Bastan dos notas musicales para reconocer una obra del célebre compositor y director de orquesta estadounidense John Williams, que está celebrando sus 90 años de vida. Pero, además, solo con dos notas, este genio de la música puso a temblar a millones de personas en las salas de cine del mundo, haciéndoles sentir la aterradora presencia de un tiburón, sin estar al lado del mar.
Para las nuevas generaciones, tal vez su nombre no resulta cercano, pero de seguro reconocen su legado si oyen la música de ‘Harry Potter’ o de ‘Star Wars’.
La impronta de Williams ha logrado permear prácticamente todas las generaciones de los últimos cincuenta años. No solo a todos aquellos que nacieron en las décadas finales del siglo pasado y que crecieron de la mano de clásicos como ‘‘Superman’, ‘ET’ o ‘Indiana Jones’. También tocó la vida de personalidades de los jóvenes recientes, como la de Mark Zuckerberg, el multimillonario creador de Facebook.
Williams recordó con humor hace poco, en el ‘New York Times’, que se sorprendió cuando hace unos años Zuckerberg le confesó que la música que escogió para su ‘bar mitzvah’ (el tradicional ritual judío para los jóvenes cuando cumplen 13 años) fue la de ‘Star Wars’, a pesar de la oposición de sus padres.
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Pero viajando un poco atrás, sin duda, muchos de los nacidos en los años 60 o 70 rememoran qué pasaba en sus vidas o qué sentimiento de nostalgia les despertaba la música de alguno de esos ‘blockbuster’ de la genial dupla Steven Speilberg-John Williams.
La banda sonora de ‘Superman’ me hace sentir que floto por encima de todo el mundo. La pieza central de ‘La lista de Schindler’ me corta por la mitad el corazón y la de ‘Star Wars’
Es el caso de Gustavo Gómez, un cinéfilo, pero sobre todo melómano de tiempo completo, al que el legado de Williams también toca de manera especial. “La música de ‘Indiana Jones’ me lleva a la osadía que tanto quería tener de joven”, comenta el director de 6 AM Hoy por hoy, de Caracol. “La banda sonora de ‘Superman’ me hace sentir que floto por encima de todo el mundo. La pieza central de ‘La lista de Schindler’ me corta por la mitad el corazón y la de ‘Star Wars’, incluida su marcha imperial, me hace sentir que nadie nunca jamás va a componer una mejor banda sonora”. No en vano, en 2005, el American Film Institute escogió esta pieza como la obra más grande del cine estadounidense.
Grande entre los grandes
John Williams nació en Nueva York (EE. UU.) el 8 de febrero de 1932.
Getty Images
Y si bien la historia del cine ha estado marcada por la presencia de grandes compositores para películas y de duplas de directores y músicos, el nombre de Williams ya quedó grabado sobre piedra en la historia, como lo anota la investigadora especializada en música para cine Érica Acuña, creadora de la página musikamia.com.
“Seguramente muchos dirán que es un genio, que es un ícono viviente, un hito en la historia. Yo creo que todos estos calificativos, la verdad, se quedan cortos para describir el aporte de Willams a la música cinematográfica”, anota.
Así lo ratifican sus reconocimientos. Williams ha ganado cinco veces el Premio Óscar (‘El violinista del tejado’, 1971; ‘Tiburón’, 1975; ‘Star Wars’, 1977; ‘ET’, 1982, y ‘La lista de Schindler, 1993). Sus 52 nominaciones lo convierten en la persona viva que más veces ha optado por este galardón y la segunda que más ha sido candidatizada, después de Walt Disney, con 59 nominaciones.
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Para el director de orquesta español Josep Caballé-Domenech, quien ha montado varias partituras del genial músico estadounidense, uno de ellos, como director invitado en el 2018 con la Orquesta Filarmónica de Bogotá, Williams es de lejos uno de los más “los más grandes de la historia del cine”.
