus amigos que hoy, ya muertos, siguen siendo eso: sus amigos, como él los califica”.
A través de su personaje, además, Román encontró cómo los malos siempre se mueven por todas las aguas. “Tienen una gran capacidad mental, pero la utilizan para el mal. El Liso muestra cómo puede ser hoy del cartel de Medellín y, mañana, un guerrillero con su discurso marxista y comunista”, dice.
“Además, pasan de agache. Muchas de las personas que trabajaban con Escobar se supieron mover y siguen por ahí”, agrega.
Y aunque el actor no debía estar en los entrenamientos de la Policía que sí tuvieron otros de sus compañeros como Christian Meier, que representa al general, Diego Cadavid y Carlos Manuel Vesga, entre otros, decidió ir para hablar con ellos y conocer más de su vida.
“La mayoría, yo creo, tienen, como ha dicho Rubén Blades, ‘la palabra y la dignidad como principio activo’. Su dignidad es maravillosa y sienten su institución y su país como su familia. Es muy bonito ver que su uniforme no les pesa, como ellos mismos dicen, y que hacer bien su trabajo incluye que pueden perder su vida en cualquier momento, pero pensando en su bandera”, comenta. Pero, además, la serie muestra a aquellos policías que se fueron al narcotráfico y cómo también tuvieron que pelear contra los que algún día fueron sus compañeros.
Luego de terminar El general Naranjo, Román se irá a México a vivir durante un tiempo, un país que no solo lo acogió y lo aceptó como Juan Gabriel, sino en el que ha encontrado otras fuentes de trabajo.
Eso sí, el día que terminaron las grabaciones, y como siempre hace cuando finaliza un personaje, pidió uno de los objetos de su caracterización para llevárselo a su casa, una especie de ritual que le ratifica que su decisión de ser actor fue la mejor que pudo tomar.
“Me dieron un cinturón y también una de las pruebas de la cicatriz del Liso que le quedó al personaje luego de ser herido por el general Naranjo”, dice.
Esa cicatriz desencadena el odio que el Liso le tiene al general, que son muchos odios juntos solo porque Naranjo es un hombre de ley.
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