Luego de verla, queda claro que es más emocionante que 'Star Wars: el despertar de la fuerza'. 'Rogue One' le da una cátedra de contundencia bélica y ofrece un código mucho más complejo en la determinación y fuerza de sus personajes.
Desde el principio fue un interesante riesgo expandir el campo de acción de esa famosa galaxia muy muy lejana. Había que buscar una historia que no se desconectara del conflicto de la saga original, ser diferente y a la vez tratar de tener contentos a los seguidores de antaño, junto al público de las nuevas generaciones.
Y eso es lo que consigue 'Rogue One', al ofrecer una trama mucho más (si se quiere) adulta y violenta, pero con la dosis perfecta de nostalgia y entretenimiento que requiere la marca Star Wars.
La historia de un grupo de rebeldes que se enfrentan a una gran misión con tal de frenar el poder destructivo del Imperio Intergaláctico, se configura a través de una narración oscura en la que aflora el heroísmo doloroso, lejano a cierta ingenuidad que se identificó en algunos moments de la trama galáctica de George Lucas.
De la mano del realizador Gareth Evans, 'Rogue One' se alimenta más de aspectos manejados en el género del western y explora -con mucho realismo dentro de su armadura de ciencia ficción- lo difícil que es armar una revolución. El ritmo (que crece y se dispara en el último circuito del filme) y una estética árida pegan muy bien dentro de la historia y las actuaciones de Felicity Jones y Diego Luna, como protagonistas, funcionan.
Pero quizás el aspecto más importante de esta película es que demostró que Disney puede dar luz verde a proyectos que escapan de su zona de confort y salir ganando.
ANDRÉS HOYOS VARGAS
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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