“Evidentemente existe una tradición de otros compositores que hubo antes que él. Pero en el siglo XX y XXI John Williams es el más importante. Prueba de ello es que los conciertos de su música llenan las salas de todo el mundo y la gente lo asocia con tantas películas. Es uno de los más prolíficos”, anota el actual director de la Orquesta Filarmónica de Colorado Springs (EE.UU.).
Se calcula que Williams, nacido el 8 de febrero de 1932 en Floral Park, Nueva York, ha compuesto la música para más de cien películas, temas de televisión, conciertos y celebraciones especiales. Son famosas sus composiciones para cuatro Juegos Olímpicos (Los Ángeles, Seúl, Atlanta y Salt Lake City), para el centenario de la Estatua de la Libertad (‘Liberty Fanfare’, 1986) o ‘Air and Simple Gifts’ obra para la ceremonia de posesión de Barak Obama en 2009. Qué además fue interpretada por cuatro grandes músicos: Itzhak Perlman, Yo-Yo Ma, Gabriela Monero y Anthony McGill.
La influencia de la música le llegó a Williams de su padre, un famoso percusionista de jazz que hizo parte del famoso quinteto Raymond Scott. El músico se formó como pianista y compositor en la Universidad de California, conocimientos que perfeccionó luego en la prestigiosa Escuela Julliard de Nueva York. En su juventud tocó con compositores como Henri Mancini, en las bandas sonoras de ‘Peter Gunn’, ‘Días de vino y rosas’ y ‘Charade’.
Para Acuña, “desde que el cine es cine, ha estado acompañado por la música. Se ha generado un matrimonio inseparable, que claro, ha evolucionado. Su relación ha estado marcada por algunas diferencias, influenciada por los cambios culturales o históricos. Pero digamos que a lo largo de este largo matrimonio ha habido muchos compositores que han trabajado para la imagen”.
La investigadora agrega que uno de los grandes aportes de Williams fue el de rescatar esa era dorada del sinfonismo en el cine de los años 30 y 40, que se perdió en la posguerra y las décadas siguientes, donde primaron los sonidos influenciados por el rock y el jazz.
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“El mismo John Williams comienza su carrera en el cine explorando unos sonidos un poco más jazzísticos, pero a mediados de los años 70, él nos reconecta con el sinfonismo en el cine. No es que yo lo idealice y que sea la única forma de expresión musical que tiene el cine, pero sí es una muy valiosa, que había desaparecido por muchos años. Él muestra que el sinfonismo puede ser comercial. Sus partituras de ‘Star Wars’ se vuelven un hit comercial, que la gente compra y colecciona. Entonces, de cierta forma, él acerca el sonido sinfónico al público general”, explica Acuña.
La sola banda sonora de ‘Star Wars’ llegó a vender más de 4 millones de discos en el mundo, convirtiéndolo en uno de los álbumes no-pop más exitosos de la historia. Por sus producciones discográficas, Williams también ha sido merecedor de 23 premios Grammy.
Este éxito se lo debe a su amigo del alma Steven Spielberg, quien lo ‘descubrió’ en 1974, cuando el director de cine buscaba alguien que le musicalizara su primera película ‘Sugarland Express’. Luego vendía el éxito arrasador de ‘Tiburón’. Ahí fue cuando Spielberg le recomendó a Williams a su también amigo George Lucas, para que asumiera el desafío de la banda sonora de ‘Star Wars’.
Para el director Caballé-Domenech, el éxito de Williams radica en una especial combinación de factores como la unión del aparato orquestal, la percusión y una gran paleta instrumental.
“Básicamente es una música muy rítmica, al servicio de unas melodías muy directas. Incluso en algunos casos se consideran melodías sencillas. Entonces esa conjunción, como por ejemplo, las melodías de amor de ‘Star Wars’, que son como ‘leitmotiv’ que van volviendo, donde tú ves los personajes, unido a un aparato orquestal rico en colores, dentro de un ritmo frenético de pulso, donde la percusión tiene un gran papel. Es una música que prácticamente nos hace levantarnos y ponernos a bailar”, explica.
