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Cine y Tv

Drama de la inmigración en la era Trump llega al cine

Yara Shahidi y Charles Melton, los protagonistas de la película que transcurre en Nueva York, también son hijos de inmigrantes.

Yara Shahidi y Charles Melton, los protagonistas de la película que transcurre en Nueva York, también son hijos de inmigrantes.

Foto:Warner Bros Pictures

La cinta ‘El Sol es también una estrella’ está en cartelera. EL TIEMPO habló con sus protagonistas.

Yara Shahidi y Charles Melton miran fascinados la portada del libro con su foto. “Es muy 'cool' ”, dice Melton, mientras ojea fotos en las páginas interiores de ‘The Sun is Also a Star’ (‘El Sol es también una estrella’). Los actores protagonizan la adaptación cinematográfica de la laureada novela de Nicola Yoon –que ya está en las salas del país– y es la primera vez que miran la edición del libro atada a su película.
La emoción exhibida hace pocos días en el hotel Beekman de Nueva York se compara a lo que sintieron cuando, en 2017, seguidores de la autora en Instagram sugirieron abrumadoramente sus nombres para interpretar a Natasha, una joven inmigrante de familia jamaiquina con aspiraciones de científica, y Daniel, un joven hijo de inmigrantes coreanos apasionado por la poesía. Ambos son los protagonistas de ‘El Sol es también una estrella’, una historia de amor, destino y casualidad que transcurre en el lapso de 12 horas en las calles de Nueva York, antes de que la familia de Natasha sea deportada.
“Me desperté un día (13 de septiembre de 2017) y vi que Nicola Yoon había hecho una publicación en Instagram preguntándole a sus seguidores quién debería interpretar a Daniel Bae”, dice el actor de 28 años, conocido por su papel de Reggie Mantle en la serie de TV ‘Riverdale’. “Entonces, creé 200 cuentas y me etiqueté a mí mismo”, agrega entre risas.

‘Me sentí conectado’

En realidad, no lo hizo, pero terminó comprando el libro y leyéndolo en dos días. “Me sentí conectado con la historia. Diez meses después conocí a Yara en la prueba de química y fue muy orgánico”, dice. La prueba a la que se refiere es una lectura del guion que los protagonistas usualmente hacen para determinar si hay compatibilidad en la pantalla.
Por la época de la publicación en Instagram, la directora del filme, Ry Russo-Young, estaba tomando nota y haciendo la labor investigativa. “También –dice– vi las notificaciones, porque sigo a Nicola en Instagram, y literalmente estaba haciendo la lista de los que estaban siendo etiquetados, buscándolos en Google y viendo videos en YouTube”. Shahidi fue una decisión fácil. Desde las cabezas del estudio hasta colegas se la recomendaron a Russo-Young, gracias a su papel en la comedia de TV ‘Black-ish’. Melton tuvo que hacer audiciones, junto con otros candidatos, dice Russo-Young, pero pronto pasó a encabezar la lista de candidatos. Los dos actores dicen que sintieron una conexión muy especial con los personajes, ya que, como Natasha y Daniel, ellos también son hijos de inmigrantes. “La inmigración es una historia con la que los dos nos sentimos familiarizados. Y creo que todos tenemos amigos, familiares, conocidos que han pasado por esa experiencia”, dice Shahidi.
La particularidad de tener padres con expectativas más altas y diferentes a las de sus hijos, como se refleja en la película, no es algo, sin embargo, que compartan con Natasha y Daniel. Los dos actores dicen que sus padres los han apoyado incondicionalmente en la decisión de dedicarse al medio artístico. A nivel más específico, Shahidi dice que se identifica con el lado pragmático de Natasha y su amor por la ciencia. “En mi caso, se traduce en un amor y pasión por la historia y la literatura”, confiesa. Mientras que Melton dice que hay cosas de Daniel a las que aspira: “Su romanticismo, su esperanza, su habilidad para dar el corazón libremente, sin preocupación”.
Lo cierto es que encontraron muchos paralelos que los ayudaron en la interpretación de los personajes sobre los que los miles de lectores sienten ciertos derechos de propiedad. El libro es extremadamente popular en el género de literatura adulta joven y llegó al primer lugar de la lista de ‘The New York Times’, cuando se publicó en 2016, así como a la lista de finalistas del National Book Award.
Aunque su novela no es autobiográfica, la conexión entre dos personas de culturas aparentemente opuestas es algo que Yoon, la escritora, extrajo de su propia unión de 15 años con David Yoon, su esposo. “Somos hijos de inmigrantes y algunas de nuestras conversaciones están en el libro y en la película, pero es ficción”, dice.

La inmigración es una historia con la que los dos nos sentimos familiarizados. Y creo que todos tenemos amigos, familiares, conocidos que han pasado por esa experiencia

Más que un titular

La autora, quien colaboró en la producción de la película, aspira a que el público que vaya a verla se dé cuenta de que el tema de la inmigración no es algo que se debe reducir a un titular sobre leyes o políticas: “Es una situación profundamente personal. Son personas que dejan una vida, dejan sus países en busca de un futuro mejor. Si podemos humanizar el problema, es una ganancia”.
El estreno de la cinta sucede cuando en Estados Unidos hay una crisis en la frontera sur, con el nivel más alto de detenciones de inmigrantes desde 2017, y cuando países como Colombia tienen que absorber la ola de refugiados de una nación vecina. “Finalmente, estamos haciendo una película que está acorde con la época. Estamos representando una historia que vivimos en la vida real”, dice Russo-Young.
Para imprimirle aún más autenticidad a la cinta, la directora insistió en que el rodaje se hiciera en Nueva York, y no en las calles de Vancouver o Toronto, las ciudades canadienses que por cuestiones de presupuesto son usadas a menudo como dobles de la capital del mundo.
Es más, en una película con un buen porcentaje de escenas en exteriores, la Nueva York que aparece en ‘El Sol es también una estrella’ no es la típica de la Quinta Avenida o el Empire State, sino la de Flatbush en Brooklyn, Flushing en Queens, Korean Town, China Town y Harlem, todos vecindarios en los que viven predominantemente inmigrantes.
“Fue muy difícil (rodar en NY), especialmente porque la historia salta de una locación a otra. Nunca pasamos más de 2 o 3 días en cada locación y el audio es terrible debido al ruido de las construcciones. Pese a eso, no hubiera hecho la película en ninguna otra ciudad”, dice Russo-Young.
Para Shahidi, el libro y la cinta son, al final de cuentas, una historia de amor en diferentes formas. “En el centro de la historia hay, claro, un romance, pero a una escala más grande esta película es sobre amor en formas diferentes, no solo el amor que Natasha y Daniel desarrollan, sino el amor de Natasha por un país que considera su casa, el amor de Daniel por su pasión (la poesía)…”.
Y agrega: “Es lo que pasa cuando hay ausencia de amor, como en el caso de un país que quiere expulsar a una familia. Y es una película sobre la celebración cultural de una comunidad global”.
CLAUDIA SANDOVAL GÓMEZ
Especial para EL TIEMPO
Nueva York
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