El episodio más caliente de Game of ThronesEl penúltimo capítulo ha generado reacciones a favor y en contra por el cambio radical de uno de sus personajes más queridos
Helen Sloan/HBO
Dracarys, Dracarys y más Dracarys / Columna de Navegantes del cable
Si no ha visto el más reciente episodio de 'Game of Thrones', absténgase de leer esta columna.
Se nos enloqueció la reina. Es real, uno de los personajes más queridos de la serie siguió la genética de la locura y destruyó un arco de personaje que nos había prometido justicia y carisma. Daenerys Targaryen se dejó llevar por sus emociones y dio un giro radical al ser la artífice de una guerra a fuego y sangre que no tuvo compasión. La decepción, la venganza y ese bichito de poder le picó el cerebro profundamente y la llevó a una dirección que estaba casi cantada.
Todos querían la batalla de un Drogon vengando a sus hermanos. El episodio respondió con creces a esa expectativa y marcó el terreno para el cierre de otros conflictos inconclusos, Varys no pudo ver el ardor de una guerra precoz y su muerte resultó en vano. El perro cumplió su promesa y arrastró a 'La montaña' a un abismo de fuego en un momento épico que le dio un respiro a la dolorosa imagen de un pueblo diezmado y sacrificado sin razón.
La paranoia le gana a la estrategia y la sensación en la narrativa del episodio fue agridulce. Se caen los mitos y Daenerys está resbalando mientras Jon Snow sigue ganando puntos como un ser apático y distante a las locuras del poder, que siempre tiene honor y una gallardía a prueba de fuego. Sumado a un Tyrion que, posiblemente, no pueda perdonar el exceso de fuerza de su reina y una Arya que todavía tiene algo que hacer, a pesar de que no pudo cerrar los ojos de una Cersei aplastada por el amor de Jaime Lannister.
El penúltimo episodio no ofreció grandes sorpresas, pero sí dejó claro eso de que amar a un personaje en 'Game of Thrones' puede salir muy caro y que el cierre de la serie va más por el espectáculo y la tensión calculada que por complejas reflexiones más dramáticas y profundas de los protagonistas. Ya no hay tiempo para eso.