Claro, no han faltado los que han criticado las curiosas similitudes de algunas de las obras del compositor estadounidense con las de colegas suyos clásicos.
“John Williams pertenece a la buena música y evidentemente con él siempre se aprende. Cómo llegar al espectador de una forma directa, lo hace sin duda un señor con un oficio en el mundo clásico. Prueba de ello, es que muchas de las cosas que él escribe nos suenan a otros compositores. De allí la crítica de si Williams roba de otros o no. Para mí, él llega a los sentimientos del oyente, que es lo único que de alguna forma importa cuando uno hace arte. Sus partituras están muy bien hechas y exigen tiempo de estudio”, explica el director español.
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El músico pone de ejemplo las dos famosas notas de ‘Tiburón’, que suenan también en la ‘Novena sinfonía’, de Dvorak. O la familiaridad de ‘La lista de Schindler’ con la ‘Octava sinfonía’, de Maler. Y qué decir de la cercanía de ‘Star Wars’ con ‘The Planets’, de Gustav Holst.
“Pero yo creo que saber tomar ideas de maestros y genios anteriores es un buen diálogo. Uno puede ser también un maestro hasta robando. Pero en el caso de Williams yo no diría robando, sino tomando ideas de los demás. Ojalá yo tuviese esta inventiva (risas)”, anota Caballé-Domenech.
Nadie puede dudar el efecto que produce la banda sonora de ‘Tiburón’, que para el periodista Gustavo Gómez es una de sus preferidas, precisamente por eso.
“Es fácil hacer una rápida lista de las sus canciones más hermosas y magnéticas. Así que mejor diré cuál es la más escalofriante, la que produce más profundos efectos en mí, literalmente profundos: ‘Tiburón’. Desde que vi la película y grabé en el alma la música de Williams, siendo muy niño, confieso que dejé de meterme al mar. Incluso a las piscinas”, anota Gómez.
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Son tantas composiciones, que cada uno tiene su preferida. Sin duda, la de mayor recordación y que para muchos es la mejor es ‘Star Wars’, como le ocurre al maestro Caballé-Domenech.
Sin embargo, él destaca ese juego de solos de saxofón y vibráfono, de ‘Catch Me If You Can’ (‘Atrápame si puedes’), o la majestuosidad de ‘La lista de Schindler’. “Ese solo de violín de Itzhak Perlman, para quien ha visto la película, lo pone a uno a llorar”.
Williams comentó, en el reciente tributo que le rindió el ‘New York Times’, que desde que escribió la música de ese solo de violín, sabía que lo debía interpretar Perlman. Desde ese momento, anota, no hay concierto en el que público no le pida a renombrado violinista que interprete ese doloroso tema.
Al momento de decidirse por alguna, Érica Acuña lo piensa mucho. “Esa pregunta siempre es difícil. Y la evito, porque en una carrera tan extensa y exitosa, y donde nos ha brindado tantos momentos en el cine, es muy fácil que omita alguna y deje alguna gran partitura entre el tintero”, dice. Sin embargo, se decide por ‘ET’, ‘Jurassic Park’, ‘La lista de Schindler’ y ‘Encuentros cercanos del tercer tipo’.
Esta última marca un punto de giro en la propuesta de Williams. “Esta película rompió un poco el esquema, la imagen que yo tenía del compositor. Es una película sobre unos extraterrestres y el intento de los seres humanos por comunicarse. Acá vemos a un Williams que usa una música un poco más electrónica, con un tema principal constituido por cinco notas en un sintetizador. Aparentemente sin estas cinco notas, muy sencillas, no habría historia, porque es la forma en que los humanos se comunican con ellos”, explica la investigadora.
