“En esa oficina de La Universal –la agencia de detectives en la cual la actriz Jennifer Steffens hacía labores de secretaria– quedaba una joyería, donde trabajaban con metales y químicos. Yo duré como tres meses oliendo a esos metales. Se me quedaron impregnados. Yo me bañaba y me bañaba, y no se me quitaba el olor”.
La risotada de Steffens, al recordar el rodaje de La gente de La Universal, hace casi 30 años, suena casi tan fuerte como la carcajada que se le ve en la película, junto a Álvaro Rodríguez, su esposo en la ficción, como el sargento Diógenes Hernández.
Steffens y Rodríguez volverán a ser pareja esta tarde, en el homenaje que EL TIEMPO, la Cinemateca de Bogotá e Idartes le rinden a este clásico nacional del séptimo arte, en la Gala del Cine Colombiano.
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También estará presente el director, Felipe Aljure, quien recuerda por qué se escogió esa locación, olorosa a alquimia de joyería: “Nosotros, haciendo el desglose, encontramos que había como 49 secuencias dentro de la agencia La Universal. Pensamos que iba a ser una película muy claustrofóbica y buscamos una oficina que tuviera espacios abiertos. Ese era el antiguo edificio de El Espectador y tenía la particularidad de tener vidrio del piso al techo”.
No obstante, el director y sus productores encontraron que los amplios ventanales no se correspondían con la estrechez del espacio interior. “Había oficinas, pero eran muy pequeñas. Manuel Arias y Carlos Guerrero, que estaban en la producción, negociaron con tres oficinas vecinas para que nos permitieran rodar. Se salieron los tres y tumbamos los muros para hacer un solo espacio que fuera transparente y así esas 49 secuencias tuvieran siempre a la ciudad de fondo, en vez de un espacio cerrado. Después de que terminamos, la dirección de arte volvió a construir los muros y devolvieron las oficinas tal y como eran”.
Este tipo de historias serán las que puedan escuchar, en la voz de sus protagonistas, quienes asistan al Teatro Jorge Eliécer Gaitán, con entrada libre, pero reclamando boletería a partir de las 10 de la mañana. El ingreso de público se hará desde las 3:30 p. m. y también habrá transmisión en video por medio de ELTIEMPO.COM, el canal de YouTube de EL TIEMPO, sus redes sociales y las plataformas de Idartes y la Cinemateca de Bogotá, que con esta gala celebra sus primeros 50 años.
Aunque no se proyectará la película, sí se revelarán detalles desconocidos y algunas imágenes que la bruma del tiempo había ocultado en el olvido. “Casi siempre, el hacer una película resulta tan dispendioso como la historia en sí. A veces es más interesante la historia de cómo se hizo una película que la película misma”, afirma el guionista y productor Manuel Arias, otro de los protagonistas de este homenaje.
Arias no oculta su entusiasmo por el hecho de que 30 años después de que su guion, construido a cuatro manos con Aljure, ganó el primer premio en el Festival de La Habana, la conexión con los espectadores siga siendo tan fuerte, a pesar de que al comienzo fue criticado por la ironía que destilaba y las imágenes fuertes que escandalizaron.
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“El humor negro es una buena herramienta narrativa para confrontar el cinismo del poder y la doble moral. El humor negro no es contar historias divertidas, es una manera de entender la vida. La risa nos rescata del horror, nos permite imaginarnos el lado oscuro de la realidad para entenderla mejor como una catarsis liberadora”, afirma.
El propio Aljure tuvo que aguantar las malas reacciones a esa mirada irónica: “Era una película que levantaba pasiones. En una función, un papá se paró airado y le dijo a la hija que se salieran ya, que esa película tal por cual… Y ella se le rebeló delante de todo el mundo. El tipo gritaba desde la puerta: ‘Degenerados’. Pero ella se quedó”.
Aljure, hoy director artístico del Festival de Cine de Cartagena, viajará a Bogotá para encabezar el conversatorio y reencontrarse con el cariño de su público. El mismo que lleva tres décadas recibiendo: “Hay mucha gente que llega hoy en día, directores y actrices, y me dicen: ‘Yo estaba en el colegio y cuando vi esa película me decidí a ser actor’ ”.
EL TIEMPO
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