La evolución de la música de Williams desde ‘Star Wars’ a hoy es otro de los puntos que los expertos resaltan de su madurez como compositor. Tanto Caballé-Domenech como Acuña ponen como ejemplo la propuesta de ‘Harry Potter’, que marca otro punto de giro en su trayectoria.
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“La música de ‘Harry Potter’ es mucho más compleja que la de la ‘La guerra de las galaxias’, que fue 20 años atrás. Y todo eso se nota en la riqueza de la instrumentación”, explica el director español.
“Hay un gusto culposo que fue su trabajo para ‘Harry Potter’. Porque cuando esta historia llega a mi vida yo ya soy grande con hijos. Y gracias a Williams hay una especie de una reconexión con esa fantasía y ese mundo mágico infantil. Y eso lo logró la música para la magia. Williams realmente define la magia de ‘Harry Potter’ con su música”, complementa Acuña.
Dicen que no hay como el trabajo en equipo. Y sin duda, el éxito indiscutible de Williams no habría llegado a ese punto, de no haber encontrado en su vida al genial director Steven Spielberg. Ellos dos conformaron una de las duplas más afortunadas en la historia del cine. El propio Spielberg no se cansa de considerar a Williams “su mejor amigo”. De allí que Gustavo Gómez los defina como “un sistema planetario con soles gemelos”.
A lo largo de la historia cinematográfica hay duplas memorables como la de Bernard Herrmann y Hitchcock, Danny Elfman y Tim Burton, Nino Rota y Fellini o Ennio Morricone y Sergio Leone. Pero sin duda, la de Spielberg y Williams es una de las más sólidas, con más de 25 películas.
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Es una amistad de complicidad constante, respeto y admiración mutua de dos genios, como la define Érica Acuña. “Creo que si no existiera esta dupla, Spielberg seguramente no nos habría dado los éxitos que nos dio en los años 80 y 90. Y Williams tampoco. Porque un compositor grande como él también necesita de un director que lo deje ser y le dé el lugar a su música. Es más, tal vez el sinfonismo jamás hubiera vuelto al cine de no ser por la complicidad de ellos dos”, explica, al agregar, sin duda, a George Lucas, en este ‘dream team’.
Williams ya anunció que comenzará a bajarle el ritmo a su trabajo. Más que merecido. Está más allá del bien y del mal, como lo da a entender su amigo, el chelista Yo-Yo Ma, en el ‘New York Times’. “Pienso en él como un músico total, alguien que ha experimentado todo. Él conoce todas las formas en que se puede hacer música”.
Después de los dos proyectos cinematográficos en los que trabaja, ‘The Fabelmans’, basada en la infancia de Spielberg, y la quinta entrega de la serie ‘Indiana Jones’, el célebre músico piensa enfocarse en sus composiciones clásicas. Además, el reputado sello Deutsche Grammophon publicará en junio la primera grabación mundial del ‘Concierto para violín núm. 2’, de Williams, que escribió para la violinista Anne-Sophie Mutter, coprotagonista de este álbum.
“Ya no quiero hacer películas en particular”, le dijo al ‘Times’. “Seis meses de vida a mi edad es mucho tiempo”. Tiene varios conciertos en su cabeza y otras piezas para Yo-yo Ma, así como un concierto de piano.
“Williams es un compositor incansable. 90 años y sigue trabajando. Pasará a la historia por devolvernos ese gran sinfonismo, por sus grandes melodías, por sus grandes armonías y orquestaciones. Por acercar la música del cine al mundo académico y el mundo académico al cine, por llevar la música del cine a las salas de conciertos”, comenta Acuña.
“El cine también se ‘ve’ con los oídos. Williams hace más fácil y grato ver las películas, porque aún antes de que llegue la imagen, un par de segundos de su música ya ponen en marcha la película en el cerebro. Williams nos clava un arpón muy adentro; uno que nos deja ligados a las películas para siempre”, concluye Gustavo Gómez.
CARLOS RESTREPO
CULTURA – EL TIEMPO
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